La educación es el vehículo que jalona la transformación social del país, pero debe estar acompañada de oportunidades laborales para los egresados, y para los que se quedan fuera del sistema.
Ayer jueves, los estudiantes de las universidades públicas del país salieron a marchar para solicitar un mayor presupuesto para estas instituciones dado qué el sistema está desfinanciado, con impactos que redundan en baja capacidad de inversión para el mejoramiento de la calidad educativa, pero, aparte de la desfinanciación, el mismo Estado les clava el cuchillo con el tema de la acreditación institucional.
Programas como Ser Pilo Paga, o el financiamiento de matrículas por parte del ICETEX están orientadas a apoyar a aquellos estudiosos que estén o pretendan ingresar a Instituciones de Educación Superior -IES- acreditadas.
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En el Sistema Nacional de Información de Educación Superior -SNIES- a octubre 10 del año en curso, están registradas 548 IES, contando tanto las principales como las sedes regionales. En 29 de los 32 departamentos hay presencia universitaria, de ellos los que tiene mayor concentración de instituciones son: Cundinamarca (incluye Bogotá) 221 (40.32%), Antioquia 72 (13.14%), Valle del Cauca 69 (12.59%).
Des las 548 IES, 192 (35.03%) son oficiales con presencia en 28 departamentos. La concentración es la siguiente: Cundinamarca (incluye Bogotá) con 50 (26.04%), Valle del Cauca con 42 (21.88%), Antioquia 28 (14.58%). Tan solo 52 de las 192 tienen acreditación de alta calidad (27.08%), pero sí se toma el universo solo el 9.48% tienen la certificación. Mientras que 68 (12.41%) de las IES privadas tienen acreditación de alta calidad.
Sí la política del actual gobierno sigue focalizada en las IES qué están acreditadas, las opciones de estudio para los colombianos se concentran en solo 18 departamentos (56.25%), ¿qué pasa con las personas que están en los otros departamentos? Obviamente se quedan por fuera del sistema o migran a regiones qué les brindar la opción de ingresar a formarse.
Mucho se ha criticado la negociación con las FARC, qué la paz es pura pajarilla, el problema no está allí, sino en la inequidad de ingreso a la educación superior para miles de compatriotas que no acceden a ella. La educación es el vehículo que jalona la transformación social del país, pero debe estar acompañada de oportunidades laborales para los egresados, y para aquellos que se quedan por fuera del sistema.
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Es de considerar que también estamos en frente de una generación de la que varios hacen parte del segmento NiNi, Ni estudian, Ni trabajan, estos son caso aparte, pero que en el mediano plazo serán una carga para la sociedad.
En el 2015, la Unesco publicó un informe titulado Humanity Aid for Education: Why it Matters and Why More is Needed (http://unesdoc.unesco.org/images/0023/002335/233557E.pdf). Allí expresan que en zona de guerra el riesgo de deserción es el doble, entre otras conclusiones.
El tema presupuestal es álgido y el dilema está puesto sobre la mesa: Educación vs. Guerra, ¿cuál priorizar?