En Colombia el fútbol, el ciclismo y los éxitos de nuestros compositores o deportistas son de las pocas actividades que nos unen a todos en un propósito.
El campeonato mundial de fútbol que se celebra en Rusia, cumplidas dos semanas, nos ha dejado claro que esta actividad es verdaderamente un deporte de multitudes y que a su alrededor se congregan millones de personas.
El fútbol ha dejado atrás confrontaciones internas entre pueblos de una misma nación e incluso disputas entre varias naciones. Es un deporte que sirve de catalizador frente a las tensiones que padece el planeta. Previos a los encuentros futbolísticos las gentes hacen pronósticos; escuchan, leen u observan entrevistas sobre las alineaciones de los equipos y todos nos convertimos, como por arte de magia, en entrenadores o comentaristas deportivos. En cada amante de este deporte vamos a encontrar un “versado” analista, que es dueño de la alineación ideal y de la táctica ganadora. A la hora de los encuentros nos sentamos al frente del televisor, no toleramos interrupción alguna y a grito partido le vamos trazando a los directores técnicos nuestras “eruditas” opiniones, creyendo, ilusamente, que nos escuchan. Pontificamos sobre las acciones en el campo de juego, cuestionamos las opiniones de los comentaristas deportivos y hasta improperios les lanzamos a los técnicos por lo que consideramos son decisiones equivocadas. Es toda una pasión que cada uno la vive frente a la tv.
Esta frenética actividad que cada uno de los millones de apasionados hinchas del fútbol vivimos con cada encuentro, hace que olvidemos los padecimientos personales, las dificultades sociales, los desencuentros políticos o económicos, las guerras o confrontaciones que tengamos. El fútbol reencuentra naciones y las acerca a pueblos distanciados. Triste reconocerlo con pueblos en formación de su nacionalidad, que solamente encuentran en estas actividades deportivas los motivos para reconocerse como nación. En Colombia el fútbol, el ciclismo y los éxitos de nuestros compositores o deportistas son de las pocas actividades que nos unen a todos en un propósito.
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Nos relataban los medios de comunicación que recientemente en el municipio de Dabeiba se había realizado un encuentro de fútbol con la participación de exguerrilleros y exparamilitares y que había sido el escenario propicio de un reencuentro que sirviera para aligerar tensiones y hacer acercamientos. Eso es ni más ni menos lo que sucede a nivel macro con el campeonato mundial que estamos disfrutando.
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La participación de Colombia en este evento mundial ha sido decorosa y ya superó con éxito la primera fase del torneo. Partiendo de atrás hacia adelante, nuestros jugadores y cuerpo técnico demostraron que lo sucedido en el partido con Japón, donde fue expulsado al comienzo del encuentro la Roca Sánchez, fue un incidente ocasional y desafortunado. El equipo jugó bien, los colombianos disfrutamos a rabiar las acciones de nuestros deportistas y el optimismo en las gentes es fácilmente percibido. Es posible que hayamos llegado al tope de nuestras capacidades y que el escollo de Inglaterra no lo superemos, pero muchas alegrías nos han dado nuestros deportistas. Si superamos a Inglaterra, habremos tocado el cielo.
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