El don de la inoportunidad

Autor: Diana Sofía Giraldo
11 noviembre de 2019 - 12:03 AM

La venta de este privilegio es una medida plutocrática, que coloca, a la administración, que la tome, en el peor sitio, del peor momento.

Bogotá

Es increíble la magnitud del don de la inoportunidad que poseen algunos de nuestros gobernantes. Como si tuvieran un sexto sentido para rebuscarse medidas que son errores protuberantes, verdaderamente fatales.

Lea también: Resucita el río Bogotá

La exención del pico y placa en Bogotá a quienes paguen cuatro millones de pesos anuales es un ejemplo clásico de esta categoría de equivocaciones. Una ostentosa medida de discriminación, que terminará por irritar a la ciudadanía y exacerbar la ola de inconformidad que recorre el país.

¿Qué sentido tiene poner en venta lo que todos los diez millones de habitantes de la capital y sus alrededores consideran un privilegio? Aún desde antes de aplicarse envía un mensaje desmoralizador: los privilegios se pueden comprar. Quienes deben estar en condiciones iguales pueden pasar a la condición de privilegiados simplemente pagando. No necesitan ganarse el privilegio, simplemente comprarlo. Es una tajante discriminación entre ricos y pobres.

Mientras las democracias del mundo intentan eliminar o, al menos, disminuir las desigualdades, aquí hay autoridades que se empeñan en crearlas donde todavía no las hay y ahondarlas si ya existen.

Alegan razones tributarias. El Estado necesita más ingresos, se dice como justificación del nuevo gravamen. Absurdo. Los Estados siempre considerarán insuficientes los impuestos que les pagan, siempre tendrán pretextos para aumentar impuestos o inventar nuevos. Así ha ocurrido desde la más remota antigüedad. Y por exagerar, han llovido calamidades, se ha retrasado el progreso económico y social de los pueblos, se han caído y siguen cayéndose gobiernos….

El secretario de Movilidad argumenta que, “Los hogares de mayores recursos ya tienen manera de no tener pico y placa, como la compra de un segundo carro o el carro blindado.” ¿Entonces se trata de incentivar la circulación de más carros? ¿No sirvió el pico y placa?

Los gravámenes excesivos están en el origen de las revoluciones o actuaron como aceleradores de la inconformidad que las catapultó. Son miles las lecciones que muestran su peligrosidad como detonantes de crisis aparentemente invisibles, que van envenenando los ánimos y desatando reacciones que demuestran la inconformidad subterránea.

Tememos ejemplos muy recientes en Ecuador y en Chile. La elevación del precio de la gasolina o de los pasajes del transporte colectivo desató reacciones violentas. Llegan hasta pedir, muy en serio, las renuncias de sus presidentes. Advertencia clara, que las autoridades de Bogotá parecen no escuchar.

El automóvil particular se convirtió en símbolo de progreso de una clase media que lo mira como un logro personal y familiar. Pero ahora lo quieren pintar como un monstruo al cual es preciso destruir, en cambio de alentarlo, como un escalón del estatus conseguido con trabajo. Útil y legítimo.

Pero aparecieron los expertos en movilidad, especialistas en organizar los desesperantes trancones, para ahora introducir un elemento discriminatorio, vendiéndole a los ricos un privilegio que todavía no se sabe si servirá para salir del atasque de tráfico o para empeorarlo.

Aún más. El carro es un elemento de trabajo, cada vez más indispensable en una ciudad con transporte público deficiente.

Le puede interesar: Clima presidencial

La venta de este privilegio es una medida plutocrática, que coloca, a la administración, que la tome, en el peor sitio, del peor momento. La apoteosis de la inoportunidad.

 

Compartir Imprimir

Comentarios:

Edgar
Edgar
2019-11-11 10:20:37
Diana Sofía expresa en pocas líneas lo que es, de por sí, una alcaldada. Y después no se quejen en Bogotá por problemas graves de orden público, si es que la gente se rebota con toda razón, claro.

Destacados

Carlos Vives
Columnistas /

Para adelante y para atrás

El Mundo inaugura
Columnistas /

EL MUNDO fue la casa de la cultura de Medellín

Mabel Torres
Columnistas /

Firmas y responsabilidad

Guillermo Gaviria Echeverri
Columnistas /

La desaparición de EL MUNDO

Fundamundo
Columnistas /

Mi último “Vestigium”

Artículos relacionados

¿Guardamos el respirador?
Columnistas

¿Guardamos el respirador?

Los expertos conocían el peligro de los elementos que ensuciaban el aire bogotano, sabían lo que estaba acumulándose, según consta en estudios tan serios como...

Lo más leído

1
Columnistas /

¿Glorieta, rompoi o romboi?

@ortografiajuanv explica las interrelaciones de culturas y la formación de nuevas palabras
2
Cazamentiras /

Nicolás Maduro, ¿colombiano?

Recientemente, usuarios en las redes sociales reavivaron la polémica en torno a la nacionalidad del...
3
Columnistas /

¿Migrar o emigrar? ¿E inmigrar qué?

Migrar, emigrar e inmigrar hablan de la misma realidad, pero no por ello son sinónimos. Las diferencias...
4
Suroeste /

Balcones coloniales pintan de color el Suroeste

Jardín es reconocido por ser el pueblo con los balcones más bellos de Colombia, pero no es el único...
5
Palabra & Obra /

En The Guilty, un cuestionado policía que intenta hacer el bien

La sólida actuación de Jacob Cedergren es fundamental para potenciar el filme
6
Seguridad /

Se conmemoran diez años de la Operación Jaque

Los rescatados fueron, además de la excandidata presidencial Betancourt, los contratistas estadounidenses...