Vivimos en tiempos donde polarizar y señalar a quien piensa diferente se convierte en la estrategia para construir capital electoral.
Por: Pablo Pinto Brun
Entre la política del amor y la cruzada ambientalista este país cada día está más dividido, polarizado y lleno de odio. Atacan las industrias legales y ponen en riesgo el desarrollo de nuestro país ¿qué nos espera?
Es que en medio de tanta polarización vemos como se fortalecen algunos políticos y activistas, que, como escribió Benito Pérez Galdós, novelista y dramaturgo español, en una de sus más reconocidas obras <<Fortunata y Jacinta, dos historias de casadas>>, encantan por sus adornados discursos: “Por lo bien que decía las cosas y la gracia de sus juicios, aparentaba saber más de lo que sabía, y en su boca las paradojas eran más bonitas que las verdades”.
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En el país hay quienes, con gran elocuencia discursiva, en nombre de las minorías y de la defensa del medio ambiente enarbolan las banderas del amor, mientras sus seguidores sin ninguna coherencia acosan y realizan matoneo a todos aquellos que no comparten sus ideas. Se presentan en redes sociales y en medios de comunicación sin ninguna responsabilidad ni rigor técnico, oponiéndose a proyectos mineros, petroleros y de infraestructura que buscan generar desarrollo en el país. Lo curioso es que no realizan marchas, y ningún tipo de manifestación, rechazando atentados terroristas, como los que vimos hace unas semanas con otra voladura del oleoducto Caño Limón Coveñas. Tal vez lo ignoran por conveniencia y callan sin descaro.
Dicen No al Fracking y hacen una férrea oposición a la minería, pero en época electoral apoyan a quienes piden casas y educación gratis. Como se dice popularmente “quieren la leche, pero no la vaca”, siendo la vaca la que pone los ingresos corrientes y las regalías para financiar tan anhelados regalos que podría darnos papá Estado.
Siempre están presentes en sus discursos alternativas como ecoparques, ecoturismo y turismo religioso. Sin embargo, no se les conoce el primer proyecto o propuesta, con datos claros de generación de empleo y esquemas de inversión. Queda todo en el aire, y como dije anteriormente sin rigor técnico, solo para ganar aplausos mientras pierde la sociedad.
Se avecina una crisis energética. Las reservas de petróleo y gas empiezan a contar sus días, mientras activistas hacen fiesta frenando los proyectos, ignorando e irrespetando la sentencia 095 de la Sala Plena de la Corte Constitucional, que señala que ningún Municipio puede prohibir actividades de exploración y producción.
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Con el discurso anacrónico del imperialismo todo lo confunden, desinforman y, lo más triste, con ello cautivan nuevos seguidores. Al final del día, todos estos activistas terminan lanzándose a Concejos y Asambleas Departamentales ¿es genuina su lucha? o ¿sólo lo hacen para construir capital electoral?
Sólo cabe preguntar de nuevo: ¿qué nos espera?