Se impuso el sentido común y el conocimiento científico frente a intereses empresariales dispuestos en evitar símbolos indicando el ADN nutricional de cada producto.
Perú vuelve a ser escenario de una buena noticia. Esta vez no de política o justicia sino de algo que promete repercutir en la salud de la población. Desde hace dos meses y después de seis años de resistencia empresarial, facilitada por los gobiernos de turno, todos los alimentos industrializados ofrecidos a los consumidores deben exhibir octógonos negros visibles, de advertencia, informando si su contenido va más allá de los niveles de sodio, azúcar, grasas saturadas o grasas trans recomendables. Ha quedado pendiente un símbolo señalando su origen transgénico.
Los octógonos negros cuestionan a la población en un doble sentido. Ponen en evidencia su desconocimiento no sólo de lo que ingiere sino también de lo que necesita para contar con una alimentación de calidad superior. El punto de partida es preocupante, entre el 80 y 90% de los productos procesados tendrán que ser etiquetados porque superan los niveles recomendados por el Ministerio de Salud. Un estudio reciente realizado por Axer Consultores indica que el 84% de los consumidores cambiaría sus hábitos como resultado de los octógonos. Perú se suma a Uruguay y Chile que ya cuentan con disposiciones semejantes, mientras Canadá prepara una legislación en el mismo sentido.
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La ley peruana de “Promoción de la Alimentación Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes” además de la advertencia en los alimentos procesados, incluye orientaciones para “la promoción de la alimentación saludable y la gestión de kioscos, cafeterías y comedores escolares saludables en la educación básica”, un sistema de monitoreo de la obesidad infantil, así como la práctica del ejercicio desde temprana edad. Esa intervención en las instituciones educativas está llamada a repercutir positivamente en la condición nutricional de los estudiantes.
Toda una hazaña si se considera cómo han naufragado intentos semejantes en otros países entre los cuales Colombia no es la excepción. Se impuso el sentido común y el conocimiento científico frente a intereses empresariales dispuestos en evitar símbolos indicando el ADN nutricional de cada producto.
Los peruanos saben ahora cuáles son las características riesgosas de tal o cual producto. Viene a continuación el capítulo más desafiante y complejo consistente en construir una cultura alimentaria saludable capaz de reducir los peligros actuales. El primer escollo, los hábitos alimenticios asimilados a la deriva por largos años y asumidos como pertinentes, sin más sustento que el simple consumo rutinario, la tradición familiar o la propaganda. Sin embargo, la implantación de las nuevas normas también sería una oportunidad de reaprendizaje para la empresa privada, el Estado y la población.
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Las empresas, si quieren sostenerse en el mercado, tendrán que desarrollar productos de mejor calidad y colocarse del lado de los consumidores procurando la eliminación de los octógonos de sus productos. Al Estado, en muchos de sus ámbitos de actuación, le espera una ardua tarea educativa, no sólo en escuelas y colegios, como lo establece el reglamento de la ley, empezando por los quioscos y tiendas escolares, sino frente a los millones de habitantes de la más diversa condición social, étnica, económica, educativa y geográfica urgida de alternativas atrayentes y de fácil comprensión que abran un nuevo menú de opciones de consumo. Para la población en general, los octógonos son un recordatorio permanente, no una obligación, de que no puede dormirse en sus laureles ni hacer de ellos parte de un paisaje sin significado. Por el contrario, esos símbolos deberían convertirse en una provocación constante que la obligue a buscar respuestas.
Si el país actúa en todos los frentes haciendo de esta decisión una herramienta exitosa, pronto cosechará en abundancia. Desde sus años escolares los peruanos tendrán criterio para distinguir dañino de saludable y podrán espantar el fantasma de la diabetes infantil cuyo ejemplo más dramático es México. La población de todas las edades tendrá una alimentación no sólo de inigualable sabor sino también más saludable.