El salario mínimo, la familia y las necesidades básicas en Colombia

Autor: Héctor Jaime Guerra León
11 diciembre de 2019 - 12:00 AM

La recepción del salario mínimo al trabajador le genera la corresponsabilidad de aportarse a sí mismo y a su familia, los gastos habituales más esenciales y la provisión de las condiciones materiales, culturales y necesidades mínimas de subsistencia.

Medellín

Por estos días empiezan las importantes discusiones que gobierno y representantes de los trabajadores realizan año tras año, para definir el incremento que ha de hacerse al salario que como mínimo deben devengar quienes tienen el “privilegio” de trabajar en Colombia, pues bien sabido se tiene que infortunadamente muchas personas –a pesar de las grandes necesidades y falencias que en materia económica tienen- no han podido acceder a un empleo digno en nuestro país, teniéndose que relegar –muchas de Ellas- a trabajos y tareas denigrantes e informales que ni siquiera les da derecho a ganarse lo mínimo que –por ley- debe recibir por su jornada laboral un trabajador en nuestro inequitativo sistema laboral.

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Este salario ha de entenderse, como lo mínimo que una persona y su familia requieren para su sostenimiento y manutención. Dicho de otra manera, es lo que -según nuestra legislación- necesita una familia del común para alimentarse-nutrirse, escolarizarse-educarse y conseguir techo- habitación, fuera de otros gastos que –con este sueldo- ni un mago los podría cubrir, pero que deben salir también del mínimo, como en efecto son la recreación, el deporte, lúdica, esparcimiento, etc., etc.

Los técnicos hablan del Salario mínimo Legal Mensual Vigente-SMLMV, como el estipendio que una persona recibe por haber gastado su fuerza laboral, haber dedicado su esfuerzo físico y psicológico al servicio de un arte o profesión y con el cual debe proporcionarse no solamente su recuperación, para continuar ejercitando dicha labor, sino también el cuidado y sostenimiento de las necesidades básicas de su entorno familiar.

En resumen, la recepción del salario mínimo al trabajador le genera la corresponsabilidad de aportarse así mismo y a su familia, los gastos habituales más esenciales y la provisión de las condiciones materiales, culturales y necesidades mínimas de subsistencia e indispensables para el acceso y disfrute de una vida digna- normal, en familia.

Lejos estamos que ello sea posible. Es claro que con este dinero no alcanza para todos esos gastos; sin embargo, en nuestro país los trabajadores y, obviamente, sus familias, no tienen más alternativa, deben aprender a defenderse con dicho ingreso, el cual también, fuera de su poquedad e insignificancia frente a las inmensas necesidades y obligaciones que los rodean, tiene otras variantes que hacen que cada vez sea menor la capacidad adquisitiva de su salario. La devaluación y la inflación son fenómenos que en Colombia le hacen daño enorme al salario; pues de un lado nuestra moneda pierde cada vez mayor solvencia y vigor frente al dólar y –además- el valor de los productos propios de la canasta familiar, no sólo aumenta con el incremento anual del mínimo, como debiera ser en una sana lógica económica, sino que -para nadie es un secreto- los productos de la canasta familiar están sujetos -casi siempre- a incrementos que no sólo devienen con el aumento del salario, sino también con la irrupción de otros fenómenos y factores que se presentan con frecuencia, afectando negativamente los precios de dichos artículos.

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Es innegable que los alimentos, el techo, la educación, la recreación y todo lo que básicamente una familia requiere para tener una vida digna, depende no simplemente del aumento anual que recibe el SMLMV, sino que el ingreso producto del salario en nuestro país está supeditado- afectado, por muchos otros factores, tales como: el clima, la violencia, la corrupción, el orden público, las relaciones internacionales, entre otras causas que ocasionan grandes declives en la economía y nefastas variaciones en las balanzas de precios, colocando en calzas prietas no sólo a la economía en general, sino de manera especial y directa a quienes tienen que vivir de un salario mínimo, como única alternativa de subsistencia ante la precariedad de estos ingresos

Post scriptum: Al momento de remitir este trabajo al editor, supe que el “…aumento para 2019 fue del 6%, lo que dejó el salario mínimo en $828.116 y ha sido el aumento más alto en los últimos 25 años. Para el próximo año, la cifra no será tan alta y si se llegase a fijar en 4%, quedará en cerca de $861.500, lo que significa que aumentará alrededor de 33 mil pesos”.

¡Cómo les parece pues! Que esperanzas!

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