El oficio de mentir

Autor: Alberto Morales Gutiérrez
31 mayo de 2020 - 12:03 AM

Una de las consecuencias más notables de que seamos la única especie animal con un lenguaje, sintaxis e imaginación, es la de que seamos a su vez, la única especie animal capaz de mentir

Medellín

Durante siglos se ha sostenido que “la virtud” es lo que nos diferencia de las otras especies animales. Según esa hipótesis, nosotros somos buenos por naturaleza, solidarios, bondadosos.

Le tengo una mala noticia. Eso no es totalmente cierto.

Lea también: La mentira como estrategia existencial

Una de las consecuencias más notables de que seamos la única especie animal con un lenguaje, sintaxis e imaginación, es la de que seamos a su vez, la única especie animal capaz de mentir. Si. Solo nosotros podemos mentir, somos capaces de hacerlo conscientemente, de hacerlo motivados por intenciones complejas y lograr incluso atribuirles a otros, esas intenciones.

Un perro, un camello, una rata, no mienten jamás.

Hay quienes hacen de la mentira un oficio. Para la muestra un Nassar, un JJ Rendón, un Uribe. Son muchos y variopintos.

Que te contraten para montar una torva campaña orientada a persuadir a la ciudadanía (con datos falsos y fuentes falsas) de que Colombia es el segundo país que mejor ha manejado la crisis del COVID19, es patético, como suena patética la intención de la campaña en referencia, de “mejorar la imagen” de un presidente también patético, cuya incapacidad se ha convertido en una verdad incontrovertible.

La mentira como vocación la ejerce sin titubeos un personaje corrupto hasta los tuétanos, que mira a la cámara y afirma sin pestañear: “soy un hombre probo”, o también aquel que, aún por encima de un mar de pruebas en su contra, finje inocencia y arguye que “todo fue a mis espaldas”.

El tema cultural y los sistemas de creencias tienen una gran importancia a la hora de evaluar el engaño o la mentira, pues se trata de la construcción de una fantasía con intencionalidad. Es un ejercicio de la inteligencia que requiere gran elaboración y en donde se incorpora la fantasía (¿qué otra especie animal puede fantasear?) y la creatividad de la falsificación (si, sólo la mente humana “crea” en el sentido literal de la palabra).

El problema del engaño es el impacto que produce en las relaciones sociales, en las interacciones y sobre todo, en la ética, que es paradojicamente, una de las más poderosas construcciones de nuestra especie.

Existe tal vez una relación directamente proporcional entre el engaño y su impacto. Es por ello que existen mentiras piadosas, mentirillas, mentiras sociales, en fin. El impacto y la intencionalidad del engaño, finalmente dan grado y nivel a la reprobación al mismo.

El engaño y el acto reprobable gravitan en la vida de la comunidad, como una especie de antípoda, de presencia dialéctica que permite, en la lógica binaria, tener claridad igualmente sobre las dimensiones que puede llegar a tener el ejercicio del bien, del acto bueno.

Permítame usted una provocación adicional: Contrario a lo que podría pensarse, el engaño, esa transgresión ética, no es un asunto meramente unilateral. Confluyen en él las complejas intenciones que animan a quien engaña, y también las intenciones del engañado que, debe entenderse, dicen los expertos, como otro que tiene también motivaciones.

Le puede interesar: Que aquí nunca ha pasado nada

Se requiere tener una disposición para “creer” en la mentira. Es una disposición extraña que linda con el disparate: Aunque todo lo que rodea al “hombre probo” demuestre lo contrario, las motivaciones del que quiere creerle parecieran reflejar la dimensión de su propia moralidad.

La ética es sin lugar a dudas, ese factor cohesionador que da sentido a nuestra existencia. En la ética anida nuestra dignidad, la ética nos protege de la mentira y puede ser el combustible que alimente las batallas del proyecto Humanidad.

 

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Comentarios:

Arturo
Arturo
2020-05-31 18:41:47
Señor Morales que bien se definió usted mismo en este articulo
Edgar
Edgar
2020-05-31 17:41:52
Alberto Morales, no puedo creer que alguien escriba tantas bellaquerías en tan poco espacio, tantas mentiras sin sustento alguno, destilando odio intenso con alguien como nuestro presidente, que ha actuado com se puede, no como se debe, pues , Noticia! estamos en un país tercermundista, donde lo único que sobra son las penurias, la corrupción. El Presidente hace lo que puede, no lo que quisiera y nunca hará lo mínimo para gente sesgada como el "calumnista".
Álvaro
Álvaro
2020-05-31 13:27:57
Y existe también la mentira bella, la que también conocemos como literatura. O van a creer, por ejemplo, que Macondo sí existió y que un señor Buendía llegó una vez donde el Corregidor a decirle que allí nada tenía que hacer pues en ese pueblo no había nada que corregir. En cuanto al gobierno de Iván Duque, creo en su buena fe y en su afán de superar los efectos de la pandemia con el menor mal a nuestra economía. Los hechos son dicientes, pues nuestro país es de los que menos muertos ha tenido como efecto de la Covid 19. Malo sí, malísimo y corrupto, si es cierto lo del contrato cuantioso para mejorar su imagen en las redes sociales. En esa pendejada un gobernante no debe gastar ni un solo peso y mucho menos si ese peso no es de su bolsillo sino del erario. Ya lo sufrimos en Antioquia cuando un señor Pajardo fue Alcalde de Medellín y Gobernador del Departamento o cuando doña Elena Herrán fue Gobernadora, que tuvo un peluquero en la nómina oficial.

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