Más allá del morbo de ver un video en redes, la pelea de unas estudiantes que terminó con una de ellas herida gravemente, debería motivar varias reflexiones como sociedad.
Se necesitaron menos de 15 horas para que los videos de una pelea en las afueras del INEM alcanzaran cuatro millones de visualizaciones. Como en otras oportunidades, el caso se conoció primero a través de internet y pronto fue amplificado por varios medios de comunicación. No es para menos, producto de la pelea de un grupo de adolescentes de séptimo y octavo, una menor resultó herida en un pulmón y el hecho quedó documentado porque varios estudiantes lo grabaron con sus celulares y por lo menos dos, los pusieron en Internet.
Ocurrió después de las siete de la noche, la hora en que acaba la jornada de la tarde en el INEM José Félix de Retrepo, que en otras ocasiones ha sido reconocido como uno de los mejores colegios públicos de la región, pero nunca fue tan nombrado. Esta vez fue tendencia en las redes sociales y algunos que no sabían dónde queda, al fin supieron que existía. Incluso en la madrugada se rumoró sobre la muerte de la menor herida, pero por fortuna fue dada de alta. Las heridas del cuerpo le sanarán seguramente más rápido que las del alma.
Muchas personas, algunas autoridades incluso, se dolieron del comportamiento de quienes participaron en la pelea, pero también de quienes la avivaron o simplemente no hicieron nada para detenerla. Sin embargo, es igual de reprochable el morbo de ver el video y de compartirlo como se mira un espectáculo, una especie de circo romano. Desde otros sectores se puso en duda que, si los protagonistas de la pelea hubieran sido hombres, no habría sido tan difundido. Otra especie de agresión de género.
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El video, está claro, no busca denunciar una actitud intolerante y agresiva, ni permitir la identificación de los protagonistas del caso. Se trata de grabar espectáculo, del afán de buscar vistas y me gustas, representa la ambición de algunos muchachos de llevar la vida cotidiana a la exposición de las redes. Pero es cierto también que a partir de él se conoció el caso y las autoridades escolares, como el gobierno local, lograron precisar el hecho y anunciaron la aplicación del manual de convivencia a los implicados. De modo que el video pudo haber sido utilizado mejor, sin el morbo y sin vulnerar los derechos de los menores que aparecen en él, aún como espectadores.
El trabajo para las autoridades es superar el momento mediático y recomponer la convivencia en una institución que alberga a estudiantes de todos los estratos sociales y zonas del Valle de Aburrá, pero sobre todo de los más pobres y deprimidos. El ICBF envió una comisión para procurar el restablecimiento del derecho de los menores, profesionales que seguramente ayudarán a fortalecer el trabajo de los sico -orientadores y profesores en el acompañamiento a los jóvenes y en la búsqueda de alternativas para superar las diferencias. También la policía de infancia y adolescencia se hizo presente en el colegio y seguramente obrará como corresponda con las personas involucradas.
Se habla de la posibilidad de cambiar de colegio a varias de las protagonistas de la pelea para garantizarles el derecho a la educación y protegerlas, pero la solución no para allí porque podría ser trasladar o aplazar un problema en el que más que otra cosa, ellas son víctimas. Son la institución y las familias las que han fracasado, es la sociedad la que, aún desde sus más connotados líderes, les ha anunciado que a la fuerza se acallan las diferencias.
Hay que rechazar la violencia en todas las expresiones y en todos los escenarios. Pero resulta más doloroso cuando los protagonistas de ella son los jóvenes en los que a veces fincamos la esperanza de cambio y de superación de las aberraciones sociales. Por eso, el dolor más profundo de lo sucedido en el INEM tiene que ver con el fracaso colectivo de construir una sociedad más tolerante, solidaria y respetuosa.
Durante varias décadas, ese colegio ha sido el escenario de la controversia inteligente y la formación técnica y humanística, pero también ha sido el reflejo de la sociedad en la que transcurre su vida institucional. Es deber colectivo, público y privado, hacer todos los esfuerzos necesarios para garantizar que el suyo sea un entorno protector como debe ser de toda institución educativa, para que pueda seguir colmando de frutos las vidas de sus alumnos “por las nobles rutas del saber”, como indica su himno.
@HenryHoracio