El turismo: la empresa más frágil del mundo

Autor: Sergio Roldán Gutiérrez
28 junio de 2017 - 12:09 AM

El turismo implica un mínimo de desarrollo a todo nivel, esto es, desde tener lo básico elemental resuelto, hasta tener fundamentos simples como sentido común y capacidad para comunicarse.

Cuando a mediados de los 80´s le vendieron a la población Catalana de la ciudad de Barcelona que sería la mejor esquina de Europa, -un eslogan que se tomó al pie de la letra después en Antioquia-, a nadie se le pasaba por la cabeza lo que implicaría 35 años después. No existe un solo lugar donde no esté un turista, al punto que ya se empiezan a ponerse de moda los establecimientos efímeros que permanecen por un par de días, antes de ser descubiertos por los turistas, en los que se trata de recibir solamente catalanes, luego desaparecen.

Lo digo porque este tema del turismo implica un mínimo de desarrollo a todo nivel, esto es, desde tener lo básico elemental resuelto, como agua potable, alcantarillas, entre otros, hasta tener fundamentos simples como sentido común y capacidad para comunicarse.

El aeropuerto que sirve a Barcelona, ubicado en el Prat, ayuntamiento vecino, se ha venido reformando sucesivamente de acuerdo a la afluencia de tránsitos que sobre él se operan, alcanzando ya en su última ampliación, la capacidad para recibir más de 50 millones de personas al año. Eso, en un español ramplón, quiere decir que esos turistas pueden ir al baño, comer, conectarse a internet, desplazarse, comprar, tomar agua, dormir y muchas cosas más sin ningún problema, con o sin dinero pueden hacer todo lo que es común a las personas independientemente lo que tengan o no.

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Imagínense París, que dicen las proyecciones que entre los registros de turistas y los que llegan sin que nadie se entere a la ciudad, casi 150 millones de turistas pasaron por debajo de la torre Eiffel el año pasado, es decir, que si cada uno le compró una torrecita pequeñita de recuerdo a alguien, París recibió 150 millones de euros sin mucho trámite.

Digamos que son dos ejemplos extremos de alto nivel que entendieron a punta de eventos como el de Guatapé lo serio que es este negocio. De sólo imaginarme los ataques de eficiencia del ministerio de turismo cerrando, después del evento, Asobarcos, y dejando miles de lanchitas en el golfo de Morrosquillo y en más de una docena de embalses, en la misma Cartagena, subiendo en ellas personas alicoradas y sin una sola medida de protección. De sólo imaginarme al Presidente de la República por fin conociendo desde el fondo la situación de Guatapé, obviamente, después del evento, en la noche, lloviendo y por casi una hora, que es el tiempo suficiente para conocer un territorio, y abucheado por sus habitantes. De sólo imaginarme a todos los entes de control súper interesados e investigando indignados la tragedia, cuando han visto durante años con pasmosa normalidad cómo en cada rincón del país donde se hace un evento turístico se deja nuevamente a la suerte la vida de todo el que llega, de todo el que pasa, de todo el que permanece.

Es el momento donde todos opinamos. Como buenos latinoamericanos decimos lo que se debió hacer y soltamos la frase lapidaria: “antes se había demorado mucho”, pero es que todos grabando en la orilla, lo que está pasando a escasos metros de ella, todos mirando sin ninguna capacidad de reacción, algo de desconsuelo y de impotencia y de rabia genera.

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Hoy, después del evento, hay buzos expertos, cuerpos de socorro, ejército, bomberos, entre otros, pero en par de semanas, nuevamente seguirá la vida, recordando, Guatapé, los perdidos en las caminatas por las montañas colombianas, los desaparecidos en el mar, en los nevados, los cientos y cientos de turistas que han padecido la improvisación de una empresa altamente frágil y peligrosa como lo es el turismo sin infraestructura, sin sentido común, sin responsabilidad. Hoy muchas familias de todo el mundo que han tenido que venir a Colombia a buscar los cadáveres de los suyos porque absolutamente todo se lo confiamos a nuestro Sagrado Corazón de Jesús.

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Comentarios:

Duverney
Duverney
2017-06-28 06:54:27
Tristemente es una realidad de este país tercermundista, la falta de oportunidades reales de trabajo deja a los turistas a merced de unas personas que están en el llamado rebusque, que ofrecen todo tipo de toures e infinidad de atractivos improvisados Y sucede lo que sucede.

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