El puticlub

Autor: Fabio Humberto Giraldo Jiménez
23 mayo de 2019 - 09:32 PM

Nos duele el arraigo de esos problemas y el contraste entre el activismo mediático de los funcionarios responsables de su solución y la eficacia de su trabajo.

Medellín

Fabio Humberto Giraldo Jiménez

El periódico El Colombiano registra en nota breve, pero con gran despliegue informativo, las declaraciones de la secretaria de Gobierno Departamental en relación con las amenazas de que son objeto algunos estudiantes de la Universidad de Antioquia (22/05/2019); pero la funcionaria aprovecha la entrevista para referirse a “otras problemáticas que, según ella, afectan a la institución, como la prostitución y el microtráfico”. La evidencia de que estas “otras” terminan siendo más importantes que el asunto original, queda expuesto en el titular: Gobernación denuncia striptease y prostitución en la U. de A.

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Entre el título y el texto se despliega como referencia visual una fotografía de la Universidad que muestra en primer plano a tres jóvenes estudiantes, dos hombres y una mujer, que caminan presurosos hacia sus labores escolares como miles y miles de ellos lo hacen diariamente desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche, con el cacumen pleno de afanes existenciales, alegrías, ideales y amores que se cruzan con teorías, conceptos, experimentos, fórmulas y cálculos, con su mochila a la espalda llena de libros y cuadernos, una fiambrera, una botellita con agua y algún billete bien plegado y escondido de cualquier antojo que descuadre el pasaje. En el fondo de la fotografía está el edificio del Museo y una frondosa arboleda que permiten resaltar en un medio plano la escultura del Maestro Arenas Betancur El hombre, creador de energía como una alegoría de lo que realmente hace la universidad todos los días y a todas horas: convertir la inteligencia en progreso para los estudiantes, sus familias y la sociedad.

Después del título y la fotografía sigue el texto en el que se cita entre comillas a la funcionaria del gobierno departamental: “Hoy las universidades públicas están muy sensibles en problemas de orden público en su interior, especialmente la U. de A. (...) Tenemos brotes de microtráfico, ventas ambulantes de personas externas de la institución, se ha presentado la utilización de aulas para striptease con mujeres y ciertos grados de prostitución…”. Y finaliza el entrecomillado con la alusión al asunto que motivó originalmente la breve nota del periódico: “explicó que, en el caso de los seis estudiantes amenazados, ya se tiene línea de la procedencia del panfleto y el comité de garantías y derechos ya está sesionando para acompañar a los alumnos”.

Pero si el titular remite al texto y en el medio queda la imagen de la Universidad como referencia visual, cualquiera podría deducir que los tres jóvenes de la fotografía van presurosos para un salón que se anuncia con bombillo rojo y que ha sido acondicionado en su interior para “pole dance” con barra incluida y con música al estilo de Dance For you de Beyoncé, Baby, one more time de Britney Spears o con bachata; que el joven que va adelante es un proxeneta, que el que lo sigue es un voyerista y que la joven es la exhibicionista; que miles de estudiantes, profesores y jubilados viejos verdes deambulamos por el claustro académico esparciendo semen como sátiros jadeantes; que hay salones adaptados con cubículos para paraítos y rapidines; que como la universidad es de “puertas abiertas” -con la e y con la r-, como dice la señora secretaria, puede incitar a la perdición de los castos y pudibundos seres que habitan el virginal edén de las afueras de la universidad donde el lascivo putas no ha hollado ni follado; y que siendo la universidad una voluptuosa fulana que ofrece su carne encantada y un vaporoso cachimbombo, resulta un peligro para la ciudad celeste, para la Jerusalem libertada, para la ciudad de dios que tiene su empíreo en la Gobernación.

Como en la retorta de un alquimista loco que convierte el oro en basura, la universidad resulta convertida en puticlub. Ya en otra ocasión el alquimista mayor, el de traje de arlequín dominguero, había convertido en antro a la Institución de la que fue Rector y de la cual es hoy presidente de su Consejo Superior, condenándola con su palabra de reyezuelo antifilosófico a lo más oscuro de la caverna de Platón.

Para abreviar, entre el titular, la foto y el texto, hacen de la Universidad un amanecedero de los mismos que no aparecen en los registros oficiales de las autoridades pero que son prolija y seductoramente anunciados en varias páginas de Google como lugares en los cuales los gallos cantan toda la noche.

No soy mojigato ni cobarde ni pretendo que se escondan los problemas. Antes bien, es justo reconocer que el microtráfico y la drogadicción, las ventas ambulantes, los capuchos violentos y las conductas envilecidas o reprochables moralmente pueden ser más graves de lo que la señora secretaria afirma, que muy seguramente existe prostitución de todo tipo y género como ya se denunció en relación con las más reconocidas universidades privadas de Colombia y de Medellín y que muy seguramente se realizan eventos como el striptease. Y, sobre todo, que nos duele el arraigo de esos problemas y el contraste entre el activismo mediático de los funcionarios responsables de su solución y la eficacia de su trabajo.

Pero aparte de la mala imagen no siempre mal ganada aunque sí magnificada por malquerientes de la universidad pública, hay algo que no me cuadra en estas declaraciones de la señora secretaria no solo por el contenido que desvirtúa por completo a la Universidad de Antioquia, sino también por la irresponsable costumbre de denunciar aquello de lo cual ellos son responsables de solucionar repitiendo en medios de comunicación la inocua y siempreviva fórmula tranquilizante: “la Secretaría de Gobierno debe protegerla y estos fenómenos son materia de investigación para corregir la situación”.

Entiendo que la principal función de la Secretaría de Gobierno y de la Gobernación, por supuesto, es el control del orden público por delegación especial de la primera autoridad. Eso convierte a la titular de esa dependencia oficial, por delegación, en el policía máximo del departamento para que a su vez la policía profesional se encargue de la operatividad. Y no encuentro que sea propio de la secretaria ejercer sus funciones mediante ruedas de prensa, delegando en la opinión pública, siempre tan impredecible, la potestad de juzgar y de actuar.

Hay en este caso mucho de omisión y de elusión de responsabilidades porque se privilegia la supervivencia electoral del funcionario sobre su obligación legal, la política sobre el derecho.

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Esta declaración pública que, repito, no desmiento, aunque sea dañina, es una especie de renuncia a la autoridad y una delegación de funciones en la opinión del público para que este solucione el problema. Es como si un policía que, siendo testigo de un atraco, corriera diligentemente a buscar un periodista y un reportero gráfico para que le tomen la entrevista y la foto con el atraco de fondo o como si corriera a clamar ayuda a la muchedumbre iniciando con ello un linchamiento.

 

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