Esta semana el DANE anunció que el desempleo en Colombia superó el 20%, hace un año esta cifra rondaba el 10%, es uno de los efectos de la pandemia.
Hace poco estuve en una charla virtual denominada “Teletrabajo: buscando el equilibrio laboral y personal”, que buscaba dar recomendaciones sobre cómo adaptarnos a estos nuevos entornos; según datos de la consultora Citrix, publicado por la revista Dinero a mediados de junio (ver), indican que el 57% de los colombianos que se encuentran trabajando desde la casa, afirman tener una jornada laboral más larga que cuando estaban en la oficina.
A raíz de esto, muchas de las empresas que se encuentran operando están implementando encuestas entre sus colaboradores que les permita tener insumos para tomar decisiones en esta nueva normalidad, para conocer asuntos como cuántos de sus empleados quieren seguir operando desde las casas, a quienes les gustaría variar entre trabajo presencial y virtual, y quienes estarían dispuestos a sólo trabajar desde las oficinas tradicionales.
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Considero que el entorno ideal sería poder escoger entre estar uno o dos días en la casa y tres o cuatro en la oficina, si el tipo de trabajo lo permite. Entre las desventajas que encuentro de trabajar exclusivamente desde la casa, es que, si se tienen hijos pequeños, es mucho más difícil concentrarse y tener foco en las horas que se le quiere dedicar al trabajo. Los niños no diferencian los espacios y por eso el confinamiento ha sido una prueba para ser más resilientes, adaptativos y empáticos.
La falta de disciplina tampoco permite distribuir eficientemente el tiempo, el hecho de tener el computador a la mano, hace que, como lo escuché hace poco en una emisora nacional, nos despertemos más tarde y luego se trate de compensar ese tiempo trabajando más de lo normal; o también puede pasar que haya tantos pendientes por cumplir que se empieza temprano la jornada y con las actividades que surgen en el día a día, se vuelve más difícil la desconexión. El trabajo nunca acaba y tareas siempre van a existir, lo que recomiendo es, en la medida de lo posible, distribuir bien en el tiempo y ser riguroso con su cumplimiento para no trabajar más de la cuenta y lograr un balance ideal.
Desde un ángulo positivo, el trabajo remoto permite ahorrar costos de transporte, compartir más tiempo en familia, las empresas reducen costos administrativos como mantenimiento de oficinas y pago de viáticos, pero considero que hay momentos donde es más importante el contacto físico, la comunicación es más efectiva cuando se ejerce cara a cara. La distancia tiene ese limitante. Si desde el trabajo en casa no se diferencian los espacios o no es fácil encontrar un lugar para concentrarse, las labores se pueden terminar haciendo a medias: no hay calidad en el trabajo, ni calidad de tiempo para los asuntos personales.
Esta semana el DANE anunció que el desempleo en Colombia superó el 20%, hace un año esta cifra rondaba el 10%, es uno de los efectos de la pandemia. Me incluyo en el grupo de afortunados que seguimos trabajando bajo estas nuevas condiciones del trabajo remoto, a la vez, tenemos el reto de encontrar con las empresas, mecanismos que nos permitan encontrar un perfecto equilibrio para proteger la salud mental de los colaboradores y sus familias.
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Como cierre, entre las conclusiones a las que han llegado algunos psicólogos y sociólogos (Dinero, 2020) es que estar todo el tiempo en teleconferencias puede ser más agotador por los esfuerzos que hay que hacer para comunicarse y lograr fluidez con los equipos de trabajo. Sin mencionar el esfuerzo visual por estar siempre conectados a una pantalla. Ni tanto que queme el santo ni tan poco que no lo alumbre.