Mientras el número de casos de homicidios en mujeres va en aumento tanto en Medellín como en Colombia, menos de la mitad de estos son catalogados como feminicidios, pese a que este fue declarado como un delito autónomo en 2015.
El Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia -SISC-, a través del informe de homicidios diarios en Medellín, mostró que entre el 1 de enero y el 15 de junio se habían presentado 14 casos más de asesinatos de mujeres en la ciudad, en relación con el mismo periodo de 2016, un incremento que representa el 117%.
El panorama nacional no es diferente: entre enero y abril de este año se han presentado 272 homicidios en contra de mujeres, de los cuales 46 fueron cometidos por su pareja o expareja según Medicina Legal, lo que se suma a los registrados en 2016, cuando 122 de los 902 casos que se presentaron, también fueron cometidos por este tipo de victimarios.
En el sentido estricto de la palabra, según los abogados penalistas, no sería posible afirmar que esta cantidad represente que todos sean feminicidios, pues es una tarea que debe ser determinada en la investigación que realiza el ente acusador, la Fiscalía, para demostrar que el victimario cometió el delito en razón de que era mujer.
Para Teresa Aristizábal, integrante del equipo coordinador de la Ruta Pacífica de las Mujeres, las cifras, tanto de feminicidios como de violencia es “altísima” y ambos fenómenos, guardan directa relación, puesto que “una mujer que fue asesinada por el hecho de ser mujer pudo haber tenido en su historia de vida otros hechos de violencia. Un alto porcentaje de quienes son los victimarios son sus exparejas y eso ya habla de esa violencia que ese ejerce contra las mujeres, que es cultural. Ese hombre cree que ella es de él y que si no lo es, no es de nadie más. Entonces hay situaciones previas a ese asesinato”.
Entre tanto los casos no paran. A cinco años del feminicidio de Rosa Elvira Cely (24 de mayo de 2012) y dos años después de expedida la Ley que lleva su nombre, por medio de la cual se estableció este como un delito autónomo y no como un agravante del homicidio (ver línea de tiempo), este año se han presentado cinco casos más que el año pasado en Medellín, según la Fiscalía.
En el contexto nacional, un caso reciente ocurrió este jueves en Palmas del Socorro, Santader, donde fue hallada sin vida en un caño cercano al aeropuerto Los Comuneros la joven socorrista Katherine Escalante Castilla, quien llevaba un mes desaparecida. Se presume que podría tratarse de un feminicidio y que el posible victimario es un soldado, expareja de la mujer.
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Feminicidio y convivencia
Transcendiendo el número de casos, el feminicidio es un fenómeno que involucra aspectos sociales presentes los perfiles delictivos de los victimarios. “Encontramos sujetos que tienen un escaso desarrollo a nivel de inteligencia emocional, a nivel de inteligencia social, pobre capacidad de hacer relaciones causa- efecto; no son capaces de detenerse en el raciocinio de que si agredo a una persona voy a hacer no solo daño a esa persona sino al entorno”, explica Juan David Giraldo, jefe del programa de Psicología y participante del Programa de Investigación Criminal de la Universidad de Medellín y del Observatorio del Delito de la ciudad.
De esta manera, según el profesional, otros aspectos que influyen son la exposición a la violencia a temprana edad, materializada en presenciar agresiones físicas contra las mujeres de la familia. “Esa exposición cambia la estructuración del cerebro, el cerebro se ve afectado también por el entorno y estos sujetos piensan a nivel interno en maltratar a las mujeres y poder llegar hasta la muerte”, sostuvo Giraldo.
Por otro lado se encuentran los homicidios contra mujeres que se cometen por intolerancia, inseguridad en algunos sectores de la ciudad y otros que serían catalogados como otro delito. Claudia Carrasquilla, directora seccional de Fiscalías de Medellín, dijo a EL MUNDO que solo nueve muertes de mujeres este año corresponden a feminicidio, pues las “otras son por intolerancia de la sociedad”.
Es entonces como se hace necesario aclarar cuándo no se trata de un feminicidio, ya que “hay que ser muy cuidados con el término, porque nos permite diferenciar lo que ocurre en otros homicidios que son de mujeres activas en la delincuencia, saben disparar o han sido sicarios, militan en cuerpos armados ilegales, hacen transacciones ilegales con drogas o con dineros; esos casos hay que separarlos de los que merecen esa especial atención y castigo y ahí es que hablamos del feminicidio”, subrayó Giraldo.
Conflictos de pareja
Diversos términos como “crimen pasional”, “líos de faldas” y otros referentes a los celos entre las parejas son utilizados por los medios de comunicación y por la sociedad en general para catalogar directamente que el crimen de una mujer se dio en razón de su relación de pareja, por lo que podría no ser considerado feminicidio.
En ese sentido la celotipia sería una razón para que un victimario sea condenado por homicidio agravado, sostuvo José Fernando Botero, coordinador del departamento de Derecho Penal de la Universidad de Medellín. Así sucedió con el caso de una mujer asesinada a manos de su expareja el 17 de noviembre de 2012, pues al victimario, según Botero, le revocaron el homicidio agravado “por el hecho de (la víctima) ser mujer, “porque se asumió que este actuó por celos" (ver línea de tiempo).
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En concordancia con lo anterior, el psicólogo Juan David Giraldo aclaró que “hemos evidenciado que hay unas causas que afectan al homicidio en general y también al feminicidio, problemas de violencia impulsiva, en otros casos de agresión premeditada que son factores muy importantes para diferenciar en el proceso de investigación si realmente es un feminicidio”.
La existencia del feminicidio
Tras la Ley 1761 de 2015, el asesinato a mujeres en razón de su género se convirtió en un delito autónomo, lo que significa que se puede juzgar a una persona en específico por lo que “el feminicidio entonces ya no es un agravante básico, sino que es independiente, autónomo, con su propia pena, aquí no se predica del básico. Trae una pena de 250 meses a 500 meses”, expuso Bernal.
No obstante, el término feminicidio resulta, según Kelly Echavarría, confuso para la sociedad, puesto que “cuando uno dice que es por el hecho por ser mujer pareciera que se quedara ahí. También hay unas categorías diferentes en esta ciudad, por ejemplo que se están matando a las mujeres empobrecidas”, explicó la integrante de la Ruta Pacífica de las Mujeres.
Es por ello que es importante tener en cuenta que existen unas características específicas para catalogarlo “como haber generado violencia anterior, amenazas, haber aprovechado situaciones de superioridad, haberla agredido sexualmente con anterioridad; son antecedentes a la muerte”, explicó el penalista Bernal.
En ese sentido, es fundamental el elemento subjetivo que compone el delito de feminicidio, que debe ser probado por el fiscal del caso y que depende de una serie de antecedentes para probar que la razón para que el victimario cometiera el homicidio estuviese dentro de las descritas por la ley.
Al indagar sobre el protocolo en este tipo de casos, la Fiscalía respondió que “nosotros tenemos un grupo que se llama Alertas Tempranas que conoce los homicidios, también tenemos un fiscal destacado en la Unidad de Vida, única y exclusivamente de feminicidios y la ruta es que una vez que se llega la noticia criminal a la URI por un homicidio de una mujer, inmediatamente se activan las alarmas, por parte del fiscal se orienta la investigación con el fin de tratar de establecer si habían denuncias previas por violencia intrafamiliar, por maltrato, por lesiones, que nos permitan establecer que el homicidio ocurre en razones de esa violencia de género”, dijo a EL MUNDO Claudia Carrasquilla.
Para otros expertos, lo mencionado por Carrasquilla no está tan claro y por el contrario representa un obstáculo, porque “es un problema muy importante en la investigación criminal y es que no se han implementado protocolos de investigación adecuados que permitan diferenciar un homicidio en el cual fallece una mujer, de un feminicidio y ese es un problema que venimos estudiando con protocolos en Juárez, El Salvador, Guatemala y la invisibilización al problema ahora en Colombia”, puntualizó Juan David Giraldo.
ONU Mujeres y la Oficina Regional para América Central del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh) estableció un método para el feminicidio llamado Modelo de Protocolo Latinoamericano de Investigación de las Muertes Violentas de Mujeres por Razones de Género, que es el que adoptó Colombia y existe otro originado en Chile que resultó no ser efectivo, según el coordinador de derecho penal de la Universidad de Medellín.
Desde otro punto de vista, el problema real no es el protocolo: “Lo que faltaría es que la Fiscalía dedique más tiempo a buscar probar ese elemento subjetivo, que no es imposible, mediante exámenes psicológicos, recolección de indicios que determinen cuál fue el móvil por el cual se mató a esa persona. A veces por la presión de la prensa y la comunidad, la Fiscalía se quita ese deber y busca resultados pasando por encima de la ley”, detalló José Fernando Bernal.
Entre tanto otro aspecto crucial es que más allá de lo anterior “el sistema penal no esta sensibilizado con lo que se viene decretando en favor de las mujeres. Hay leyes favorables pero aún no se ha logrado dar ese salto que permita introducirlas por desconocimiento o porque no les interesa; tiene que ver con todo ese ámbito jurídico de los operadores”, afirmó Kelly Echeverry, quien propone que se debería capacitar y hacer seguimiento a los funcionarios de la Fiscalía en estos casos.
A la espera de justicia
En la actualidad existen casos de feminicidio sin resolver y otros fueron juzgados por delitos diferentes, como el de dos adolescentes que en 2009 fueron desmembradas y ocultadas en canecas con cemento en una casa del barrio Boston. El confeso descuartizador hasta el momento no ha sido juzgado por homicidio agravado, sólo por el delito de ocultamiento, alteración o destrucción de material probatorio, con lo que obtuvo una pena menor a cuatro años. De los cuerpos se borró toda la evidencia que pudiera confirmar que él, Sergio Hurtado, fuera el asesino. Aunque este caso no fue catalogado como feminicidio, la periodista que narró esta historia, Adriana López, opina que “cabe, reúne todas las características”.
Conozca la crónica de esta historia aquí: Dos madres y un crimen sin resolver