A las 10:35 de la mañana el papa Francisco ascendió al papamóvil para recorrer las calles que separaban los cuadrantes en los que fueron repartidos los fieles que asistieron a la misa campal de este sábado en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín. Fueron exactamente 65 minutos de retraso con respecto a la agenda oficial, razón a la cual los fieles asistentes a  la celebración expresaron desazón ante la velocidad con la cual el vehículo cumplió su trayecto.

Las razones del retraso fueron ampliamente comentadas: la densa neblina entre los valles de Aburrá y Sajonia hizo que, como medida de precaución, se trajera al papa hasta la ciudad por la vía Las Palmas. Y aunque con tráfico controlado ese trayecto se podría hacer en 40 minutos, los vecinos alertados por las transmisiones de radio y televisión salieron a la calle para saludar al Pontífice en el inesperado recorrido.

Lo más importante, para empezar, es que el recorrido se hizo. El riesgo de que no ocurriera estuvo latente en dos momentos. Primero, cuando muchos de los presentes, en su ansiedad por estar en el lugar más cercano posible a la tarima principal, invadieron la vía dispuesta para el vehículo oficial. Durante mucho tiempo, aproximadamente cuatro horas antes de la llegada del papa, desde el templete se decía con insistencia que si no se despejaba la vía la  gendarmería vaticana cancelaría el recorrido. Al parecer, la gente tomó tiempo para entender el mensaje, que finalmente fue acogido. Segundo, cuando se vio en las pantallas gigantes dispuestas por la organización que el papa subía a un carro y no a un helicóptero a su llegada a la base de la Fuerza Aérea en Rionegro. El temor era que se cancelara el recorrido para recortar el tiempo en la agenda papal. 

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El alma les volvió al cuerpo a los presentes, cifrados en 1.296.000 según la alcaldía de Medellín, cuando Francisco, tras recibir poncho, carriel y sombrero de parte de las autoridades locales, puso sus pies en el vehículo oficial. El carro salió por el costado sur del templete y fue en idéntico sentido, viró a la derecha y fue hasta el centro de la pista, que dividía los dos grandes bloques de cuadrantes dispuestos, y recorrió en sentido norte todo el recinto, pasando por entre las tarimas dispuestas para la prensa. Luego de dos nuevos giros a la derecha, volvió a tomar dirección sur y pasó frente al templete. Avanzó unos metros y, cuando parecía que volvería a hacer el trayecto, el papamóvil tomó un desvío hacia su sitio de parqueo. Eran las 10:48 minutos cuando el vehículo se detuvo para que Francisco descendiera. 

Pese a que el recorrido apenas duró doce minutos y a que, según se pudo apreciar, la velocidad del vehículo si dio la sensación de ser alta, la gente lo disfrutó. Nada más verlo en las pantallas iniciar el trayecto, todos los presentes rompieron en aplausos y gritos que fueron ahogados por la música que ambientó el momento. Entre  cientos de miles de personas, cientos de miles de teléfonos móviles debieron tomar millones de imágenes del papa quien, como es habitual, no dejó de bendecir y saludar desde su cabina.

Quienes prefirieron ver pasar al Santo Padre con los ojos propios y no por el lente de  su cámara, acompañaron sus vítores batiendo pañuelos blancos, carteles con fotos del mismo Pontífice y banderas de Colombia, la mayoría, y de países como México, Costa Rica, Panamá y Venezuela, esta última la más vista después de la nacional, seguramente por la creciente colonia de patriotas en estas tierras. 

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“El papa transmite mucha esperanza y alegría con sus mensajes”, le dijo a la agencia Efe Bibiana Carrillo, líder de un grupo de 40 personas que se desplazó hasta Medellín desde los municipios de Chinácota y Pamplonita, en Norte de Santander. “Buscamos un poco de esperanza, entusiasmo y fe para seguir enfrentando la situación por la que pasamos en nuestro país”, declaró a la misma agencia Dubraska Borrero, una venezolana que viajó desde su país para apreciar el acontecimiento.

Una vez concluido el breve recorrido, el papa y los demás ministros presentes, pasaron a revestirse para dar inicio a la solemne misa campal, por la que miles esperaron hasta más de veinte horas.

“Estamos decididos a seguir a Cristo” 

El arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón Restrepo, tomó la palabra luego de finalizar la misa campal para dirigir palabras de agradecimiento y compromiso al papa Francisco, en nombre de los fieles de su arquidiócesis.

“Junto al Sucesor de Pedro, queremos renovar en esta visita nuestra decisión de seguir a Cristo (...) nuestro propósito de seguir aportando el testimonio, los valores y la propuesta cristiana para construir un país reconciliado y con horizontes de esperanza”, señaló en su intervención, la cual comenzó expresando su gratitud a Francisco por haber “querido venir a compartir nuestra realidad y a animarnos en nuestro camino. Dios nos ha bendecido con tantos dones y nos ha ayudado a tejer un proceso histórico lleno de grandes realizaciones”.

Monseñor Tobón reconoció que el país aún no supera “la estructura del mal, que pervierte las conciencias, genera diversas formas de corrupción, mantiene la inequidad social, arruina la vida con el egoísmo y no deja de promover la falsa solución de la violencia”, pero no dejó de lado mencionar que le consuela ver “el entusiasmo y la generosidad de tantos al servicio de la evangelización” y “un despertar del compromiso apostólico de los laicos” e “iniciativas de fe que llenan de esperanza”.

Finalmente, el arzobispo regaló al papa una imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, patrona de Medellín para que, dijo, “mantenga su ardor y haga fecunda su misión apostólica”.