Elecciones, civilidad y democracia de participación

Autor: Carlos Alberto Atehortúa Ríos
19 octubre de 2019 - 12:05 AM

Se acercan unas nuevas elecciones territoriales y esa debe ser la excusa para que ratifiquemos nuestra vocación democrática, para que construyamos el Estado desde los territorios y para que participemos de un verdadero pacto social

Bogotá

Una de las transformaciones más importantes de nuestro orden constitucional, es haber incorporado el “voto mandato” en nuestro ordenamiento jurídico, pues esa institución supone que los electores votan principalmente por los programas que les ponen en consideración los diferentes candidatos,  y para ello,  es importante la capacidad de identificación de la verdadera problemática social, la vinculación de los candidatos con la sociedad y la participación activa de los ciudadanos en la construcción del programa.

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El desarrollo de las campañas nos ha permitido identificar cuáles candidatos, realmente actúan con sentido democrático, y cuáles entienden que las campañas funcionan como meras “empresas electorales”.  Es precisamente a partir del análisis de los programas y de la forma como ellos se construyen, como puede conocerse la calidad de los candidatos, su sentido de la participación y la capacidad para fijar el norte de su eventual gestión en la administración

Los debates y entrevistas, más que la propaganda y avisos publicitarios, han permitido que se identifiquen los candidatos, y que impere una regla de razonabilidad, que permite que algunos de ellos crezcan en la medida que se conocen y son escuchados y otros pierden influencia, pues quien los escucha termina desechándolos. 

La posición clara y contundente de los candidatos en temas como; (i) las políticas públicas que orientarán la prestación de servicios públicos; (ii) la protección del derecho al mínimo vital y los derechos de consumidores y usuarios (iii) la generación de empleo y protección del trabajo digno; (iv) la defensa del medio ambiente y la protección de los derechos colectivos; (v) la apropiación de las tecnologías de la información y utilización de aplicaciones que permitan nuevos emprendimientos individuales y colectivos; (vi) el estímulo a generación de energías no contaminantes, (vii) la implementación de nuevos modelos educativos, que permitan nuevas modalidades de desarrollo y la capacitación para el trabajo; y (viii) la formación para la civilidad y la ética ciudadana… son entre otros los  que permiten conocer la calidad y solvencia que tienen los candidatos.

La política debe dejar de ser la presentación de mensajes genéricos y vacíos, para llenarse de contenidos concretos, los que superando la atención de casos particulares, como es propio del clientelismo político, permita plantear soluciones a los problemas colectivos que afectan la sociedad, identificar los temas y proponer soluciones, realizables y eficaces, es el verdadero reto de una campaña política acorde con las realidades actuales.

Cuando se observan variaciones en las encuestas electorales y cuando es notorio el nivel de análisis de los ciudadanos, cuando la argumentación hace que las opiniones cambien y un número cada vez más amplio de electores adoptan sus propias decisiones, basados en la convicción que sobre ellos han generado los candidatos, vemos que las instituciones propias del Estado Social de Derecho y de la democracia de partición no son mera retórica, son una realidad y que nuestra democracia está avanzando.

Se acercan unas nuevas elecciones territoriales y esa debe ser la excusa para que ratifiquemos nuestra vocación democrática, para que construyamos el Estado desde los territorios y para que participemos de un verdadero pacto social, en el que “la vida digna para todos”, debe ser el móvil central que tengamos en cuenta al momento de elegir nuestro candidato.

La solución civilizada de todo tipo de conflictos, parte de decisiones acertadas en lo local, es aquí donde debe mostrarse una mayor madurez y responsabilidad y desde donde comienza a consolidarse el tejido social sobre el que se construye un verdadero Estado Democrático de Derecho.

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A la irracionalidad, la emotividad, la rabia y la barbarie, la respuesta correcta es anteponerle la razón, la reflexión motivada y la esperanza de que son las formas civilizadas, la que nos permiten construir una sociedad digna en la que todos podemos salir adelante.

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