A pesar del desprestigio e ilegitimidad, cada día es más claro que a los congresistas no les importa su credibilidad o reputación ante el país.
Hace 75 años, Jorge Eliécer Gaitán planteo un conflicto entre lo que llamó el país político y el país nacional. El Congreso de la República de Colombia, institución a la que pertenecí con orgullo durante tres periodos 2006-2018 como senador, en representación de toda la ciudadanía, donde además de legislar, se hace control político a la rama ejecutiva del poder público. En este momento, la institución que encarna la soberanía popular pasa por una de las peores crisis de legitimidad en su historia. Lastimosamente la gente no se siente representada por quienes ocupan las curules, lo cual se refleja en las diferentes encuestas de opinión que se publican a nivel nacional. Para muchos ciudadanos, el parlamento colombiano es una “guarida” de corruptos.
Un ejemplo de lo anterior, son las grabaciones que publicó en su pasada columna Daniel Coronell sobre el Senador Eduardo Pulgar, quien según parece le estaba ofreciendo un soborno a un juez. También la reciente elección del exalcalde de Girón, John Abiud como Director Administrativo de la Cámara, a pesar de tener varias investigaciones por posibles irregularidades en su administración. ¡Abiud manejará ahora 300.000 millones de pesos al año! No fueron suficientes las denuncias o señalamientos de la ciudadanía que solicitaba que, en un acto de gallardía, el partido de la U no lo postulara; como pasa siempre, no les importó y tomará posesión de este cargo en los próximos días.
A pesar de lo anterior y del desprestigio e ilegitimidad, cada día es más claro que a los congresistas no les importa su credibilidad o reputación ante el país. Esto se explica por la ya anunciada elección del senador Arturo Char a la Presidencia del Senado, quien según una investigación de la veeduría ciudadana “Trabajen Vagos”, durante el periodo 2014-2018 presentó treinta y dos incapacidades por diversas dolencias, que significaron 149 días de ausencia a las sesiones del Congreso. Pero ojalá esto fuera lo más grave. Recientemente la Corte Suprema de Justicia abrió una investigación preliminar contra el senador, después de los señalamientos de la condenada excongresista Aida Merlano.
Sin embargo, es necesario resaltar que no se puede generalizar, también hay muy buenos dignatarios en el legislativo, que trabajan incansablemente por un mejor país. Es así como este grupo de senadores decidió postular a Iván Marulanda para la dignidad de presidente del Congreso, Senador a quien admiro por su valentía, y que junto a mi padre se enfrentó al proyecto político del narcotráfico. Probablemente ya perdió el voto político, pero de lejos ganó el voto popular. Ojalá las bancadas reaccionen y elijan en favor del país. Ojalá apuesten por la recuperación de la legitimidad en el congreso; porque la institución que más directamente representa a la gente, tome un rumbo ético que defienda el interés general.