Aunque todavía hay mucho por hacer en equidad de género en Colombia, un selecto grupo de mujeres hace parte de las grande ligas que disputarán la Presidencia de Colombia.
La reciente conmemoración y celebración de los 60 años del voto femenino en Colombia, es una ocasión muy propicia para hacer una retrospectiva y análisis no del papel de la mujer como electora, que es fundamental y cada vez más decisivo, sino del protagonismo de ellas mismas como candidatas o elegibles en los diferentes cargos de elección popular, tanto en el poder Ejecutivo como en la rama Legislativa.
Esta situación de la participación política de la mujer colombiana adquiere interés público por la temporada preelectoral que se registra en el país, con motivo de los comicios legislativos y presidenciales en marzo y mayo del 2018, las llamadas elecciones nacionales.
Y aún más por el hecho que varias mujeres figuran en el abanico de candidatas a la Presidencia de Colombia y muchas otras hacen parte de las listas al Senado nacional y a las Cámaras regionales aunque no en un porcentaje de paridad o de equidad entre los dos géneros.
Tanto el experto electoral Guillermo Mejía como la vicepresidente de la Unión de Ciudadanas de Colombia, Sonia Vásquez, consideran que aunque en esas seis décadas se han dada algunos pasos en contra de la asfixiante cultura machista en la política y el absorbente poder de decisión del hombre en el campo electoral, el panorama y los resultados alcanzados aún no siguen siendo muy alentadores.
Para la Registraduría Nacional del Estado Civil el principal avance para mejorar la presencia de la mujer en la vida política, se dio luego de la promulgación de la Constitución del 91 con el reconocimiento de la equidad de género.
Este ordenamiento constitucional permitió en el año 2000 la expedición de la Ley 581 que obligó a incluir a la mujer en ternas y listas.
Y más reciente con la Ley 1475 que dispuso la adopción de normas dirigidas a impedir las discriminaciones políticas por razones ideológicas, económicas, sociales, de sexo o de raza.
Con esa normatividad comienza a vislumbrarse un mejor futuro para cerrar un poco la brecha entre el hombre y la mujer en la actividad política, pero aún falta mucho.
Hoy es más fácil que ellas accedan a un puesto por nombramiento y por concurso, que por elección a corporaciones y a responsabilidades en el ejecutivo.
La propia Sonia Vásquez relató que ha vivido en carne propia la imposibilidad de participar como candidata por varios factores, entre ellos el económico ante el alto costo de las campañas.
Además los datos históricos de la Organización electoral son contundentes. Jamás una mujer ha llegado a la Presidencia de la República y es poca la participación de éstas en las gobernaciones y alcaldías.
Pero a pesar de ser Colombia una sociedad aún muy excluyente, mujeres como Elsa Noguera, María Emma Mejía, María Ángela Holguín, Clara López Obregón, Gina Parody, Viviane Morales, Martha Lucía Ramírez, Gilma Jiménez, Íngrid Betancourt y Cecilia López, entre otras, han trascendido por la puerta grande y se han destacado en el mundo político y público nacional, demostrando grandes capacidades y resultados.
Presidenciales
En el pasado quedaron como pioneras en el meritorio intento de llegar a la presidencia de Colombia nombres como los de María Eugenia Rojas, Socorro Ramírez, Ingrid Betancourt, Clara López, Marta Lucía Ramírez y Noemí Sanín, quienes en medio de las dificultades y del machismo ancestral colombiano abrieron el camino que conduzca por primera vez a que una mujer en Colombia dirija al Gobierno Nacional.
Es así como en las grandes ligas de la actual campaña presidencial aparece un ramillete de mujeres que también está dando la batalla democrática por la jefatura del Estado.
La conservadora Marta Lucía Ramírez y la dirigente de la izquierda democrática Clara López Obregón son las dos que repiten aspiración, toda vez que compitieron hace cuatro años en la primera vuelta con votaciones muy dignas, que les permitieron volver a poner su nombre y proyecto de gobierno a consideración de los colombianos.
Ambas coinciden en que se alejaron de sus partidos de origen, el conservador y el Polo, y ya son aspirantes por firmas de sus propios movimientos.
También las distancian sus posturas sobre el proceso de paz. Mientras Marta Lucía Ramírez hace parte de la coalición del NO que se formó entre el uribismo y el pastranismo, la exalcalde bogotana anda en serios coqueteos con el también líder de la izquierda Gustavo Petro, ambos del SI, y para al menos, con otros grupos alternativos constituir una lista conjunta al Senado.
Ramírez, quien fuera la primera ministra de Defensa, se la está jugando a ser la candidata de esa alianza de centro derecha o la fórmula vicepresidencial.
Luego aparece la opción de Piedad Córdoba tras recuperar sus derechos a elegir y ser elegida. Se tuvo que alejar de su Partido Liberal y ahora con su movimiento Poder Ciudadano, se presenta por primera vez como candidata presidencial, luego de una longeva trayectoria como diputada, representante a la Cámara y senadora.
Y tras sus denuncias comenzando el siglo por la presencia paramilitar en el Congreso, tomó vuelo en los últimos años la figura de la temperamental politóloga Claudia López, quien tras ser elegida senadora en el 2014, ahora se juega un espacio como opción presidencial con su Alianza Verde, lo cual está a punto de concretarse o desbaratarse con sus “socios” del Polo y de Compromiso Ciudadano.
Entre tanto, el Partido Liberal en contravía de sus principios de respeto al disenso, se dio el lujo de cerrarle el paso a las senadoras Sofía Gaviria y Viviane Morales, y la expectativa es cuál será el camino que cogerán estas dos dirigentes políticas luego que desconocieron la jefatura liberal y al candidato presidencial de ese partido.
Y en el uribismo dos senadoras, Paloma Valencia y María del Rosario Guerra, fueron las dos primeras damnificadas de las estadísticas que están empleando para nominar al candidato presidencial del Centro Democrático.