El así denominado grupo La France Press-GFP lo integró un conjunto de jóvenes intelectuales antioqueños
El así denominado grupo La France Press-GFP lo integró un conjunto de jóvenes intelectuales antioqueños, que en la década de los años 50 del siglo pasado se concentró alrededor de la Agencia Francesa de Prensa-AFP, dirigida por Alberto Aguirre, reconocido intelectual, periodista y librero. En la AFP trabajaron como redactores, entre otros, Carlos Castro Saavedra, Oscar Hernández, León Arboleda, Gonzalo Arango, Delimiro Moreno, Abelardo Ospina, Mario Arrubla, Estanislao Zuleta, más o menos en ese orden cronológico, según lo refiere el también miembro del GFP Ramiro Montoya en la Revista Al Margen, edición de setiembre de 2007.
El GFP fue la vanguardia literaria que sucedió a los Panidas, movimiento literario que desde el Medellín de principios del Siglo XX renovó la aletargada literatura colombiana. Como anécdota, que podría ayudar a sustentar lo anterior, recuerdo que en un cumpleaños que en 1971 le celebramos a León de Greiff en el campo Villamil de Bogotá (una tradicional cancha de tejo localizada en el Barrio Siete de Agosto). En la referida celebración, Gabriel García Márquez se nos acercó a la mesa de los paisas y salió con este elogioso homenaje al GFP: El GFP, nos dijo, fue en sus comienzos literariamente más importante que el Grupo Barranquilla-GB, pero ustedes tenían un problema que les impidió consolidarse como movimiento intelectual duradero, y se los voy a decir ya: todos eran muy pobres, con excepción de Alberto Aguirre, el mecenas del grupo. Por esa poderosa razón tuvieron que dispersarse, buscando sobrevivir en otras ciudades, muchos ejerciendo oficios varios. En cambio, agregó el Gabo, en el GB el único pobre era yo, y por ello todos mis amigos de La Cueva pudieron permanecer juntos tantos años en deliciosa bohemia, consolidándose como movimiento literario.
Alrededor de Alberto Aguirre y de sus empleados en la AFP se generó una concurrencia, nutrida e informal, en plan de tertulia en las mismas o?cinas de la agencia o en los cafés vecinos. Por allí pasaron, entre otros, Carlos Castro Saavedra (poeta), Oscar Hernández (poeta), Manuel Mejía (novelista), Gonzalo Arango (poeta), Carlos Jiménez (abogado y escritor), Ramiro Montoya (abogado y escritor), Fernando Botero (pintor), Mario Arrubla (escritor), Mario Rivero (poeta), Jorge Montoya (poeta), Eddy Torres (periodista), León Arboleda (fundador del EPL) y Fausto Cabrera (exilado republicano español, declamador y actor de teatro).
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En 1958 Gonzalo Arango con su primer Manifiesto Nadaista escandalizó a la pacata sociedad que por esa época todavía era Medellín, a partir del cual surgió el movimiento nadaista integrado por una pléyade de jóvenes irreverentes, donde surgen grandes escritores; de ellos sobreviven y nos siguen asombrando Jaime Jaramillo Escobar, Jotamario Árbeláez, Eduardo Escobar y, aunque el mismo no lo acepte, Fernando Vallejo.
Este columnista se acercó a la vida cultural que se agitaba en Medellín sólo a finales de la década del 50, cuando la mayoría de los miembros del GFP ya se había dispersado y el grupo desaparecido. Por fortuna, gran parte de la memoria del GFP se conservaba en el denominado Movimiento, liderado por Jaime Jaramillo Panesso, así como en las tertulias de los cafés Zoratama y La Bastilla con amigos como Delimiro Moreno y Darío Orozco, quien fue contemporáneo y cercano a Zuleta y a Arrubla. En aquellos tiempos Zuleta, Arrubla y Delimiro ya eran reconocidos militantes de izquierda, lo mismo que Jaramillo Panesso, activismo que alternaban con la literatura. Mi ingreso a la Facultad de Minas y la dedicación académica que esto exigía amén de mis compromisos familiares, me obligaron a distanciarme un poco de los grupos intelectuales y políticos que hervían en esta ciudad, aunque si logré mantener algún rescoldo de mi primera formación humanística, pero aquí no se trata de esto.
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Herederos de Estanislao Zuleta, son, entre otros, los reconocidos intelectuales Nicanor Restrepo Santamaría, Juan Camilo Ochoa, Mario Cardona, Álvaro Tirado, Jorge Orlando Melo, Antonio Restrepo y Carlos Mario González, así como Alberto Valencia y otros, sus discípulos y contertulios en Cali; de Manuel Mejía y su taller de escritores auspiciado por la Biblioteca Pública Piloto, lo son de igual manera, entre otros, los consagrados hombres de letras Elkin Restrepo, Darío Ruiz, Jaime Mejía Duque, Mario Escobar Velásquez, Jairo Morales, Luis Fernando Macías, Jorge Artel, Mario Rivero (el mismo del GFP) y Gustavo Álvarez Gardeazábal.
Ramiro Montoya acaba de escribir un hermoso ensayo titulado Oscar Hernández en la cercanía y la distancia sobre el gran poeta y miembro del GFP, recientemente fallecido. En próximas columnas me concentraré en señalar el aporte intelectual que a nuestra generación nos legaron Estanislao Zuleta, Delimiro Moreno y Mario Arrubla, quienes, sobre todo el primero de ellos, fue nuestro maestro en el arte de la lectura.