El reconocimiento de la problemática relacionada con el acceso a la energía y la urgente necesidad de superarla, ha orientado a las Naciones Unidades en la definición de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El calor y la electricidad son las dos formas de uso final de la energía en la sociedad y son indispensables para garantizar la calidad de vida y el progreso material de las comunidades. El acceso y disponibilidad de tales formas de energía en condiciones de eficiencia y costos razonables, es determinante para precisar los indicadores de equidad social de un país. No obstante, lo anterior, una de las grandes problemáticas mundiales que origina graves consecuencias sociales, es la dificultad de acceder a la energía por parte de las comunidades de menores ingresos y de las regiones de menor desarrollo social y económico.
Según la Agencia Internacional de la Energía para el año 2017 existían en el mundo 1.1 billones personas sin acceso a la electricidad , 2.7 billones sin acceso a combustibles limpios para satisfacer sus necesidades de energía calórica para la cocción de alimentos y calentamiento de agua; comunidades que satisfacen estos requerimientos con el uso de la leña, los combustibles atípicos y el fogón de tres piedras, lo que trae como consecuencia la contaminación del aire en el interior de la viviendas, estimándose que por este motivo mueren 2.8 millones de personas al año. El reconocimiento de la problemática relacionada con el acceso a la energía y la urgente necesidad de superarla, ha orientado a las Naciones Unidades en la definición de los Objetivos de Desarrollo Sostenible; se ha considerado como objetivo número siete: “Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos en el año 2030.”
Según las cifras oficiales el 97 % de la población colombiana tiene acceso a la energía eléctrica; sin embargo, no es suficiente con tener el flujo de energía en los medidores a la entrada de las residencias. Es muy importante también la seguridad en el suministro, la disponibilidad permanente y no interrumpida, la calidad de la energía y el hecho de disponer de artefactos modernos, energéticamente eficientes, con reducidos impactos ambientales para los usos finales, y desde luego disponer de tarifas razonables. Del acceso a la energía eléctrica hoy, dependen otras actividades, servicios y bienes públicos que son cruciales para configurar la equidad social de un país, como son: la salud, la conservación de alimentos, la educación, las comunicaciones y la conectividad, entre otras. En este contexto se concluye que no es suficiente tener altos índices de cobertura, sino que es necesario entonces lograr el acceso a la energía en el marco de una perspectiva integral, tal como la aquí descrita.
Otra situación importante para el análisis del acceso a la energía en Colombia, lo constituye la energía térmica, la cual es útil para la cocción de alimentos, calentamiento de agua y acondicionamientos de espacios. Según el balance energético nacional que edita la Unidad de Planeación Minero Energética, los requerimientos de energía térmica en el sector residencial, se satisfacen en un 40% con leña y con el uso de equipos de combustión obsoletos, ineficientes y emisores de material particulado que causan enfermedades en población vulnerable. Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística-DANE, hay 1.4 millones de familias rurales y 200 mil urbanas que usan leña y carbón en fogones rudimentarios, estimándose según cifras del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible 1000 muertes/año por causa de esta situación. Así las cosas, en Colombia aún hay un largo camino por recorrer para lograr el suministro de combustibles limpios como el gas natural y fuentes renovables para el sector residencial, en particular en zonas rurales y lugares periféricos o de difícil acceso en centros urbanos.
Sin duda la problemática de acceso a la energía por parte de los sectores sociales de menores ingresos, regiones apartadas y/o de bajo desarrollo económico y por los sistemas productivos informales y en pequeña escala de producción, demanda de los gobiernos proveer la infraestructura energética necesaria y los mecanismos regulatorios para garantizar el acceso, puesto que en estos asuntos el mercado no responde eficientemente y para la empresa privada, el negocio de las inversiones en energía no es atractivo y es poco rentable.
No menos importantes son los esfuerzos en investigación, desarrollo tecnológico, innovaciones tecnológicas y sociales, para disponer de energéticos limpios, equipos y artefactos de conversión modernos y eficientes para el uso de la energía eléctrica y térmica, como también la organización de las comunidades para la autogestión energética que garantice acceso, disponibilidad permanente de las fuentes energéticas y condiciones dignas y sostenibles en el uso de la energía.