No se debe instrumentalizar o manipular a un pueblo de más de 40 millones de personas para cubrir un escándalo.
Después de meses de tensión y amenazas, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdo?an, invadió el norte de Siria para repeler a las fuerzas kurdas del FDS (Fuerzas Democráticas Sirias) y crear una “zona segura” que garantice una disminución de inmigrantes a la llegada a su país. Luego de dos días de combates el gobierno turco reportó la baja de 277 kurdos, 16 civiles muertos, 53 heridos y más de 100.000 personas desplazadas, con la inminente amenaza de Erdo?an de que si la comunidad internacional se pronuncia al respecto, tres millones de refugiados sirios serían enviados a Europa.
Estos ataques se dan luego de que el pasado 7 de octubre el presidente Trump retirara sus tropas de la zona de frontera controlada por los kurdos al noreste de Siria, lo que causó conmoción en el ámbito internacional, ya que los kurdos fueron sus aliados claves en la lucha contra el Estado Islámico, donde sacrificaron su vida más de 11.000 kurdos.
Los kurdos también fueron aliados de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial contra el ejército nazi de Adolfo Hitler en diferentes frentes, hecho histórico negado por el presidente Trump. Recientemente apoyaron la guerra librada por Estados Unidos contra Saddam Hussein.
La indignación crece día a día y la comunidad internacional ya empezó a actuar. Francia anunció que está estudiando sanciones económicas y expulsó al embajador de Turquía. El senado de los Estados Unidos aprobó congelar los activos del presidente turco y parte de su gabinete ministerial. Paralelamente, Irán solicitó el retiro de las tropas turcas; y Rusia anunció un posible resurgimiento del Estado Islámico, que ya entró al conflicto detonando un "carro bomba".
Esto sin duda es una acción del presidente Trump para amortiguar las consecuencias de su juicio político por el “Ucraniagate”, que ya rebosó la paciencia del Congreso y la ciudadanía. Desafortunadamente, estas acciones cuestan vidas de inocentes que nada tienen que ver con las irresponsabilidades de los gobiernos. No se debe instrumentalizar o manipular a un pueblo de más de 40 millones de personas para cubrir un escándalo. La comunidad internacional debe actuar inmediatamente y detener este genocidio.