El protocolo nos enseña que al llegar a cumplir 90 años en edad, en servicio, en trabajo, es llegar a celebrar las Bodas de Mármol. Preciosa sabiduría. Es el tiempo en que esta dura piedra está esculpida por la vida. Más si se cumplen con alegría, con amor de hogar, bailando al son de un porro. Así son los 90 de don Jaime Tatis.
Relacionista puro. De los que le tocó comenzar y hacer el cambio a finales de los años sesenta. Ese cambio cuando se creía que el mandar flores y tarjeticas hacían parte de la esencia de las Relaciones Públicas. Él, sin llegar a tener título universitario, comenzó en Bogotá en la agencia de RRPP de Cenpaly, agencia internacional que gerenciaba Víctor Antonio Páez, un paraguayo. Pero es que este cartagenero que no ha olvidado eso de “ñerda que vaina”, que en sus raíces el mar de Cartagena es su tranquilidad de corazón, se metió de inquieto cuando todavía no tenía los 18 años a que lo aceptaran en la Cámara Junior…y lo aceptaron porque ¡aja! Que más se hace con la insistencia de ese pelao y aquí se formó.
De Bogotá a Medellín en el año 1964 la vida le hace su magistral jugada. Resulta que ya casado en Bogotá con doña Elisa Espinosa Ricardo, “primita de Víctor G. Ricardo” y esto lo dice él porque es algo muy costeño saber quién es quién; y trabajando como relacionista, lo mandan a Medellín a resolver un problemita que fue una filigrana de trabajo y que él mismo nos dice fue su mejor desempeño en las RRPP. El cuento es que en el periódico El Tiempo, salía la columna de Hernando Giraldo, que siempre se refería al Hotel Nutibara, como “La pensión Botero” en aquellos años de don Hernán Botero Moreno. Pidieron una asesoría a Cenpaly. Don Jaime Tatis vino, conoció y volvió a Bogotá a resolver semejante problemita y se fue a hablar con Giraldo, pero apenas le dijo que era funcionario del Hotel Nutibara le dijo: “se para y se va ya”. Don Jaime insistió y a la semana volvió donde Giraldo y le dijo: “vengo a invitarlo al Hotel Nutibara”. La respuesta de Giraldo fue positiva siempre y cuando no tuviera que verle la cara al señor Roberto Botero. A la semana lo llamaron y le dijeron que viera la primera página de El Tiempo…A 8 columnas y foto del Hotel Nutibara en primera, una crónica en donde ya no se mencionaba como “la pensión Botero”. Un trabajo de imagen bien hecho. Tanto que los Botero Moreno le pidieron que se viniera a trabajar al Hotel.
Don Jaime tiene voz aguda, fuerte y se le escucha a la cuadra. Pero baja el tono cuando el sentimiento le llega al corazón de los recuerdos y dice:
“Fíjate que a la primer persona que conocí, que llegó a mi oficina en forma altanera mostrándome su tarjeta y presentándose como periodista de El Colombiano, fue a Humberto López López”. Su maestro, su socio, pero sobre todo su amigo de toda la vida desde que llegó aquí a Medellín, amigos de no tener secretos. Se contaban todo, se entendieron y se respetaron siempre. Tanto, que Jaime Tatis fue la única persona que lo acompañó sin separarse un minuto de él en los días de su muerte. Dos días antes de morir, le tomó la mano y le dijo: “Jimy” no me dejes morir la Academia de Relaciones Públicas. Así lo ha cumplido. Lo vio morir.
¿Qué son las Relaciones Públicas?
Son imagen. Y la imagen es la observación permanente que hacen los demás de nuestras actitudes.
En 1968 se unieron a crear la primera oficina de RRPP en Colombia, con el nombre de “Imagen” Humberto López, Javier López, Darío Arizmendi y Jaime Tatis, oficina que funcionó durante diez años.
Uno de los trabajos de más responsabilidad y el que puede resaltar como inolvidable, fue el de hacer toda la logística de la celebración de los 25 años del Hotel Nutibara. Fiesta de rigurosa etiqueta, 400 invitados, Presencia del presidente de la República y con la orquesta de Lucho Bermudez. Era la época social más importante en Medellín. El Hotel era insignia de la ciudad, era el único que tenía un comedor en donde se exigía saco y corbata para poder entrar; tenía el Grill El Conquistador, con orquesta diaria y, además, una discoteca para jóvenes. Fue el Hotel sede de las figuras del toreo y de los grandes artistas de la canción que llegaban a la ciudad.
Jaime Tatis del Valle, hijo de un hombre que fue químico farmaceuta y, también, primer violín de la Orquesta de Cartagena. De aquí la herencia de su amor por la música, pero sobre todo del porro y con un excelente oído musical que deriva en su gran pasión por bailar. Desde que era pelao adquirió fama de buen bailarín. Y nos cuenta una anécdota simpatiquísima que nos inspiró el título: Estando en el Club Naval en un baile de esos famosos, se le acercó un edecán de palacio y le dijo que doña Berta quería bailar con él, que si por favor fuera a su mesa. “Imagínate, a uno pelao que le hagan esto”. Y salió con ella a bailar. “Por cierto que no tenía ni idea, no bailaba un carajo” Tengo que decirles que de la doña Berta que estamos hablando era doña Berta Hernández de Ospina, la mismita doña esposa del presidente Mariano Ospina Pérez.
Jaime tocaba armónica, tiene dos alemanas muy buenas. Es un hombre muy familiar, su hogar está compuesto por doña Elisa, que es cartagenera pura, hace el más rico de los”enyucados” y en casa se combinan los menú entre paisas y costeños, por sus dos hijos, Mariangela y Andrés y sus cuatro nietos. Todos los domingos de Dios, hace asamblea familiar.
¿Hay conciencia hoy de la necesidad de las RRPP?
Sí. El empresario ha entendido que son una ciencia que vende la imagen de una institución, de un país, a través del estudio de los diferentes públicos, con investigación, planeación, evaluación y calificación. No es nada de eso de mandar flores, ni de tomar trago.
Pero además de las RRPP, este hombre de memoria prodigiosa tiene otra profesión que ha trabajado a pulso: el turismo.
Él nos dice con franqueza que su ciudad, Cartagena, no ha sabido asimilar que su pasado, presente y futuro depende del turismo y que con esos “precios tan altos” han maltratado al visitante en todos los sectores y a todos los niveles, hasta el que vende el pescado en la playa. Es una ciudad para ricos.
Hace años Bernardo Tobón Martínez, gerente de Todelar, le dio el programa “El informador turístico”. No ha dejado de salir desde ese momento en radio y tv, sin interrupciones. Un programa en el que solo trabaja por la imagen de Medellín. Una ciudad que él nos dice se vende fácil porque tiene dos cosas que el turista aprecia: servicio y clima.
¿Tiene el gobierno local conciencia del turismo?
No. Falta mucha conciencia y conocimiento del desarrollo turístico. Afortunadamente hay un Bureau que trabaja. Y tengo una frase: si Medellín se desarrollara a nivel turístico, en 15 años no habrá pobres en la ciudad. Póngale la firma.
Aquí una pregunta de respeto: ¿Cómo buen costeño qué tan picaflor fue?
“Mieda, esta es una pregunta jodida. Por mi temperamento, mi manera de ser, por caballerosidad he tenido éxito con las mujeres. Pero nunca deje afectar mi casa. Para mí lo primero es la familia.
¿Y qué se siente cumplir 90 años?
La satisfacción más grande que puede tener un ser humano, alegría y la integración familiar.
Un brindis muy global