Si la conjura contra Uribe no funciona será gracias a la presión que hace el pueblo uribista, el cual va mucho más allá del CD. No se logrará por la buena voluntad de jueces justicieros que cumplen una agenda política.
Definitivamente algunos dirigentes del CD están perdidos para el combate político, o muy confundidos. No entiendo la directiva de Paloma Valencia quien proclama: “Las marchas en apoyo a Álvaro Uribe no son una forma de presionar en la indagatoria”. La senadora dijo que "no se trata de una presión a la Corte Suprema de Justicia, sino de una manifestación de aprecio y gratitud y permanentemente (sic) acompañamiento a quien ha sido nuestro líder e inspirador de nuestro partido".
El pendejismo está de moda. La claudicación está en el aire.
¿Las marchas son entonces para qué? ¿Para apoyar la indagatoria? ¿Para mostrar “nuestro aprecio” por el expresidente Uribe?
Las marchas son para protestar contra esa indagatoria, la cual es una aberración, es un acto injusto que procede de un cálculo político, no de una constatación judicial legitima. Eso es lo que los uribistas pensamos de esa maniobra. Es una operación instigada por Iván Cepeda y sus monstruosos acólitos para abrir la segunda fase de su marcha hacia un “gobierno de transición”.
Saben que con el presidente Uribe al frente del uribismo popular, movimiento que va más allá del CD y de los otros partidos, esa fase segunda será derrotada.
Paloma Valencia se equivoca de nuevo en temas cada vez más centrales. No se defiende así a un líder político de la talla de Álvaro Uribe. No se lucha con tanta precaución preciosista y tanto ilusionismo en un momento de ruda crisis institucional y en un momento de auge de la ofensiva narco-comunista. Este momento no es para “mostrar gratitud”, es un momento para desbaratar una injusticia.
Tal vez la candidez de Paloma Valencia explica por qué la dirección del CD ha hecho poco para organizar las protestar a nivel nacional contra ese proceso inicuo y revolucionario.
Las protestas y las iniciativas de información y organización en defensa del presidente Uribe vienen de la base del CD, no de la dirección del CD. No conozco una declaración oficial al respecto, ni instrucciones, ni criterios de organización precisos sobre ese movimiento de lucha. Veo en las últimas horas a Paloma Valencia dando las direcciones de las marchas y haciendo declaraciones para aparecer como la capitana de un gran movimiento de resistencia.
Pero esa resistencia es sin substancia y sin sentido desde el momento en que un miembro distinguido de la dirección del CD afirma que las marchas son “para mostrar nuestra gratitud” por Álvaro Uribe y “no son una forma de presionar en la indagatoria”. Si ella no quiere “presionar” en ningún sentido lo que tratan de hacer los jueces de la CSJ ¿cuál es entonces el plan real del CD para frenar la intentona de muerte civil de la CSJ contra el expresidente Uribe?
No se defiende al presidente Álvaro Uribe acatando la visión de los enemigos de Álvaro Uribe. Ellos quieren hacernos creer que esa indagatoria es un acto legal y legítimo y que, por lo tanto, hacer marchas ese día es “presionar la indagatoria”.
No se defiende al expresidente asumiendo como legítimos los criterios de los conjurados. Esa actitud no es de combate, es una actitud timorata, acomplejada, en un momento en el que se necesita audacia y determinación.
Nadie en el CD ha dicho que esa diligencia de indagatoria tiene carices de legalidad y que falta demostrar nuestro cariño por el presidente Uribe. Cariño y aprecio y respeto y gran admiración por lo que él ha hecho por Colombia, sí. Uribe merece todo eso. Y más. Pero las marchas son para combatir a los jueces rojos de la CSJ.
¿Por qué Paloma Valencia viene a última hora a lanzar esa línea de desmovilización? Lo que ella dice, en el fondo, es que las marchas y plantones que proponen las bases son inconvenientes, que los señores de la CSJ pueden molestarse y castigar al expresidente.
¡Pero la decisión de matar civil y políticamente al expresidente Uribe ya está tomada! ¿Quién puede tener dudas al respecto? El encarcelamiento del expresidente, o cualquier otra forma de restricción judicial contra él, abrirá una espectacular crisis social y política. Ese acto será la señal que las Farc y sus redes políticas esperan para tratar de tumbar al gobierno o, por lo menos, para hundir al país en un período de conmoción interior o para inaugurar otra fase revolucionaria. Pregúntenles a los impulsores de esta intriga.
Si la conjura contra Uribe no funciona será gracias a la presión que hace el pueblo uribista, el cual va mucho más allá del CD. No se logrará por la buena voluntad de jueces justicieros que cumplen una agenda política.
La frase de la senadora Valencia es, lamentablemente, un error, una idea inoportuna. Es una forma de desalentar y desorientar a quienes desean expresar su solidaridad con el presidente Uribe y quieren expresar su repudio por una operación judicial arbitraria y asombrosa. El 8 de octubre veremos los efectos de esa extraña frase.