Sirve para concienciar a la opinión pública sobre las consecuencias que la actividad humana tiene para los océanos
Hoy, sábado 8 de junio de 2019, se está celebrando en el mundo, el Día Mundial de los Océanos. Como triste abrebocas a esta fecha, los titulares de todos los medios, virtuales, radiales, escritos y televisivos en Colombia, han denunciado que el rio Magdalena, nuestro rio de la Magdalena, se ha convertido en la arteria que lleva al mar toneladas de basura. Estos son los titulares de la última semana de mayo y lo que va corrido de este mes de junio: “Playas de Puerto Colombia están 'tapizadas' de basura, 'alfombra' de desechos y basura 'arropa' playas de Puerto Colombia, Una isla de basura en Puerto Colombia, Puerto Colombia es el basurero del país, El desastre inaceptable de Puerto Colombia, Sacarán 600 toneladas de basura de las playas de Puerto Colombia, ¿Cloaca? Este fin de semana recogieron 300 toneladas de basura en playa de Puerto Colombia, Basuras convierten las playas de Puerto Colombia en una vergüenza”.
Mi espíritu, que salió hace años de la parroquia, para gozar (¿o padecer?) de la conciencia universal, me dice que esta es una tragedia universal, si consideramos que cada “gota” que contamine un nacimiento, un afluente, un rio, un mar, afecta a nuestros 5 océanos y, en consecuencia, a nuestra casa, el planeta tierra.
De pleno acuerdo con la organización de defensa de nuestros océanos (https://www.un.org/es/events/oceansday/), “celebramos hoy el Día Mundial de los Océanos, para recordar a todo el mundo el gran papel que los océanos juegan en nuestras vidas. Son los pulmones de nuestro planeta, que generan la mayoría del oxígeno que respiramos. Asimismo, sirve para concienciar a la opinión pública sobre las consecuencias que la actividad humana tiene para los océanos y para poner en marcha un movimiento mundial ciudadano a favor de los océanos. Este día quiere movilizar y unir a la población mundial entorno al objetivo de la gestión sostenible de los océanos, que son una fuente importante de alimentos y medicinas y una parte esencial de la biosfera. En definitiva, esta celebración es un buen motivo para celebrar juntos la belleza, la riqueza y el potencial de los océanos”.
Adicional, recordemos que entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también conocidos como Objetivos Mundiales (un llamado a la acción de todos los países del mundo para erradicar la pobreza y proteger el planeta, así como garantizar la paz y la prosperidad), destaca el objetivo 14, que, en buen castellano, reza: “Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”. Y continúa: “Los océanos del mundo -su temperatura, química, corrientes y vida-, mueven sistemas que hacen que la Tierra sea habitable para la humanidad. Las precipitaciones, el agua potable, el clima, el tiempo, las costas, gran parte de nuestros alimentos e incluso el oxígeno del aire que respiramos provienen, en última instancia del mar y son regulados por este”. Y finaliza, advirtiendo: “La gestión prudente de este recurso esencial es una característica clave del futuro sostenible. Sin embargo, en la actualidad, existe un continuo deterioro de las aguas costeras, debido a la contaminación y la acidificación de los océanos, que está teniendo un efecto adverso sobre el funcionamiento de los ecosistemas y la biodiversidad, y que también está afectando negativamente a la pesca de pequeña escala. Las áreas marinas protegidas deben ser administradas de manera efectiva, contar con recursos suficientes y regulaciones que ayuden a reducir la sobrepesca, la contaminación marina y la acidificación de los océanos”.
León de Greiff, nuestro bardo antioqueño, en su poema Mis ojos no han visto al mar, se lamenta: “Mis ojos / vigías horadantes, fantásticas luciérnagas; / mis ojos avizores entre la noche; dueños / de la estrellada comba; / de los astrales mundos; / mis ojos errabundos / familiares del hórrido vértigo del abismo; / mis ojos acerados de vikingo, oteantes; / mis ojos vagabundos / no han visto el mar...”.
Mis ojos, querido poeta, ¡sí han visto el mar!; por eso, no se diga más, como decía mi abuelo: manos a la obra. Es deber de cada habitante del planeta –y más si se es cabeza de decisiones locales o globales al respecto), el aunar esfuerzos y contribuir al cuidado y belleza de nuestros 5 océanos, Atlántico, Pacífico, Índico, Ártico y Antártico, cuna y sustento de millones de especies, empezando por el Homo sapiens; en algunas cosas -valga decir de paso-, como en el cuidado de nuestro planeta, no tan sapiens.