El segundo cabecilla del clan del golfo, quien había reemplazado a alias gavilán, fue abatido en una operación militar en Norte de Santander.
Continúa la polémica generada por el emotivo homenaje que algunos habitantes de Carepa, Antioquia, entre música, festividad y llanto le hicieron a los restos mortales de Luis Orlando Padierna Peña, alias inglaterra, segundo hombre al mando del clan del golfo y quien fue abatido por las autoridades el pasado jueves 23 de noviembre.
Mientras algunos consideran que se trata de una apología al crimen, quienes lloraron la muerte del cabecilla lo ven como un “héroe, una persona que no le hacía mal a nadie”.
EL MUNDO consultó a varios expertos en filosofía y ética para entender este comportamiento que llama la atención con respecto a las bases sociales que pueden tener este tipo de “líderes”.
“Más que monstruos desnaturalizados, como a veces los construyen los medios de comunicación, es importante analizar que estas personas también tienen otro tipo de redes y actitudes frente a los suyos, su gente más cercana, lo cual hace que también los lloren y los despidan”, manifestó Juan Carlos Arenas Gómez, sociólogo y docente de la Universidad de Antioquia.
Según el experto, las bases sociales que motivan estas expresiones pueden estar construidas en lealtad y aprecio o fundadas en miedos y temor.
Es decir, “no necesariamente son muestras de un apoyo con sentido, sino que también es posible que haya mucha gente que participa de este tipo de movilizaciones a partir de amenazas y de ser llevados a la fuerza por organizaciones que tienen un poder territorializado”, explicó Arenas.
En este punto, el también investigador del Instituto de Estudios Políticos (IEP) de la U de A recordó que, caso similar a lo ocurrido con alias inglaterra, fue lo que sucedió con el extinto jefe del cartel de Medellín, Pablo Escobar, en quien las personas vieron no sólo un criminal sino un favorecedor y una especie de proveedor de aquellos servicios que el Estado era incapaz o que no tenía la voluntad de llevar a quienes más lo necesitaban”.
“Para mucha gente alias inglaterra era un monstruo, al igual que muchos miembros de los paramilitares, del narcotráfico y de la guerrilla. Sin embargo, el llamado que yo siempre hago es a dejar un poco de lado de la credulidad con la que a veces juzgamos este tipo de acontecimientos y comenzar a pensar un poco más allá de lo que nos cuentan. Eso ayudaría a entender un poco qué es lo que hay detrás de esas lágrimas y expresiones de dolor por la muerte de un asesino”, ultimó el experto.
Por su parte, el sacerdote jesuita Francisco de Roux, una de las voces más calificadas para hablar de paz y principios éticos en Colombia, aseguró que este tipo de expresiones reflejan que “la más profunda crisis estructural del país somos nosotros mismos, los colombianos, quienes olvidamos el sentido de vivir como seres humanos”.
“El vacío ético profundo de muchas personas ha permitido que nos dejásemos penetrar del narcotráfico, de la destrucción de la vida humana, de los odios y de las actitudes de venganza”, manifestó De Roux.
Y es que según Eufrasio Guzmán Mesa, licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana, en la naturaleza humana hay una cierta predisposición “a glorificar al pillo, al astuto y al que es capaz de infringir las normas y enfrentarse al Estado”.
“Yo diría que hay que analizar ese contravalor que existe en la cultura occidental de valorar al bandido, al marginal, que fue lo que permitió que acá se desarrollara el tráfico de drogas”, dijo el avezado.
Guzmán, quien también se desempeña como docente en el Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia, recordó que cuando Freddy Rendón, alias el alemán, se entregó a las autoridades, una de las cosas que más lo impresionó fue que había alguien de la Alma Máter muy cercano al exjefe paramilitar y quien le sirvió de ideólogo a este cabecilla.
“Esta persona nos comentó que iba a ir a acompañar esa entrega con música y papayeras, lo cual nos tomó por sorpresa y desde el Instituto le llamamos la atención para que no fuera a hacer eso y menos en plena Alpujarra”, relató.
Para el experto, en Antioquia hay un antivalor muy acentuado que ha hecho que germinen esos contrahéroes, quienes se terminan endiosando en individuos que no son ejemplo.
“En la década de los 80, mientras mis hijos estaban en la Institución Educativa Jorge Robledo, se hizo una evaluación para que los muchachos de ese colegio expresaran cuáles eran las figuras de la sociedad que les parecían más relevantes… entre ellas estaba Pablo Escobar”, anotó.
Para finalizar, Eufrasio Gómez también hizo un llamado para que, antes de demonizar estos hechos como los ocurridos con alias inglaterra, hay que entender que todo parte de una tendencia humana de mirar al transgresor con buenos ojos.
“La naturaleza humana es paradójica, pues tenemos una dimensión hermosa, angelical y de querer ser ordenados, pero al mismo tiempo poseemos unas raíces evolutivas muy vinculadas a formas terribles de la crueldad y el exceso”, concluyó.