Hace unos años un querido amigo profesor, a quien debo gran parte de mis estudios de filosofía, me recomendó un libro de André Comte-Sponville titulado El mito de Ícaro”, tratado de la desesperanza y de la felicidad. Por estos días, volviendo sobre mi biblioteca personal felizmente me encontré con una vieja revista El malpensante, y ojeando vi una sección de la revista que es muy famosa: Aforismos. Uno en especial me llamo la atención: “Nuestro tiempo pasará por ser el tiempo de la desesperanza” cuyo autor es Comte-Sponville del libro El mito de ícaro. Así que decidí volver al libro y pensando en esta columna me permito presentarles una serie de aforismos presentes en el libro de Comte-Sponville que pueden ser útiles para ustedes, pero sobre todo, recreativos en el intento de salir de este círculo, “contra el cual sólo conozco dos disposiciones del alma: la desesperanza y la felicidad. Y dos dimensiones del tiempo: el presente y la eternidad”.

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“Mi problema –si es preciso resumirlo en una frase- es saber si la idea de sabiduría guarda hoy algún sentido y, en ese caso, cuál.”

“No me gustan lo filósofos que consuelan”.

“El lenguaje nos libera del presente del ser y nos entrega atados de pies y manos –esclavos del tiempo y prisioneros de nosotros mismos- al mundo fantasmal de los seres que no son”.

“El lenguaje y el tiempo son nuestros límites, límites que frecuentamos y que nos frecuentan. Vivir es un reino de sombras.”

“La filosofía no transforma el mundo, ni lo pretende. Pero puede cambiar la vida. Porque la vida está toda ella del lado del discurso y de lo imaginario. No hay vida más verdadera que la soñada”.

“La felicidad no es un asunto de oportunidades, ni un regalo del destino. No es, por ejemplo, ausencia de infelicidad, su simple negación. La infelicidad es un hecho; la felicidad no. La infelicidad es un estado; la felicidad no. Levado al límite: la felicidad no existe. Es preciso por tanto, inventarla”.

“La felicidad es creación”

“La última esperanza consiste en no tener ya que esperar. Y la filosofía es la última trampa que nos separa de la sabiduría”.

“Antes del primer día y de la primera mañana hay infinitas noches. Antes de la primera palabra, la eternidad del silencio”.

“Hubo un momento sin duda en que Ícaro, agotado en el límite de sus fuerzas y de su valor, sin aliento ni esperanza, comprendió que no había salida, que su carrera era vana y loca, todos sus esfuerzos inútiles y toda esperanza ilusoria”.

“Comenzar por la angustia, comenzar por la desesperanza: ir de la una a la otra. Descender. Y al final de todo, el silencio. La tranquilidad del silencio. La noche al caer apacigua los espantos del crepúsculo. Más fantasmas: el vacío. Más angustia: el silencio. Más turbación: el descanso. Nada que temer; nada que esperar. Desesperanza”.

“Si la tristeza es un estado negativo, la desesperanza, en el sentido en el que yo la tomo aquí, es un estado neutro. Es el grado cero de la esperanza”.

“Quiero escribir un tratado de la desesperanza entendida como salud del alma y que será a la esperanza lo que la serenidad es al dolor. La esperanza, virtud teologal. Pero no hay Dios… la desesperanza es para mí mi virtud y mi salud”.

“Esperar es temer ser decepcionado; temer es esperar ser tranquilizado”.

“Dar la vuelta también a los amigos. Perderlos a todos. Comprender de una vez por todas que su soledad es igual que la mía, y aceptarlo. Tocar el fondo de su indiferencia”.

“Dejar de ser amado no es gran cosa, aunque con ello flaquee nuestra vida. Pero dejar de amarse a si mismo, no amar ya en absoluto, comprender que el amor no es nada, que no existe o que no es ya sino su propia ilusión… es necesario haber amado para comprender esto, para no esperar ya del amor lo que el amor no puede dar, para saber que el amor no modifica en nada nuestra soledad, no modifica nada de nada, no modifica en nada ni siquiera al propio amor… tocar el fondo de su propia indiferencia”.

“No estoy seguro de que la pregunta por el suicidio sea una pregunta verdaderamente seria. Hablando con propiedad, ni siquiera estoy seguro de que sea una pregunta. Todo lo más quizás una respuesta; una respuesta que acaba por abolir incluso la pregunta a la que pretende responder… Pascal es en este sentido más profundo que Camus: el que se ahorca va buscando siempre su felicidad, y el que esta verdaderamente desesperado por eso mismo ya no tiene ninguna razón para morir. Y es que la desesperanza no es la desgracia”.

“La tierra no ha esperado a Galileo para rotar. ¡pretensión de los humanos que creen que la verdad necesita de ellos para existir! El ser es lo que es, eso es todo, las cosas son lo que son, en su misma simplicidad”.

“Feliz es aquel al que, como se suele decir, “nada le cabe esperar”.”

“Los humanos esperan y dan vueltas en torno a sí en la prisión de sus deseos. Por eso sufren. <>”.

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“Spinoza precisa que la esperanza no puede ser buena por sí misma, puesto que señala una falta de conocimiento y una impotencia del alma, y que, en consecuencia, <>”.