¨La vida tiene lugar en cada instante y ese instante siempre cambia. Lo más inteligente de hacer es abrir el oído y escuchar el sonido de inmediato, antes de que el pensamiento tenga tiempo de transformarlo en algo lógico, abstracto y simbólico¨. John Cage (1952)
María Beatriz Villa Cala
Los seres humanos dividimos la continuidad de la existencia en fragmentos de tiempo. De manera automática e inconsciente, las reflexiones, decisiones y comportamientos se basan en hechos pasados o futuros; o en antelación a lo que está por venir. La división del tiempo en la vida diaria hace que nuestra atención se disperse y que le concedamos mayor importancia a los fenómenos visuales, lo que ocasiona una desconexión entre la vida y las vibraciones sutiles de la atmósfera. Estos movimientos energéticos, imperceptibles por el sentido de la vista, se transforman en audibles al disponernos a la escucha cuidadosa. Solo así nos percatamos de las experiencias más profundas e íntimas.
En el pasado, el proceso de escucha estaba limitado a la música que conocíamos. Con el desplazamiento de la música al sonido durante la segunda mitad del siglo veinte, la consciencia sobre las múltiples dimensiones del sonido se amplia y avanzamos hacia una percepción del tiempo en la que el pasado, el presente y el futuro se unen en un enorme continuum. El sonido pasa a ser tiempo, flujo, duración y llegar a ser.
Partiendo de esta noción, los sonidos llegan a concebirse sin un propósito final. A diferencia de la idea tradicional de la música percibida como un viaje, con un principio y un fin, en las experimentaciones sonoras actuales el objetivo es la experiencia misma. La continuidad en los sonidos ocurre entonces como un proceso general de acción y no como una fragmentación en el tiempo. La importancia está en la naturaleza única del momento presente, y no en el sonido entendido como un objeto en el tiempo. En este sentido, el trabajo de John Cage sirve para ilustrar el desplazamiento de los métodos musicales tradicionales a las experimentaciones con el sonido. Fue él quien cuestionó las unidades herméticas de composición, performance y escucha. Por lo tanto, sus obras siguen siendo de gran interés en lo que concierne al arte sonoro.
Las nuevas propuesta entorno a la creación sonora en Medellín, combinan el conocimiento musical académico con el saber práctico de artistas perteneciente a otras disciplinas, quienes encuentran en el sonido un lenguaje de expresión y en el que las investigaciones sobre música experimental de la década de los sesenta, así como las influencias de artistas que han jugado con sonidos no tradicionales, silencio y ruido como Cage, tienen un papel relevante.
4x10. Exploraciones sonoras sobre el tiempo, es la muestra que actualmente se presenta en el Lab3 del Museo de Arte Moderno de Medellín (Mamm), en la que se evidencia un desplazamiento al “sonido” en su forma más pura y un cambio del “tiempo” a la “duración”. Aquí vemos cómo el campo de lo puramente musical abarca otros dominios, como el de ambientaciones sonoras, ecología acústica, ruidismo, radioarte, paisaje sonoros, entre otros; abarcando el amplio campo de la música experimental y las artes electrónicas. Las piezas, de cuatro minutos de duración y expuestas durante cuarenta minutos, se presentan dentro de dicha interdisciplinariedad acusmática. Se trata de diez proyectos sonoros pensados a partir del concepto del tiempo en la música, creados en el marco de la celebración de los 40 años de historia del museo y para invitar a reflexionar sobre otros lenguajes de la creación contemporánea, así como del fortalecimiento de la escena local.
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Seis altavoces ubicados en el Lab3 (Laboratorio de Experimentación Sonora del MAMM) y 10 asientos dispuestos en circulo en el medio, acondicionan la sala para profundizar en un viaje sonoro sin límites, en la que el conjunto de sonidos crea una atmósfera envolvente. En este espacio, los visitantes pueden dedicarse a la contemplación sonora de manera natural y sin constricciones de tiempo. La sensación es la de estar en otro lugar, en otro tiempo, quizás en un presente continuo donde se eliminan los pensamientos acerca del pasado y del futuro. Es necesario por tanto, que el oyente se abra ante la posibilidad de inmersión en ese paisaje sonoro, que se libere de cualquier expectativa y se aleje de su cotidianidad durante los minutos en los que transcurre el loop con todas las obras, las cuales están divididas por cortos silencios; estos no son más que la ausencia de los sonidos a los que hemos estados siempre expuestos, pero que en este caso brindan una gran oportunidad de introspección.
Aunque para esta travesía sonora no existe un principio ni un fin, se puede comenzar y terminar con cualquier obra sin necesidad de que exista un orden específico, de la misma manera en que podemos suspendernos en el tiempo y perder la consciencia acerca del pasado, el presente y el futuro; el siguiente recorrido es solo una propuesta a través de las experimentaciones sonoras que ahí se exponen.
13 rt U. Ensamble Æôn. Barridos, toques de puertas, objetos arrastrados, el tintineo de vasijas, además de otros sonidos cotidianos menos identificables, se transforman en sonidos armónicos por medio de varios mecanismos de síntesis digital. Se trata de una melodía expectante, repetida 13 veces en un loop de 18,46 segundos, que puede concebirse como preámbulo de las otras piezas, debido a los efectos resultantes del proceso de síntesis digital. Similar a la manera en que una banda sonora realiza su apertura, esta conlleva a la reflexión inicial del tiempo. Específicamente sobre el tiempo aiónico, que no es más que el tiempo que no transcurre; tiempo que es pasado, presente y futuro al unísono, el tiempo en el que una acción cotidiana puede ser percibida desde las 13 regiones temporales del universo (similares a los trece ciclos que la luna completa durante cada ciclo solar), en un único instante que trasciende la dualidad espacio-tiempo. El Ensamble Æôn ha creado un ambiente sonoro capaz de transportar a los oyentes a un estado profundo de escucha, en el que la vivencia de lo cotidiano se aborda desde una perspectiva distinta.
Oxido. Juan Esteban Gardner. Una atmósfera sideral compuesta por sonidos ácidos que hacen alusión a los metales, se presenta a partir de largos cortes de notas generadas mediante síntesis modular, las cuales alteran la velocidad y añaden diversas texturas. Los sonidos brillantes del espacio astral al que parece aludir, están hechos a partir de procesos de síntesis granular. Esta pieza invita a reflexionar sobre la vulnerabilidad del ser y la identidad colectiva a través del sonido. Por lo tanto, es este el momento en el que los oyentes pueden identificarse más con su ser interno, con ese ser individual que los caracteriza.
Concentric Nothings. Lucrecia Dalt. Separación y entrelazamiento de sonidos en el espacio y el tiempo a partir de un ejercicio lírico de disolución de la voz. Modulaciones de la voz que traducen otra forma de canto. Se trata de una experimentación o toma de consciencia sobre el tono, el ritmo y los cambios en el rango o en el pitch de la voz. Todo esto partiendo de una letra escrita por la artista en colaboración con Henry Andersen, un artista y compositor australiano.
Psique. Julianna y Merino. El tiempo onírico y el subconsciente representados en una pieza de ritmos punzantes y enérgicos. Los sonidos oscuros que se escuchan en el trasfondo parecen representar la zona profunda en el ser humano donde se encuentra la psique. La pieza fue creada con algunas herramientas utilizadas por los artista en sus propios proyectos de música electrónica, como Arturia Microbrute, Roland JV2080 y TR-08, grabaciones de campo y de la voz, y Varios VST. Así definen la pieza: “Psique, alma, fuerza vital. Ambivalente y herida, la psique se funde en los sueños buscando refugio e intentando volver a su modo natural. Recogida bajo el tiempo, ese espacio tan reducido donde debe someterse y padecer a las diligencias de la conciencia que ya está, de por sí, atendiendo las cosas de la vida.”
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Subscendencia. Miguel Isaza. Fragmentos de grandes cantidades de sonidos en pequeños espacios de tiempo, alternados con largos espacios de tiempo en los que la cantidad de sonido es menor, dan cuenta del sonido como elemento maleable que puede granularse en milisegundos, en ondas seno o en sílabas elementales. Esta obra es una exploración de la materia sónica como elemento cosmológico, donde se evidencia el estudio profundo del artista con relación a la acusmática, la inmaterialidad y la ficción sónica.
Ghanta. Andrés Posada y Rodrigo Henao. El tintineo auspicioso de las campanas utilizadas en las ceremonias hindúes, salen por cada uno de los altavoces en una sucesión y su sonido transporta automáticamente al visitante a una cultura lejana. Para esta obra la campanas (Ghantas) fueron tañidas, frotadas y raspadas con baquetas y otros materiales; luego los sonidos se procesaron digitalmente para buscar la acumulación de capas y líneas sonoras. Es cierto que los simples patrones rítmicos aluden al transcurrir del tiempo entre el comienzo y el cese de una practica espiritual, pero al mismo tiempo pudieran remitirnos a un momento estático en el que transcurre dicha practica, a una experiencia que no cambia, que es siempre presente, a un aquí y ahora delineado por las vibraciones producidas por el campaneo de las Ghantas.
Bardo 02. José Santamaría. Musicalidad mediante los sonidos aparentemente no musicales, en un proceso que remite a la música electrónica. Un trabajo de síntesis de los sonidos de ríos, diversas texturas y timbres que crean una paleta sonora más amplia. El artista se ha planteado para esta obra, así como lo ha hecho para el tema de investigación que ha sostenido por más de diez años, si de la misma forma en que el prisma logra descomponer la luz blanca en colores, es posible descomponer el ruido blanco en sonidos armónicos, notas temperadas y crear música solo a partir de los sonidos del río. Es posible que los sonidos oscuros y profundos presentes en este trabajo nos hagan concebir la fase de proximidad a la muerte no como el final de la vida sino como una transición; así como un río nunca llega al final de su curso y por lo tanto su sonido remite a un flujo continuo y nunca cambiante.
Venetia Phair dijo Plutón. Eliana Beltrán. Fragmentos de textos sobre el concepto de tiempo en la geología. Se trata de las lecturas de Jimmie Durham y Richard Serra acerca de las antiguas teorías sobre el origen del material de la corteza terrestre (plutonismo/neptunismo). La voz se combina con el sonido de un litófono construido por la misma artista. Esta pieza invita a reflexionar sobre los procesos geológicos como metáfora de un tiempo lento y femenino representado por las rocas. En la producción colaboraron técnicamente Emmanuel Lecoutey, Helman Castañeda y Hangar.org.
Imbricación. Taller [expr]. Superposición de elementos tímbricos sucesivos en un determinado tiempo, que inicia con un bajo cifrado y limitado en frecuencias al que poco a poco se le suman otras sonoridades tanto acústicas como electrónicas. Esta composición colaborativa inspirada en la música minimalista parte de la economía de medios para llegar a la máxima expresividad de los sonidos.
Cuatro gestos para un espacio. Jaime Carvajal. Grabaciones de campo con las que el artista captura, analiza y procesa grabaciones realizadas en Ciudad del Río y algunos espacios interiores del Museo, creando una pieza con evocaciones al ambient y a paisajes granulados que nos sumergen en la reflexión sobre el tiempo y el espacio a partir de las partículas sonoras del entorno. Es evidente que esta pieza invita a la concientización de las sonoridades presentes en los espacios que a menudo visitamos.
Es así que esta deconstrucción de la música, de los sonidos tanto urbanos como naturales, presentes en la nueva exposición del Lab3, puede verse como una manera de enseñarle al mundo a escuchar, al transformar nuestra interacción con el sonido y al desencadenar ideas, sentimientos y memorias, por ende cuestionando nuestras relaciones con el ser y el tiempo. La muestra estará abierta desde el 21 de marzo hasta el 4 de junio de 2018.