Mientras a la exsenadora la ayudaron a fugar funcionarios de bajo rango, a Santrich le ayudaron la Corte Constitucional, el Consejo de Estado, la Corte Suprema y la Justicia Especial para la Paz.
Dice el viejo aforismo que «una imagen vale más que mil palabras». Tal vez sea por eso que el país está conmocionado por la fuga macondiana de Aída Merlano, registrada por cámaras de seguridad. Es que a nadie se le ocurre que una bella reclusa, a la que se le ha concedido un inexplicable permiso para acudir a una cita odontológica de carácter estético, se tire de un segundo piso y se vaya como si nada en una moto.
Muchos opinan que en la fuga de Merlano participó mucha gente y se movió mucho dinero. Sin embargo, al margen de que su nivel de seguridad se redujo por decisión de algún funcionario venal, todo parece fruto del desespero de una mujer atormentada que desde el momento en que recibió sentencia se mostró turbada y que ha recibido atención médica por presentar cuadros depresivos.
Es que a la exsenadora Merlano no la ‘rescató’ un comando armado como se ha dado en otras fugas; fue ayudada por su hija y por su hijo menor de edad, y descendió por una ventana dándose un porrazo que pudo derivar en una fractura o algo peor, lo que habría frustrado la fuga. En realidad, se trató, a todas luces, de un plan disparatado, concebido por una mente trastornada y ejecutado con alguna connivencia del personal de guardia y de funcionarios del Instituto Nacional Penitenciario (Inpec). Pero hablar de cifras multimillonarias y de la participación de ‘expertos’ es exagerado y contraevidente: no fue nada comparable a la fuga del Chapo Guzmán por aquel largo túnel.
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Por cierto que también es exagerado considerar a Aída Merlano como la máxima depositaria de los secretos de la compra de votos en la región Caribe colombiana. No, Merlano es apenas una aprendiz al lado de verdaderos expertos como los del clan de Los Ñoños (Musa Besaile, Bernardo Elías y otros), que organizaron una gran operación de compraventa de votos para la segunda vuelta de la reelección de Juan Manuel Santos, logrando darle un giro a los resultados. Eso es un secreto a voces, así la justicia colombiana no haga nada por investigarlo.
De hecho, hasta podría decirse que la Merlano ha sido una especie de chivo expiatorio de esta execrable práctica. Decenas de políticos han sido sorprendidos en plena campaña electoral portando altísimas sumas de dinero en efectivo y desarrollando actividades que más parecen de mercantilismo que de proselitismo político. Y las excusas suelen ser absurdas, a pesar de lo cual resultan suficientes para la justicia, como aquella del senador Hernán Andrade quien en 2008 justificó un préstamo en efectivo de 250 millones, dos días antes de unos comicios, con el cuento de que eran para remodelar un apartamento. De manera que, por regla general, todos terminan absueltos.
Acaso, ¿algún colombiano podrá tener la certeza de que Roberto Gerlein jamás compró un voto? Gerlein fue senador por 42 años (1976-2018) y le heredó su curul precisamente a Aída Merlano. Raro que a él no le comprobaran nada en tanto tiempo y ella hubiera resbalado de entrada, sobre todo cuando se tiene la certeza de que los barones políticos mantienen su poder haciendo favores, otorgando puestos y contratos, y cambalacheando votos por sancochos y tamales; por tejas, cemento y adobes, y por plata contante y sonante.
Más temprano que tarde, doña Aída volverá a dar con sus hermosos huesos a la cárcel, y recibirá los excesivos beneficios judiciales que no se le niegan a nadie. A pesar de haber sido condenada a 15 años, seguramente no pagará ni la mitad: tiene derecho a descontar un tercio de la pena por trabajo y estudio, y a pedir libertad tras cumplir tres quintas partes de pena, si es que no le dan casa por cárcel antes, o atención hospitalaria por sus desvaríos. Con semejantes gabelas uno no entiende para qué dar un salto al vacío. ¿Que la iban a matar? ¿Que la quieren silenciar? Todo eso es más novela que verdad.
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¿Y qué tal el cínico de Iván Cepeda criticando la fuga de Merlano cuando sus compinches Santrich, Márquez, Romaña y el Paisa hicieron lo mismo? Sutil diferencia que mientras a Merlano la ayudaron funcionarios de bajo rango, a Santrich lo ayudaron a fugar la Corte Constitucional, el Consejo de Estado, la Corte Suprema de Justicia y la Justicia Especial para la Paz. ¡Sutil diferencia!
EN EL TINTERO: Aunque no hay duda de la existencia de un complot de la izquierda para anular políticamente al expresidente ÁLVARO URIBE VÉLEZ, los magistrados de la putrefacta Corte Suprema de Justicia tendrían que ser muy desvergonzados para que la indagatoria a la que Uribe fue citado para el día de mañana termine en algo más que humo. Los colombianos no aceptaremos una infamia contra alguien que tan bien le ha servido al país. Amanecerá y veremos.