El nuevo político debe hablar en térmicos de indicadores y formar a los habitantes de su espacio gobernado para que entiendan que significa cada uno.
El desarrollo de las regiones de América Latina depende de la formación de ciudadanía prioritariamente, esto implica una nueva forma de ver el oficio de gobernar y además, una nueva generación de políticos. Es una necesidad urgente, sobre todo porque prepararse para priorizar lo general sobre lo particular es, de lejos, un poco más que un par de títulos. Los partidos políticos se han encargado de sistemáticamente desesperanzar a la población con sus actitudes pendencieras y segregadoras que multiplican líderes con más de lo mismo, exactamente iguales a los de siempre. En la actualidad, una revelación en estos temas de pensar las grandes urbes y aunque parezca evidente; es Nunca se construye nada solo. Para muchos gobernantes su gran proyecto consiste en ser elegido, lo que sigue después de ese día debería tener una precisión quirúrgica y un equipo igual de preciso para ejecutar lo propuesto, de lo contrario, volvemos al más de lo mismo. Solamente en Colombia en un día se eligen 1101 alcaldes, de todos los niveles y la responsabilidad que eso trae de entrada arrastra a los más de 12.000 concejales que también llegan por decisión popular. También se eligen 32 gobernadores que vienen con sus más de 400 diputados. Adicionalmente hoy ya son 280 congresistas. Sin ser muy minucioso, podría de estos casi 14.000 cargos de elección popular elementales, desprenderse unos 100.000 funcionarios de alto nivel que ingresarían a apoyar cada proceso, que pienso, deberían ser formados con un respeto reverencial por lo público y la ejecución para el beneficio del bien común. En México ni se diga, que son casi 2500 municipios y más de 120 millones de personas, y territorios donde el único empleador es el gobierno, así que saber de antemano quien será el próximo alcalde no es muy complejo.
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Resuelto ese problema de formar para ser ciudadano y por ende, para gobernar, sigue el método, ¿cómo se hace?, ¿quién sabe gobernar? Son 196 países actualmente, y seguramente condiciones sociales y económicas similares de muchas ciudades del mundo se han resuelto de manera creativa y no lo sabemos. ii)Hay que investigar a cuales ciudades nos parecemos y cuales han tenido los mismos problemas que nosotros tenemos y acercarnos, hablar, hermanarnos, transferir las buenas prácticas, generar reciprocidades a todo nivel y proponer para la mayoría, deber ser fundamental de cualquier gobierno. Si está claro que nada se puede hacer solo, está asegurado un equipo de gobierno superior al ego de sus funcionarios de gabinete y técnicamente capacitado para proponer en la dirección que los requerimientos y las prioridades lo requieran. Ahora, eso de pensar soluciones innovadoras con talleres de imaginarios y lluvias de ideas con el equipo que está gobernando, sin decir que está mal, (por que no lo está) es un desgaste innecesario, sería más optimo, buscar en el mundo temas similares para conocer la forma como lo resolvieron y analizar la posibilidad de aplicarse, si es que guardando las proporciones, se puede adecuar. Pienso, y es una posición personal, productos de muchas ciudades y muchos procesos conocidos, que la ruta es por el lado de mirar lo resuelto y no de ensayar como se podría resolver. El nuevo político debe hablar en térmicos de indicadores y formar a los habitantes de su espacio gobernado para que entiendan qué significa cada uno, que se pone en el numerador, que en el denominador, cómo se llega a la cifra consolidada y que pasa si sube o baja. Debe ser paciente con lo público y sus infinitos procesos, respetarlos mientras intenta modernizarlos, hacer más, hablar menos, tomar en cuenta a la ciudadanía más, a sus copartidarios menos. El nuevo político debería ser invisible, que sus ejecutorias hagan el ruido. Conozco varios que ya están listos y cumplen con este perfil, pero desafortunadamente, no quieren tener nada que ver con lo público. ¿quiénes van a levantar la mano?