Las acciones dictatoriales obedecen al desconocimiento del Estado de Derecho y el Equilibrio de Poderes.
La dictadura se entiende como el sometimiento de los poderes públicos, y los órganos de control. Es riesgoso cuando una misma persona o partido político tiene tanta injerencia en las ramas del poder público, porque se pierde el equilibrio como elemento de salvaguarda de la sociedad, supóngase una persona dirigiendo al ejecutivo, influenciando al cuerpo legislativo y por otro lado judicializando, damnifica a sus contradictores, debilita la institucionalidad, intimida la sociedad y somete la res publica, en ese orden de ideas la democracia no sería garantista, se cataloga de papel, y…. por supuesto deslegitima a todo un país, genera inseguridad, incertidumbre y desconfianza.
Colombia ha sufrido experiencias dictatoriales de muchos tipos, en todas las medidas y lideradas por cualquier cantidad de actores políticos. Desde la época de la conquista fuimos sometidos a un regimen dictatorial, gran parte de nuestros antepasados fueron exterminados en el curso de un régimen que esclavizaba. Luego en la época republicana estuvimos gobernados por una dualidad política que representaba el centralismo y el federalismo, ocasionando distintas guerras.
Colombia está capturada por el abuso de poder de manera descarada, un régimen digno de un guion macondiano; una dictadura a la colombiana.
Desde la época contemporánea, fuimos gobernados por el régimen dictatorial de Gustavo Rojas Pinilla. Luego empezó otra dictadura, una que limitó la participación política a dos bandos, dos partídos políticos, liberal y conservador.
La dictadura muta en nuestra sociedad, se evidencia de muchas maneras, y no son los gobernantes sino sus decisiones que vuelven permanentes. Como el gravamen del 4 x 1000 que fue creado en el pais mediante el decreto 2331 de 1998, expedido al amparo de la emergencia económica invocada por el gobierno, para enfrentar la crisis financiera doméstica de esa época, y que aún existe. Ese tipo de acciones se vuelven dictadura cuando engañan al pueblo, cuando la ciuadanía es violentada por decisiones que se perpetúan.
En octubre de 2016 se sometió a la voluntad democrática “el plebiscito por la paz”. Soy un convencido de la necesidad de una paz estable y duradera, sin embargo, la forma cómo se implementó el acuerdo violentó un mandato popular, entendido como una expresión legitima, y desconociendo el resultado donde el NO se impuso con el 50.2 % sobre el SI con el 49.7 %. Esta situación nos demuestra que cómo en la modernidad las dictaduras se visten de democracia.
Dictadura a la colombiana es poner la justicia al servicio de la política, legislar a partir del favorecimiento, a la medida de las circunstancias, promover iniciativas reglamentarias que tengan nombre y apellido, calculadas con beneficiario propio, es una imposición contraria a los principios de una democracia.
Dice un adagio popular “tanto va el cántaro al agua que algún día lo rompe”, y eso sucedió con el partido pólitico de gobierno con el tema de la segunda instancia de un mártir. Primero, trataron de posicionar en la agenda legislativa una iniciativa para que existiera una doble instancia “retroactiva” en las sentencias de la Corte Suprema de Justicia, una iniacitiva con nombre de beneficiado directo: Andrés Felipe Arias – condenado por el caso de Agro ingreso seguro-. Luego, por fin fuerzas políticas consiguieron que la Corte Constitucional aceptara la impugnación de la condena del mencionado, eso sin contar que la “politizacón de la justicia” en este caso ocasionó un choque de trenes inedito, Corte Suprema de Justica vs Corte Constitucional.
En este sentido, hemos experimentado guerras, disensos, pugnas políticas y demás, y la violencia y la corrupción son común denominador, pero de algo estoy seguro es que la dictadura contemporánea que captura a Colombia no se evidencia desde las armas, se evidencia de las medidas que son comunicadas como transitorias, pero que concluyen como imposiciones eternas.
Asi las, cosas y de acuerdo a todo lo anterior se espera que el caso de la “neñepolitica” y del gobernador de Antioquia Aníbal Gaviria Correa no se convierta en un nuevo capítulo de la historia de la dictadura a la colombiana, siendo el primer caso un tapen tapen u omisión y este nuevo proceso, un exceso y/o desproporción del poder.
La dictadura ha sido instrumentalizada a partir de la violencia, y de la mano de ella, la corrupción en todas sus formas. La intimidación ha transcendido como elemento propio de la vida, de tal manera, que la observamos como normal perpetuándose en nuestra sociedad como algo legítimo.
Es imperativo que en este tiempo de desconfianza en lo público y las instituciones, se empiece a revertir dicha percepción. La confianza es el norte de la ciudadania y el camino hacia el primer mundo que deben elegir los gobernantes.