La campaña política en los Estados Unidos con la elección de Donald Trump como epílogo y la decisión popular en Inglaterra de retirarse de la Unión Europea, han generado posiciones ideológicas abiertamente incomprensibles en algunos de los líderes mundiales.
La campaña política en los Estados Unidos con la elección de Donald Trump como epílogo y la decisión popular en Inglaterra de retirarse de la Unión Europea, han generado posiciones ideológicas abiertamente incomprensibles en algunos de los líderes mundiales. Hoy, quién lo creyera, Estados Unidos e Inglaterra los fundadores, defensores e impulsores del más salvaje de los neoliberalismos, asumen posiciones radicalmente proteccionistas y China, la gran nación comunista, defiende públicamente la apertura económica y francas y abiertas tesis capitalistas.
Trump, aceptado por el mundo como un extremista de la derecha, incrédulo frente a la necesidad de proteger al medio ambiente, enemigo del matrimonio igualitario y del uso medicinal de la marihuana, amenaza latente para los Estados con ideas distintas a las del gran imperio, se muestra hoy enemigo de la apertura económica de fronteras y de los tratados de libre comercio suscritos por los anteriores gobiernos gringos. El presidente norteamericano es hoy un redomado defensor de posiciones proteccionistas, que los socialdemócratas del planeta hemos defendido de tiempo atrás.
Theresa May, la primera Ministra del Inglaterra es la jefe del partido Conservador, el mismísimo al que perteneció la gran neoliberal Margaret Thatcher. May, que reemplazó en el Gobierno a su copartidario David Cameron, el mismo que perdió las elecciones que dieron a luz el mandato de retirar a Inglaterra de la Unión Europea, es hoy la encargada de llevar a cabo la desafiliación, aunque ella misma fue amiga de continuar la unidad económica de Europa. Hoy pues, una astuta e inteligente mujer del conservatismo inglés, fortaleza inicial con los Estados Unidos de la implantación del neoliberalismo en el mundo, cumple la difícil misión de iniciar el desmonte de uno de los logros de ese pensamiento político-económico.
Pero las contradicciones ideológicas no paran aquí: Xi Jinping, el líder de China, la gigante comunista, pronuncia en Davos, Suiza, dentro de las sesiones del Foro Económico Mundial, la más grande proclama en defensa del libre comercio y de la globalización de la economía. “Redoblar los esfuerzos para interconectarnos, comprometernos en el mercado libre y la inversión, la liberalización, y evitar el proteccionismo, que es como encerrarse en una habitación oscura […] Nadie ganará en una guerra comercial y ningún país debe seguir su propio y único camino […] Expandiremos el acceso al mercado e inversores extranjeros. China mantendrá sus puertas abiertas, no las cerrará”. Definitivamente, el mundo al revés.
Xi Jinping asistió a Davos al frente de una nutrida delegación China y lo hicieron por primera vez en la historia del Foro Económico para notificar perentoriamente que esta gran nación, comunista para más señas, defiende y pregona la globalización de la economía y se opone al proteccionismo que quieren imponer hoy, los antaño neoliberales Estados Unidos e Inglaterra.