El océano semántico de las noticias falsas

Autor: Lucila González de Chaves
12 marzo de 2020 - 12:05 AM

Hace ya mucho que se propuso: noticias falsas o falseadas como principal alternativa al omnipresente anglicismo fake news.

Medellín

Desde la Fundéu BBVA:

 

Las noticias falsas (y las falseadas) son una de las principales amenazas para los sistemas democráticos, y su detección es uno de los grandes retos para los profesionales de la comunicación.

Lea también: El lenguaje en la era de la posverdad

Y también lo es que, como ante tantos otros fenómenos, hemos adquirido para designarlo un anglicismo que puede llevarnos a banalizar su significado: “eso de fake news suena menos contundente que los términos falsedad, desinformación, mentira”. Además, es prescindible, porque cuenta con innumerables alternativas en español.

Hace ya mucho que se propuso: noticias falsas o falseadas como principal alternativa al omnipresente anglicismo fake news. En su momento, se explicó que esas dos expresiones aportan matices distintos: una noticia falsa puede serlo porque falte a la verdad de forma involuntaria, o porque lo haga de manera premeditada el comunicador. En este último caso, es más preciso hablar de noticias falseadas, expresión que indica a las claras que la adulteración se ha producido adrede.

 El campo semántico relacionado con este asunto, es como un vasto océano plagado de criaturas no recomendables y a menudo francamente monstruosas.

La palabra más general, la especie más común, es la simple mentira (‘cosa que no es verdad’), una voz directa, clara y de sencilla comprensión, que —quizá por eso— se evita a menudo en el lenguaje políticamente correcto, y se sustituye por el insulso adjetivo incierto; un ejemplo: eso de que tuviste algo con mi amiga es incierto; en lugar de utilizar el vocablo que tiene significación plena: es mentira.

Las mentiras existen. Se mueven, impulsadas por la mendacidad de algunos, a través de: la desinformación (‘acción de dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines’), de la manipulación (‘intervención con medios hábiles y a veces arteros en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares’), y de la posverdad.

La posverdad es una de las voces que se ha incorporado más recientemente al idioma, y lo ha hecho, procedente del inglés (post-truth), para designar la ‘distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales’. El Diccionario lo dice claro: “Los demagogos son maestros de la posverdad”.

Se mueven en el idioma falseado, además de la mentira, la impostura (‘fingimiento o engaño con apariencia de verdad’), la falsificación (‘algo falso o falto de ley’), la simulación (‘representación de algo, fingiendo o imitando lo que no es’) y la falsedad (‘falta de verdad o autenticidad’).

Un caso curioso es el de las patrañas; el Diccionario dice que esta voz se refiere a las ‘invenciones urdidas con el propósito de engañar’, igualmente se les da este nombre a ciertos ‘relatos breves de carácter novelesco’. Seguramente, por esto último, hasta hace unos doscientos años, las patrañas no eran mentiras urdidas para engañar, sino “para divertir o entretener”.

Cuando alguien falta a la verdad, quizás lo haga con algún buen fin (las mentiras piadosas), pero lo frecuente, hoy en la comunicación hablada y escrita, es que lo haga directamente para hacer daño.

Entre estas especies dañinas están la injuria (‘agravio, ultraje de obra o de palabra’), la calumnia (‘acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño’), la insidia (‘palabra o acción que envuelve mala intención’), la asechanza (‘engaño o artificio para hacer daño a alguien’), la falacia (‘engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien’) y hasta el libelo, que, además de ser un libro pequeño, es un ‘escrito en que se denigra o infama a alguien o algo’. Algunas de las anteriores palabras podemos encontrarlas tanto en las páginas de Diccionarios como en las del Código Penal, ya que se consideran conductas punibles.

A veces, para hacer daño ni siquiera es necesario mentir. Es el caso de los chismes, que —como señala el Diccionario— son ‘noticias verdaderas o falsas, o comentarios con que se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna’.

Le pueden interesar: Variaciones en torno al concepto de posverdad

Son muchas las palabras que pueblan el océano semántico relacionado con ls noticias falseadas. Una clase de comunicadores que puede asustarnos, pero cuyos significados y matices conviene conocer para llamar a las cosas por su nombre. Reducirlo todo al manido anglicismo fake news, no es correcto ni apropiado frente a la infinidad de sesgos, de intenciones y maneras de expresarse periodísticamente, y, sobre todo, en las redes sociales, con intención de dañar.

 

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2020-03-12 08:16:29
Tenemos , definitivamente, un idioma rico en palabras, como para recurrir al inglés. Generalmente quien usa ciertos anglicismos, lo hace por aparecer como un intelecual, quedando , finalmente como un pseudointelectual.

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