Con cada despertar vienen una nueva oportunidad y un nuevo llamado a seguir construyendo
El título de mi última columna en EL MUNDO fue Elecciones 2018: enfrentar la corrupción y la desvergüenza. En ella escribí sobre la urgente necesidad de esforzarnos para evitar que las luchas contra la corrupción se debiliten y me referí a tres instrumentos que de los que personas inescrupulosas y desvergonzadas (¿o sinvergüenzas?) están haciendo uso para continuar cubriendo tras las bambalinas de la guerra toda su utilería de corrupción. Los tres instrumentos son: i) la posverdad en contra de los avances hacia la paz; ii) la manipulación de las creencias religiosas; y iii) el aprovechamiento de la histórica trayectoria de procesos de exclusión. Con “Elecciones 2018” comienza también el título de la columna de hoy, y lo mismo ocurrirá con los artículos que saldrán de aquí al 27 de mayo de 2018, día en el que espero no terminar llorando.
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Hoy, inspirado en una magnífica iniciativa que describiré más adelante, quiero hablar sobre un factor que, aunque en la vida cotidiana debe ser cultivado y no debería estar nunca ausente del corazón humano -especialmente en quienes gobiernan-, en estos tiempos debe ser invocado con especial fuerza. Se trata de la disposición a la reconstrucción, y no estoy hablando de asuntos de infraestructura, aunque esta es importante y discutiré el tema en un próximo artículo, sino de la reconstrucción de nuestro tejido social y nuestra cultura: de tantos lazos que se han destruido, del mutuo cuidado y de la confianza que se han perdido, y también de nuestra relación con el entorno ecológico del que somos parte. Con cada despertar vienen una nueva oportunidad y un nuevo llamado a seguir construyendo; cada ser humano construye dentro de sí mismo y entre todos construimos nuestra sociedad y nuestra cultura. Esta es una tarea en sí misma difícil y que no termina, es cierto, porque nos transformamos constantemente y cada nueva forma emergente en lo individual o lo colectivo requiere la construcción de nuevas estructuras personales o sociales. Esto se vive entonces todos los días, sí, pero el momento por el que estamos pasando exige ir todavía más allá. Exige revisar los principios y los valores que subyacen a nuestra cotidianidad. Y hay que estar a la altura de las circunstancias: no es sólo construir lo nuevo, ¡hay que reconstruir lo que con el conflicto hemos perdido! Por eso los invito a Sense V – Reconstrucción, que “abre su quinta versión en el centro de Medellín para generar un espacio de reflexión sobre cómo podemos aportar desde lo individual y lo colectivo al futuro de Colombia. Este evento y espacio pop up de cocreación temporal, habitará el Claustro de San Ignacio de Comfama durante todo el mes de septiembre. ?Como en cada versión, un equipo de talleristas fue invitado a realizar propuestas creativas todo el mes, teniendo como referente un tema coyuntural para la ciudad y el país y la obra de un artista. Esta vez, ellos motivarán al público a la Reconstrucción, inspirados en la artista colombiana Doris Salcedo, y su arte como actos de memoria”. (Más información: www.humanese.co/sensev).
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Quien aspire al poder tiene no sólo que haberse comprometido con el trabajo constante en la construcción de lo que, por sentido común, tiene sentido (la reducción de la pobreza y las desigualdades, las oportunidades de disfrutar de un medio ambiente sano, el aseguramiento de la salud y la educación, etc.), sino que tiene que desear reconstruir esos cimientos que tanto se han maltratado en nuestro país, y tiene que desearlo apasionada y enérgicamente. Una de las ventajas más importantes de esta etapa que estamos atravesando como país es que se nos abrieron un poco más las puertas que conducen a las fundaciones de esta gran obra que es nuestra sociedad. Tenemos la oportunidad de verlas más de cerca, de examinar cómo la corrupción y la violencia las han corroído y, sobre todo, de entender que somos nosotros mismos los que en gran medida constituimos esos cimientos y que, reconstruyéndonos hacia la paz, reconstruimos el país también. Este entendimiento depende de cada uno de nosotros, pero el 27 de mayo del 2018 tendremos que recordar que esa persona que elijamos tendrá en sus manos grandes posibilidades para ayudarnos a reconstruir, o para seguir permitiendo el deterioro de la sociedad. Optemos por quienes quieran crear un mejor futuro.