Para el alcalde: cuando salga de su casa no dé el giro en la primera calle que encuentra, siga hasta el fondo para que vea, en una pequeña glorieta, cómo se cometió un “arborecidio”
Un amable lector me envió los siguientes comentarios – y que he editado- sobre las obras de valorización que se acometieron en la zona de El Poblado, en parte complementarios a los de una columna anterior mía sobre el tema, con el mismo título (elmundo.com, 29 mayo de 2017):
“Todos los habitantes de El Poblado hemos sido víctimas de un verdadero ‘atraco’ por parte del Municipio y de sus alcaldes con el derrame de valorización por las obras civiles que se han hecho durante los últimos tres años con el objetivo de descongestionar las vías de la zona.
Muy bueno que el actual alcalde, Federico Gutiérrez, viva en el Poblado, en donde sufre en carne propia los resultados de la peor forma de clientelismo y de ‘atraco’ a los bolsillos de los ciudadanos por parte de las sucesivas administraciones municipales, mediante la llamada contratación pública, vivero de la corrupción, que desangra los ya raquíticos presupuestos de la clase media.
Veamos algunas de las flamantes obras que se han realizado: El deprimido de la la Inferior con Los Balsos, es un verdadero fiasco: Al aparecer, dados los resultados, no hicieron esos ingenieros el elemental ejercicio de análisis de suelos antes de construir obra tan comprometedora, y que apenas hace pocos días se abrió al tránsito, después de más de tres largos años del deprimido hecho pesadilla.
El puente de la Inferior con la 10 ciertamente no ofrece el mismo peligro que la Inferior con Los Balsos porque es un puente elevado, pero carece de la amplitud que demandan las calles de alta circulación. Y de las bahías, ni hablar, no fueron previstas para salir de la oreja que subiendo por la 10 entra a la inferior, construida a nivel con la que sale al descender el puente. El conductor debe abrir cuatro ojos para que no lo arrasen los vehículos que bajan por el puente elevado. Por la falta de espacios y de recursos de ingeniería, ese puente es otra vergüenza.
El puente de la Superior con El Tesoro “no era perra ni era nada”. El pavimento por donde circulan los vehículos tiene que separarse con conos de plástico -ya casi todos destrozados- para que no colisionen los conductores. Por añadidura hay un sardinel al frente de la vía del Tesoro para cruzar la Superior hacia la clínica del Rosario, en tanto que la vía que lleva de la Superior al Centro Comercial El Tesoro, no sirve ni para el tránsito de un triciclo y además está marcada con (más) conos de plástico. Como no hay cruce a la izquierda hacia la Superior subiendo por el Tesoro, hay que tener mucho cuidado y hacer maromas para no impactar de frente con el sardinel, subir hasta la clínica el Rosario, virar a la derecha y tomar nuevamente a la derecha La Superior para subir al puente y seguir en dirección hacia Las Palmas.
Ahora, si no se quiere subir por el puente, se debe seguir por la Superior, pero con mucho cuidado para no chocar con un edificio que planeación o estos curadores “amigables” con los constructores que tiene Medellín, dejaron construir sin retiros adecuados, al frente del centro comercial Del Este.
Las vías, los puentes, las aceras y los intercambios viales, repito, son una vergüenza. Esa contratación para cobrarla por valorización está dando peores resultados que el edifico Space. Hay una similitud muy grande entre las obras por valorización y la construcción de éste edificio que terminó en tragedia.
Señor alcalde Federico Gutiérrez: Ahí tiene un buen trabajo, devolviendo el dinero pagado por valorización por estas obras. Si usted tiene ese gesto con los habitantes de El Poblado, sin duda entrará a la historia medellinense”. Bueno, los lectores también escriben… y con vehemencia por sus derechos.
Sin duda alguna, los vecinos de El Poblado están frente a unas obras que se financiaron con impuestos de valorización, cerca de 600.000 millones de pesos, deficientes, pobres en diseños, demoradas, y que, en vez de mejorar la movilidad, lo que hacen es prolongar los recorridos habituales, mientras el objetivo final es convertir estas obras en acceso al Túnel de Oriente, generando más congestión, más contaminación por CO2, y más enfermedades respiratorias.
Por último, para el alcalde: cuando salga de su casa no dé el giro en la primera calle que encuentra, siga hasta el fondo para que vea, en una pequeña glorieta, cómo se cometió un “arborecidio” sobre un ejemplar que debió haber sido hermoso y prometía serlo aún más. Le hicieron un corte circular en su corteza para que los líquidos y nutrientes no pudieran subir y el árbol se murió, sus ramas y hojas están secas.
Seguramente, ese árbol será uno de los 40.000 árboles que los constructores no han podio sembrar por compensaciones constructivas en Medellín debido a que no tienen dónde. No dejaron lugar ni para aceras, áreas verdes y mucho menos árboles grandiosos porque el metro cuadrado es oro, mientras la vida se hace agria, oscura e incomoda entre cuatro paredes que separan otras cuatro paredes iguales, mientras el exterior es contaminado y feo sin árboles, pájaros y vida. El futuro de Medellín.