El narcotráfico no es el mismo de hace 30 años

Autor: Adrian Marcelo Buitrago Gallego
16 agosto de 2019 - 03:50 PM

Han pasado 30 años desde el asesinato de Luis Carlos Galán por enfrentarse al narcotráfico. Pese a que los grandes capos de entonces están muertos o tras las rejas y tras a una guerra que ha desangrado a Colombia, el narcotráfico sigue vigente.

Medellín

El narcotráfico en Colombia es como una hidra a la que por cada cabeza cortada le nacen dos. En 30 años, los dueños de este negocio han cambiado y también las dinámicas a su alrededor. Según un informe de la organización Insight Crime, tras la muerte de Pablo Escobar en 1993 y la captura de los Rodríguez Orejuela en 1995, “las organizaciones de tráfico de drogas (OTD) en Colombia han estado en un proceso de fragmentación gradual e irreversible”.

Aunque ya no hay grandes capos visibles, Colombia es el mayor productor de cocaína del mundo. Pese a las políticas agresivas del Gobierno, los narcotraficantes han mutado en estas tres décadas para poder continuar con el lucrativo negocio.

 

Una historia de varias generaciones

Insight Crime identifica cuatro generaciones de narcotraficantes en Colombia. La primera generación fueron los carteles de Medellín y Cali, vigentes desde los ochenta hasta 1995. “El Cartel de Medellín fue el pionero en el negocio de la cocaína. Industrializó el tráfico de la droga (...) Pablo Escobar era el jefe indiscutible, y era él quien garantizaba las cargas y regulaba gran parte del tráfico de cocaína en el mundo, tanto en Colombia como en el exterior”.

El informe Cuatro décadas de Guerra contra las drogas ilícitas: un balance costo-beneficio del Ministerio de Relaciones Exteriores indica que hacia mediados de los años 90, la mayor parte de los capos fueron dados de baja o encarcelados.

Durante esta etapa se registró un aumento considerable del cultivo de coca en Colombia. Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito se debió al descenso de la producción en Perú y la posibilidad incrementar los cultivos nacionales en áreas controladas por guerrillas y grupos paramilitares. Además, tras el desmantelamiento de los grandes carteles, los sucesores no contaban con la capacidad logística suficiente para traer la coca desde Perú y Bolivia.

Estos sucesores son la segunda generación mencionada por Insight Crime: el Cartel del Norte del Valle y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).  Estos grupos se caracterizaron por crecer bajo la sombra de líderes fuertes, pero luego sus partes terminaron enfrentándose entre sí, particularmente en el caso del Cartel del Norte del Valle. Las AUC, aunque también tuvieron enfrentamientos internos, llegaron a regular el negocio de la cocaína en Colombia en sus áreas de influencia y además tenían un significativo poder internacional.

En esta segunda generación las Farc iniciaron a jugar un papel importante como narcotraficantes. Aunque la organización guerrillera clama que su participación se reducía a cobrar a los narcos por traficar en su territorio, investigaciones de la Fiscalía,  InsightCrime y diversas instituciones colombianas e internacionales han revelado que ellos se consolidaron como uno de los principales grupos narcotraficantes del país.

Entre 2008 y 2017 el poder lo tuvo la tercera generación: Las Bacrim. “Aunque las AUC se habían desmovilizado en 2006, el cambio real en el negocio de la cocaína no se dio sino hasta 2008, cuando los comandantes paramilitares fueron extraditados a Estados Unidos”, señala Insight Crime.

El vacío dejado por las AUC fue llenado por comandantes de rango medio que se enfrentaron por el control territorial. Dos grandes grupos terminaron surgiendo: Los Rastrojos y Los Urabeños, este primer grupo colapsó tras la muerte de su líder. Actualmente, según Insight Crime, Dairo Antonio Úsuga, alias otoniel, jefe de Los Urabeños, ejerce control directo sobre apenas un tercio de la organización.

Durante este periodo se realizaron los diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc, periodo que aprovechó la guerrilla para aumentar considerablemente su papel como narcotraficantes, según  InsightCrime, con el objetivo de tener más recursos al momento de regresar a la vida civil y como método de presión. Un informe de la policía en 2016 estableció que este grupo criminal se habían consolidado como el mayor cartel del país, controlando todo las cadenas de producción en territorios bajo su influencia.

La cuarta generación de narcos colombianos es nueva, Insight Crime los llama los invisibles. Con la salida de las Farc y las AUC del escenario, “el narcotráfico ha quedado más expuesto que nunca, sin lugar dónde esconderse. Una vez es identificado por las autoridades nacionales o internacionales, la vida útil de un capo importante es corta”. Por eso los grandes capos pasaron de ser personas visibles a vivir en el completo anonimato, rodeados de asistentes y contadores en lugares de hombres armados.

Aunque aún hay grupos visibles como los disidentes de las Farc y Los Urabeños, los nuevos grandes narcotraficantes son invisibles.

 

El negocio en la actualidad

Colombia es mayor productor de cocaína del mundo

Según la ONU, uno de los principales factores que impulsó el alza en la producción de cocaína en el país, está relacionado con el incremento del número de hectáreas sembradas en distintas regiones, motivadas por el alza en el valor del alcaloide.

 

“Aunque los colombianos se han convertido en los principales proveedores de los carteles mexicanos, que dominan el mercado estadounidense, siguen manejando sus propias rutas internacionales. Europa lleva largo tiempo como mercado para los colombianos, pero ahora están explotando de manera agresiva nuevos destinos para su producto, con lo que están aumentando sustancialmente sus ganancias”, indica Insight Crime.

El informe explica que el tráfico de drogas hacia el mercado estadounidense no es un buen negocio: “Los traficantes tienen un alto riesgo de ser interceptados y extraditados, y de que se les confisquen sus activos; además, los precios al por mayor oscilan entre US $20.000 y 25.000 por kilo. Los colombianos prefieren poner sus ojos en Europa, donde un kilo de cocaína vale más de US $35.000, o en China US $50.000 o Australia US $100.000”.

Es debido a la rentabilidad del narcotráfico que las estrategias del Gobierno no han sido realmente fructíferas. Entre 2013 y 2017 el crecimiento fue exponencial. En 2017 se alcanzaron cifras históricas de hectáreas cultivadas de coca, al llegar a las 171.000 hectáreas, según el informe de Monitoreo de Territorios Afectados por Cultivos Ilícitos 2017.

Si bien durante 2018 los cultivos de coca se redujeron en 2.000 hectáreas, llegando a 169.000 hectáreas. El valor del kilo de clorhidrato de cocaína en Colombia aumentó 11,7% frente al precio del año anterior, pagándose a $4.970.600 pesos, según el informe de Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos ilícitos (Simci).

Vale aclarar que el problema de las drogas en Colombia no se reduce a la cocaína. Según el departamento de Estado de los Estados Unidos también juegan un papel importante los cultivos de marihuana y de amapola, así como laboratorios que procesan esta última para obtener heroína. Según el Informe Mundial sobre las Drogas de 2012, Colombia es el cuarto productor mundial de heroína.

 

El balance de la guerra

“El Estado colombiano ha implementado un agresivo programa de erradicación, que ha producido los siguientes resultados: Pese a estos esfuerzos de erradicación, incluso en las regiones en las que se han ejecutado aspersiones aéreas, si estas no se acompañan de políticas de sustitución de cultivos y de presencia estatal de largo plazo, los cultivos vuelven a surgir al cabo de periodos cortos de tiempo, en extensiones mucho más pequeñas y más dispersos por todo el territorio”, señala el documento del Ministerio de Exterior.

El balance establece también que “hay una desproporción evidente entre los inmensos esfuerzos, a un costo altísimo que ha hecho la sociedad colombiana en su conjunto y los resultados que hasta el momento se han conseguido: reducción intermitente de la oferta y desarticulación sucesiva de OTD que han venido mutando”.

Pese a las estrategias agresivas del Gobierno, Colombia es mayor productor de cocaína del mundo. Las incautaciones de cocaína son sólo la punta del Iceberg de un negocio altamente lucrativo.

Según la ONU, uno de los principales factores que impulsó el alza en la producción de cocaína en el país, está relacionado con el incremento del número de hectáreas sembradas en distintas regiones, motivadas por el alza en el valor del alcaloide.

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