Una universidad pequeña debe pensar en: crecer + regionalizarse = liderazgo académico. Mientras que una universidad grande debe pensar en: Liderazgo académico + gestión estratégica = gobernanza.
En la columna de la semana pasada escribía una carta a los rectores de las universidades con el ánimo de despertar una reflexión que, aunque hace parte del día a día, muchas veces obviamos o simplemente la esquivamos: “El gobierno corporativo de las universidades como un recurso importante en el desarrollo institucional”. Hace poco leía al profesor Salmi sobre la necesidad de contar con un gobierno universitario que permita la correcta administración de las instituciones y facilite a estas adaptarse a las exigencias que nos presenta el mundo actual, ya no se trata simplemente de ir bien orientados sino, quizá tan importante como lo anterior, de ir bien adaptados. Jamil Salmi nos presenta tres características de las universidades de clase mundial: en primer lugar, una alta concentración de talento tanto de profesores como de estudiantes. En segundo lugar, recursos financieros abundantes para ofrecer un ambiente de aprendizaje apropiado y conducir investigación de calidad. En tercer lugar, características de gobierno favorables para alentar una visión estratégica de innovación y flexibilidad para permitirle a las IES tomar decisiones y administrar los recursos sin sentirse agobiadas por procesos innecesarios y paquidérmicos. De estas tres quisiera hablar. Ahora se hace urgente la conformación de las comunidades académicas y, aunque ellas están integradas por todos los miembros de la comunidad universitaria, desde sus estudiantes hasta sus egresados; pasando por sus docentes y el cuerpo administrativo, son precisamente los docentes quienes ejercen el principal patrón de desarrollo de una comunidad académica. ¿Qué pasa entonces? Que los mismos docentes no han comprendido de lo que se trata. El no ejercer responsabilidades enmarcadas en las funciones sustantivas, el no estabilizarse en una institución, el no integrarse a la identidad institucional, el afán económico por encima de su propia vocación, está llevando a que las instituciones asuman estrategias de consolidación como el renunciar a los docentes con horas cátedra, el seguimiento riguroso a planes de trabajo, la insistencia por la cualificación del docente y la distribución de sus tiempos para que ellos, en la dinámica cotidiana vayan entendiendo de qué se trata eso de pertenecer a una comunidad académica. Quienes han logrado concentrar el talento de los docentes y quienes como docentes se han concentrado en su propia institución, empiezan a gestionar su tiempo en función de proyectos de extensión, investigación, procesos de enseñanza-aprendizaje, ya no por horas o actividades, sino por proyectos.
Si el talento está bien consolidado, la consecuencia es: Una serie de recursos empiezan a generarse dentro de las instituciones, entre esos los financieros que son los que nos permiten funcionar y ofrecer ambientes de aprendizaje apropiados. Desde hace muchos años, hemos escuchado en las universidades que el modelo de su gestión debe cambiar para que la sostenibilidad no dependa de las matrículas sino de los proyectos que nacen de la consolidación de la docencia y de la gestión de quienes lideran las IES. Este es el principal desafío para quienes son rectores, vicerrectores y decanos: entender cómo definir e implementar un liderazgo académico en un clima cambiante respecto de las prioridades de sus docentes, la baja de matriculados, las preferencias de los estudiantes quienes cada vez más optan menos por el título académico y la inevitable desconfianza que se ha generado en el país por cuenta de la proliferación de instituciones de baja calidad y conducir investigación de calidad. Finalmente, las dos anteriores tienen una única consecuencia: el estilo de gobierno y la gobernanza de las universidades. "Structure follows strategy" (la estructura sigue a la estrategia) fue el principio básico de organización que originalmente formuló el historiador y profesor Alfred Chandler en un estudio legendario que realizara a comienzos de los 60, sobre los cambios en la estructura organizativa de las grandes empresas de principios del siglo XX en EE.UU. Si la estructura no está alineada con la estrategia, va a ser una cortapisa para su correcta implementación. La estrategia no va a poder ser la que se ha definido, sino la que la estructura permite. Por ejemplo, si una universidad decide expandirse internacionalmente y no existe en ella nadie que formalmente tenga asignada esa responsabilidad, va a ser preciso crear una unidad que tenga este foco, pues de lo contrario la estrategia definida no resultará posible. Este es para mi humilde concepto el principal problema de las universidades, no contar con estructuras que respondan a los sueños, a los anhelos, a las metas que quieren alcanzar y por lo mismo, se ejerce mal el gobierno de estas y la gobernanza se convierte en el sueño de quien quería pero no pudo.
Pensar corporativamente hoy, implica que trabajemos por crear las condiciones favorables para alentar una visión estratégica de innovación y flexibilidad para permitirle a las IES tomar decisiones y administrar los recursos sin sentirse agobiadas por procesos innecesarios y paquidérmicos. ¿Qué tal si juntos trabajamos por crear esas condiciones? ¿cuáles son? Les quiero proponer cuatro acuerdos y dos declaraciones estratégicas para que las pensemos juntos. Los acuerdos son: 1) menos grupos de trabajo y más equipos. Menos protagonismo y más trabajo colaborativo, menos jefes y más líderes. 2) planeación estratégica, que todo lo que hagamos responda a ese ejercicio de soñar juntos, que las metas trazadas sean el fruto de las conversaciones, entender que, aunque los cambios son acelerados si estratégicamente nos adaptamos logramos mayor concentración y más impacto. 3) simplificación de procesos, y esto es que para llegar del punto A al B, no tengamos que incluir una cantidad de formatos, de burocracia innecesaria, de oficinas, cargos, etc. Hacer que nuestras universidades sean más bellas es hacer que sean más simples. 4) que todo lo que hagamos agregue valor a la institución. La mejor forma de agregar valor es contando con equipos dispuestos a asumir riesgos. Equipos que sumen a la institución desde sus conocimientos y habilidades pero que multipliquen exponencialmente con su actitud. Ahora les comparto dos declaraciones de estrategia que nos pueden ayudar en la gestión de universidades que quieren tener un gobierno corporativo, se trata de fórmulas matemáticas pensadas para instituciones pequeñas y grandes: una universidad pequeña debe pensar en: crecer + regionalizarse = liderazgo académico. Mientras que una universidad grande debe pensar en: Liderazgo académico + gestión estratégica = gobernanza.