El cambio en Venezuela lo deben decidir las mayorías, no las armas

Autor: Redacción
6 marzo de 2019 - 09:11 AM

Analistas consultados por EL MUNDO consideran que el presidente interino y la oposición venezolana se fortalecen ante un régimen desesperado que quiere negar la crisis humanitaria y que recurre a la fuerza para evitar cualquier manifestación de cambio.

Bogotá, Colombia

“No se trata de guerra o paz, ni de las diferencias entre una ideología u otra. Se trata ahora de acabar con la miseria que sigue cobrando vidas, de reivindicar los derechos humanos de todas las personas, de recuperar las posibilidades de un país agobiado por una crisis humanitaria que cada día se agrava más, de facilitar el regreso de quienes han tenido que irse del país, lejos de sus familias, en busca de medios para sobrevivir. Por eso luchamos por el cambio, por eso es necesario reafirmar el proceso de transición hacia un Gobierno que genere gobernabilidad y estabilidad, que atienda la emergencia humanitaria y que recupere la confianza de sus ciudadanos y de todos los países del mundo, y eso sólo se logrará a través de unas elecciones libres, transparentes, creíbles, en las que puedan participar todas las fuerzas del país para que el pueblo decida. Y lo vamos a lograr porque estamos más unidos que nunca”.

Ese fue el mensaje que replicó el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, durante su paso por Colombia, Brasil, Paraguay, Argentina y Ecuador, países que visitó luego del frustrado ingreso de la ayuda humanitaria a su país, que impidió el régimen de Nicolás Maduro con acciones represivas que desde ese 23 de febrero a hoy dejan por lo menos seis muertos y decenas de heridos.

Lea: Grupo de Lima se opone a uso de la fuerza en Venezuela

Un mensaje de cambio ceñido a los principios de la Noviolencia, que no contempla el uso de la fuerza, la confrontación armada o el choque para sumar voluntades. Un mensaje que ha sido la bandera de la oposición venezolana, encarnada hoy en el presidente encargado, además respaldado por la misma comunidad internacional representada en el Grupo de Lima y la Unión Europea, que se ha mantenido al margen, reclamando el diálogo como medida de salida a la crisis social, política y económica que embarga al país vecino.

“Que la transición hacia una Venezuela libre sea pacífica”, gritó Guaidó este lunes a su regreso a Venezuela, reforzado por el apoyo de casi todo el continente y por la misma declaración del Grupo de Lima, que en su última sesión celebrada hace diez días en Bogotá también reiteró su negativa al uso de la fuerza en ese esperado proceso de transición democrática, que advirtió, “debe ser conducido por los propios venezolanos en el marco de la Constitución”.

Es decir, la resistencia y la lucha de la oposición ha sido con ideas, con propuestas, con fórmulas que volvió a defender el líder opositor a su regreso al país, pese a la gran tensión generada por las amenazas oficialistas de que iba a ser detenido y sometido a la justicia por, supuestamente, haber abandonado el país sin permiso.

Sin embargo, un fortalecido Guaidó regresó a Venezuela, como lo había anunciado él mismo, “por el aeropuerto Internacional de Maiquetía, como debe llegar un presidente”, donde lo esperaba una multitud que luego se convirtió en caravanas de seguidores que lo vitoreaban al paso por las principales vías de Caracas, pues en él ven una señal de esperanza. La esperanza de un cambio pacífico que no cobre más vidas, que no genere más daño, pero que le dé al país la oportunidad de un renacer, con opciones laborales, atención médica, abastecimiento de alimentos y mejores relaciones internacionales que le permitan iniciar la recuperación social.

 

Preparados y convencidos

Desde cualquier ángulo, el mejor camino para el país es la transición concertada, no violenta, porque una acción militar podría incluso durar mucho más e indudablemente ser mucho más   calamitosa a la hora de iniciar la reconstrucción del país. En eso coindicen Luis Javier Botero, exasesor de Noviolencia de la Gobernación de Antioquia e integrante del Movimiento Mundial de la Noviolencia, y Germán Darío Valencia, profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la UdeA.

“En el tema de la Noviolencia lo más importante es no salirse de esa línea”, es decir, hay que estar preparados, entrenados y convencidos de “principios que son una vía para valientes, pues se debe aceptar el sufrimiento por la causa, sin dejarse dominar por la violencia”, es decir, sin dejarse provocar, sin responder de igual manera, ni recurrir a hechos de fuerza, venganzas, desquites o represalias, “pero no sabemos qué tan preparada esté la oposición en ese concepto”, expone Luis Javier manteniéndose en la línea de que la razón termina por imponerse a la fuerza.

Ahora, aclara, lo más importante en este momento, con la presión interna y externa que ahoga al régimen de Maduro, es que esa mayoría que parece ser hoy la oposición esté dispuesta a continuar en las calles, a desafiar el régimen, a sufrir con valentía cualquier barbaridad, y eso va a terminar por imponerse. Una muestra, dice, es el regreso triunfal de Guaidó, que ni fue detenido ni encarcelado como lo anunció el régimen, por el apoyo y la acogida que él ha logrado al interior del país.

Por ello, supone, “si ellos insisten en ese proceso no violento, esa postura se va a imponer. No sabemos cuánto demore, pero ese tiempo será menor que a través de una acción armada”.

 

No es tan fácil

Pero para Germán Darío ese futuro no es tan claro, “porque como están las cosas esto va para largo, Venezuela es un país dividido y el poder monopólico de las armas hace que el Gobierno se pueda mantener”.

En esta lucha hay dos corrientes, dijo. “De un lado están los que buscan una salida negociada, y ahí están la oposición, porque no tiene las armas y en caso de una lucha interna saldría demasiado afectada, y los países del Grupo de Lima, porque también saben varios de ellos que como vecinos pueden salir muy golpeados por una acción militar. Eso aumentaría el número de refugiados, la frontera sería una zona mucho más conflictiva, y seguramente se alteraría el orden público en Colombia, lo mismo que le pasaría a Brasil y Perú”.

La salida militar, en cambio, es según su opinión la opción que manejan el oficialismo, porque tiene las armas, y Estados Unidos, que está lejos y tiene una larga historia en estos procesos.

Por eso, advierte Valencia, “es ahí donde hay que entender que la guerra sólo deja destrucción y dolor, y entonces el que quede en el poder va a recibir un país destrozado, en ruinas, y eso no conviene. Además, asegura, las guerras no se acaban tan rápidamente, es un proceso que puede durar mucho más tiempo que el acercamiento y el diálogo.

El ideal, aprecia el docente, sería que la mayoría coincida en una idea y que esa vinculación les permita legitimar una postura y deslegitimar otra, para que finalmente caiga un sistema.

Frente a la otra alternativa posible, que los militares, agotados por la situación, decidan finalmente reconocer y apoyar a Guaidó para poner fin a la confrontación, apunta que “eso sería un golpe de Estado, y no podríamos decir si es lo mejor o no para el país, porque el cambio lo deben decidir las mayorías, no los militares ni las armas”.

 

Aislados de la realidad

“Maduro controla los medios de comunicación. Hoy en día nos enteramos de las cosas que pasan aquí por las redes sociales (Instagram y Twitter), porque los canales de televisión y los medios no transmiten ni muestran nada de la realidad que estamos viviendo, de la situación de los hospitales, de la inseguridad en las calles. Esos canales sólo pasan lo que ordena Maduro, nunca vemos nada que tenga que ver con Guaidó. Nos sentimos aislados de la realidad que vivimos”, relata Juan Sebastián (*), un joven profesional venezolano que permanece en el país.

“En los supermercados se encuentran algunos productos, pero muy caros, por ejemplo, un kilo de carne vale 10.000 (Bolívares) y el sueldo mínimo en Venezuela son 19.000 (Bolívares). Son productos que la gente que gana un sueldo mínimo no puede comprar. En otros Estados no hay distribución de alimentos por escasez de gasolina, o por falta de transporte. En Maracaibo, Táchira y Mérida sólo se consiguen productos de Colombia”, añade.

Y agrega que “alimentos de la canasta básica, como harina pan, arroz, huevos, pasta, Maduro obligó unos precios que llama justos, pero los productores e industriales no pueden producir a pérdida. No hay materia prima y cuando llega los precios son inalcanzables, por eso día a día se ven empresas que tienen que cerrar, aumentando el desempleo y agravando la crisis. Los hospitales, las escuelas y las empresas públicas (agua, gas, energía, recolección de basuras) están en quiebra. Es muy angustioso ver eso todos los días, por eso la gran cantidad de personas que se van a otros países", relata.

Según Juan Sebastián, “es una minoría la que hoy apoya a Maduro, los que reciben el bono mensual que equivale a un salario mínimo o las cajas de comida (Clap) que le dan a los más necesitados, pero que incluso ya no llegan a muchos lugares. Ellos no suman el 20% de la población, lo que pasa es que mientras los altos mandos militares, los ministerios, el Tribunal Supremo y el Consejo Nacional Electores (CNE) estén con Maduro, es muy difícil lograr el cambio”.

Para este joven, “ahora hay una gran esperanza con Guaidó, porque se ve en él una nueva generación de políticos, con nuevas ideas, pausado y bien asesorado, no como los anteriores, que también sólo pensaban en llenarse los bolsillos. En estos dos meses Guaidó ha logrado ganarse la confianza de la gente, esperemos que esta sea la oportunidad del cambio”.

(*) Nombre cambiado a petición de la fuente.

 

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2019-03-07 17:20:55
Hasta cuándo Maduro? Hasta cuándo?

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