De lo que se trata es de no dejar apagar la economía, permitiendo que aquellas personas con menor riesgo de contagio, así como las que al haber superado la enfermedad hayan desarrollado su sistema inmunológico, se reincorporen a sus actividades normales, eso sí atendiendo las debidas medidas de protección.
La grave contingencia causada por la expansión acelerada del covid-19 y la consecuente recesión económica mundial, ha llevado a muchos a confrontar prioridades sobre las acciones requeridas para salvar vidas humanas o salvar la economía. Un falso dilema que proviene de un craso reduccionismo, que lleva a entender la economía como algo de interés sólo para las grandes empresas capitalistas o para los analistas de la macropolítica, dejando por fuera el verdadero concepto de lo económico y de su conexión con nuestra existencia.
Empecemos por definir “Oikos”, prefijo griego con el cual se forman, entre otros, Economía, Ecología y Ecosistema. “Oikos” significa “la casa”, “el hogar”, “el hábitat”. “Economía y Ecología son las ciencias que pretenden educar a las personas para saber vivir en sus casas, fincas y empresas, en sus ciudades y en el campo, en sus países, en sus regiones y continentes, que son casas, hogares, hábitats o ecosistemas anidados, cada vez más amplios; a su vez Ecosistema es la casa, el hogar, el hábitat, el nido, la cueva, el nicho, esa construcción o sistema en el que viven poblaciones animales y vegetales en su medio natural”, que incluye los humanos (Carlos Eduardo Vasco Uribe, Bogotá 2015. Lección inaugural de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales). Economía es pues antes que todo el cuidado de la casa común, incluida la vida.
En su pasada columna en el periódico El Tiempo, Thierry Ways anota que: “La actividad de las personas es inseparable de lo que llamamos, en falaz oposición, la vida. La economía es una manifestación de la vida, quizá la más importante, pues es la que resulta de las decisiones que los humanos tomamos para darle forma, color, gusto, sentido y valor a la existencia. Eso incluye el vaivén de los mercados bursátiles (..), pero también el café de la mañana en la tienda del barrio (…). Lo que llamamos ‘economía’ es la suma de esos pequeños acontecimientos (..). En otras palabras, la economía – la acción humana – es la vida misma; lo que hace que valga la pena y sea algo más que la ciega mitosis de las células”.
Thomas L. Friedman, uno de los más reconocidos intelectuales norteamericanos, en su pasada columna en The New York Times alertó que, de continuar con la economía cerrada por completo por causa del covid-19 se podría provocar, en un futuro no tan lejano, más muertos que la misma pandemia. Una de las mejores propuestas para mitigar el riesgo, según Friedman, es la ofrecida por el Dr. David L. Katz, director del Centro de Investigación de Prevención Yale-Griffin, un experto en salud pública y medicina preventiva, quien en un reciente artículo publicado en The Times argumentó que “tenemos tres objetivos en este momento (para superar la pandemia): salvar tantas vidas como podamos, asegurarnos de que nuestro sistema médico no se vea abrumado, pero también asegurarse de que en el proceso de lograr los dos primeros objetivos no destruyamos nuestra economía y como resultado de eso, incluso más vidas”.
Un enfoque adecuado para las circunstancias actuales, según Katz, se debe centrar en proteger aquellas personas que tienen más probabilidades de morir o sufrir daños a largo plazo por la exposición a la infección por el coronavirus, los ancianos, las personas con enfermedades crónicas y los inmunológicamente comprometidos; el resto de la sociedad, después de una cuarentena de unas 3 semanas debe volver, de manera gradual, a sus actividades normales de trabajo y estudio, pero garantizándole atención médica adecuada y eficiente. Esto exigiría que quienes se reintegren a las actividades productivas y académicas sigan atendiendo las medidas preventivas y si se llegasen a sentir enfermos, quedarse en casa hasta su recuperación, o buscar atención médica, si esto no funciona.
Friedman concluye: “Dejemos que muchos de nosotros recibamos el coronavirus, nos recuperemos y volvamos al trabajo, mientras hacemos todo lo posible para proteger a los más vulnerables de ser asesinados por el virus. O cerramos la economía durante meses para tratar de salvar a todos en todo el mundo de este virus, sin importar su perfil de riesgo, y matar a muchas personas por otros medios, matar nuestra economía y quizás matar nuestro futuro”.
Al paso que ahora vamos y si la economía mundial sigue frenada, la recesión y el desempleo causados por la crisis de la crisis financiera del 2008-2009 se van a quedar cortos, si no se retoma un rápido control de la actual situación que evite generar millones de muertes por causas que no se están tomando en cuenta. El desempleo mata, la pérdida de la vivienda mata, la angustia de no saber qué hacer en un sistema que se ha frenado puede ser mortal, todo lo cual parece que esté siendo ignorado por los gobiernos.
Veamos lo que podría suceder a la economía colombiana, tanto en los indicadores macro como en los hogares, en caso de extender la cuarentena más allá del próximo 13 del corriente mes de abril, que podría ser hasta el próximo mes de junio. Al inicio de la actual cuarentena, Anif pronosticó que el crecimiento de la economía colombiana bajaría hasta un rango entre el 1,8 por ciento y el 2 por ciento del PIB en un escenario sujeto a la duración de los choques, esperando alguna recuperación de la economía durante la segunda mitad del año. Pero ahora que se habla de la posible prolongación del aislamiento, esa misma asociación recalca que en caso de persistir la crisis de la salud pública, el escenario macroeconómico del país podría ser mucho más complejo y difícil, con una desaceleración del PIB hacia niveles en el rango entre 0,5 y 1%, pero, advierte, que si la situación se mantiene la economía podría llegar a tener un crecimiento negativo.
Como es de suponer, una situación de tal extremo de gravedad tendría serias repercusiones en el mercado laboral, acrecentando los indicadores de desempleo, que se podrían incrementar hasta 12% en lo nacional y 13% en las zonas urbanas, cuando al principio del año se pronosticaba un 10,3%, ya de por si insatisfactorio. Fedesarrollo en un escenario optimista tasa el desempleo para el corriente año en 13,3%, en 15,4% en un escenario medio y en 19,5% en un escenario pesimista, ¡lo que significaría cinco millones de desempleados!
Hasta el 3 de abril se contabilizan en el país 1.406 personas afectadas por el Covid-19 con aproximadamente el 2% de fallecidos, sobre todo limitados a casos diagnosticados con enfermedades preexistentes y/o con deficiencias del sistema inmunológico. Se espera que una vez se termine el actual aislamiento la curva de contagios se logre aplanar.
De lo que se trata es de no dejar apagar la economía, permitiendo que aquellas personas con menor riesgo de contagio así como las que al haber superado la enfermedad hayan desarrollado su sistema inmunológico, se reincorporen gradualmente a sus actividades normales, eso sí atendiendo las debidas medidas de protección. Sobre la estrategia a seguir por parte de los decisores de políticas públicas, recomiendo un cuidadoso análisis de las recomendaciones del doctor Diego Vecino, investigador del John Hopkins School of Public Health (https://www.elespectador.com/coronavirus/analisis-cual-es-la-estrategia-de-salida-de-la-cuarentena-articulo-912589).
El confinamiento alivia el ritmo de contagio, aunque no impide que gran parte de la población llegue a tener que enfrentarse al virus en algún momento futuro; pero para cuando esto ocurra se espera que ya la ciencia haya desarrollado una vacuna y se tengan los medicamentos y el tratamiento curativo adecuado, así como un sistema sanitario fortalecido. Si seguimos en un confinamiento generalizado e indefinido, las consecuencias económicas pueden ser devastadoras para todos.