Elio Sgreccia fue un docente ejemplar, un importante exponente del pensamiento llamado “personalismo ontológico” del cual hacen parte gigantes del siglo XX
Ha fallecido recientemente uno de los grandes pensadores de la bioética, el italiano Elio Sgreccia (1928-2019) autor del Manual de Bioética justamente reconocido como uno de los textos guías de la disciplina, especialmente en instituciones universitarias de Europa y América Latina. Tuve la grata ocasión de conocerlo, de escuchar y recibir personalmente su clara y contundente argumentación antropológico-racional, dentro de una sólida base ontológica-realista y con un entusiasmo indeclinable, en la afirmación de su profunda convicción: el ser humano, digno, libre, con vocación de trascendencia, merece respeto en todas las circunstancias, sin excepción. La vida de cada uno es un bien valioso, no cuantificable, es dotada de dignidad por su propia naturaleza. Y este respeto debido es mayor en cuanto es mayor y extrema la condición de fragilidad por la cual normalmente todos los seres humanos atravesamos. Nunca debe dejarse de tener en cuenta, en los procesos de decisión-acción, el profundo sentido del respeto debido a la dignidad inherente de todo ser humano, fin en sí mismo, valioso por lo que es, persona.
La dinámica de la enseñanza de la bioética entendida por Sgreccia incluye otro aporte epistemológico: su método triangular de análisis. Tres vértices (tecno-ciencia, ética y antropología) deben ser considerados en la valoración de las complejísimas situaciones que hoy se vuelven cotidianas y que no pueden evitarse: 1. Tecno-ciencia, el poder hacer al que nos conduce el avance del “cómo funciona” y sus aplicaciones: genética, tecnologías de manipulación celular, intervenciones sobre el genoma humano, poderes inmensos del uso de la informática en diversos campos; para la formación de un criterio prudente en estas aplicaciones es necesario aproximarse a ellas con una comprensión de su modus operandi. 2. Ética: necesidad racional de discernimiento de lo bueno y deseable, consideración de los fines de las acciones humanas libres y de las consecuencias de las acciones prácticas. Análisis lógico del acto humano libre, con conocimiento, voluntad, sentido e intencionalidad. 3. Persona-Ser Humano: en el ángulo superior del triángulo: a ella se refiere la centralidad del mencionado valor de la dignidad intrínseca de cada ser humano concreto -cada uno un igual a todos, pero diferente- ante quien nos vemos en la indeclinable obligación de aproximarnos con un sentido del cuidado. La persona es paradójicamente, la más amenazada por las malas decisiones y los malos usos del “poder hacer” de la civilización tecno-científica. El creador se ha convertido en víctima, fatal paradoja de la historia del siglo pasado.
Elio Sgreccia fue un docente ejemplar, un importante exponente del pensamiento llamado “personalismo ontológico” del cual hacen parte gigantes del siglo XX como Gabriel Marcel, Dietrich von Hildebrand, Karol Wojtyla, Jerome Lejeune, Edmund Pellegrino. Su capacidad de diálogo y la autenticidad de su reflexión lo llevaron a ser líder del fecundo Centro de Bioética del Sacro Cuore y presidente de la Academia Pontificia para la Vida. Fue elevado a Cardenal por Benedicto XVI en 2010.
Se ha ido, con su misión aquí, en estas coordenadas espacio-temporales, cabalmente cumplida, uno que defendió al ser humano y a su dignidad con imbatible rigor académico, con honradez, con la alegría, la solidez intelectual y las poderosas herramientas mentales de quien se conocía a sí mismo como fiel seguidor de la filosofía perenne, de la cualidad inconmensurable de encontrar la feliz coherencia entre fe y razón: aquello que por fin da respuesta última a la gran pregunta por el sentido de la existencia de cada ser humano: Imago Dei. Paz en su tumba.