Solo por poner otro ejemplo de lo bueno que nos deja Santos, hay que mencionar la labor callada pero efectiva de Alejandro Gaviria en el Ministerio de Salud, paradójicamente luchando por su vida.
Deberá nuestro flamante presidente electo dar muestra de la sabiduría y la madurez política que le niegan sus contradictores, al momento de escoger y nombrar a las personas que integrarán el Gobierno. Cuando se siente a definir, por ejemplo, cuantas y cuales mujeres deberán ser incluidas en el primer nivel administrativo del país, para la buena salud de la Patria, deberá abstenerse de nominar a esas que todo lo manejan violentamente, usando un lenguaje irrespetuoso y vulgar, a las que creen que desde sus defectos pueden manejar el mundo y, sobre todo, a las que no reconozcan jefes distintos del propio presidente.
El próximo jefe de Estado tiene la ventaja del propósito del presidente Santos de no interferir la nueva gestión, y su enorme prestigio internacional que seguramente lo mantendrá ocupado por el resto de sus días, entre invitaciones, conferencias y asesorías, pues lo que nos deja no es cualquier cosa. Los indicadores de su gestión, la del presidente Santos, son mucho más claros y contundentes que los memes de la oposición que usó la propaganda negra para desprestigiar todo lo que salía de la Casa de Nariño. Santos será por muchos años, la cara de Colombia que la comunidad internacional quiere ver.
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Hay asuntos por mejorar, aspectos de la vida nacional por atender y posiciones que asumir. El tema del acuerdo de paz superó la orbita del presidente, pues ahora ya hace parte de acervo mundial de los derechos humanos, entre los cuales el más valiosos es precisamente la paz de las naciones. Afortunadamente sobre ese tema no hay oposiciones conceptuales de peso y solo contamos con obstinaciones que nacen de la soberbia y el odio sin razones. Hace bien el presidente Santos al sancionar la Ley, pues los ajustes y controles corren por cuenta de la jurisprudencia y la responsabilidad política del Congreso.
En lo económico, Colombia se ha comportado homogéneamente a través de la historia y el Gobierno que culmina su gestión mantuvo la línea muchas veces impopular del control del gasto, obligando en casos muy concretos al buen manejo de los recursos regionales. En ese contexto no nos cabría un manejo inspirado en las presiones de los organismos internacionales de finanzas, ni la adopción de políticas que vayan contra la estabilidad de las cuentas de la Nación. Por mucho que el nuevo presidente se haya nutrido de conceptos económicos a través de su vida laboral, debe pensar primero en lo que nos conviene a los colombianos.
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Solo por poner otro ejemplo de lo bueno que nos deja Santos, hay que mencionar la labor callada pero efectiva de Alejandro Gaviria en el Ministerio de Salud, paradójicamente luchando por su vida. Nos demostró que con voluntad y dedicación se pueden lograr grandes cosas. Seguramente el nuevo Gobierno llega con muchas buenas ideas y con el ímpetu de la juventud, pero es de sabios deponer los odios y servirle a la vida, a la Patria, siempre al amparo de la verdad. Es mucho más fácil entender que Colombia es una y soberana, que echar mano de un adanismo absurdo e inconveniente.