David (cuyo nombre fue cambiado por razones de seguridad), hace parte de los que cada día salen a marchar en las calles de Venezuela en contra de Nicolás Maduro. Él está radicado en el Táchira y en una entrevista concedida a EL MUNDO, confirmó la grave situación por la que está pasando el país. Ahora que fue decretado el estado de excepción, explicó cuál será la posición de los opositores. Asimismo, relató cómo se expande la violencia fuera de la capital. Tan sólo al momento de dar su testimonio, detonaciones se oían a lo lejos, recordando que los enfrentamientos siempre están cerca. 

¿Cómo piensan reaccionar ahora que Nicolás Maduro oficialmente limitó los derechos? 
No es nada nuevo, ya desde noviembre el dictador que tenemos acá impuso un estado de excepción, lo cual le otorgaba medidas y facultades excepcionales para picar en caso de cualquier contingencia. Lo que sucedió el martes con este decreto prorrogó más esa capacidad excepcional en su persona. Las protestas se están poniendo mucho más crudas a nivel de resistencia, porque nuestro pueblo no está armado: estamos defendiendo lo poco que nos queda con palos y piedras contra fusiles, granadas, bombas lacrimógenas. 

Con respecto a los grupos colectivos, ¿Cuáles son las informaciones que han podido obtener desde la oposición? 
Estos grupos, mal llamados “colectivos”, fueron creados por este Gobierno de la revolución sociocomunista, desde comunidades civiles de apoyo en un principio. En la medida que ha transcurrido el tiempo en los últimos diecisiete años, han ido aportándoles más entrenamiento paramilitar. Fue un brazo civil, que el Gobierno lanzó y organizó en las calles para su defensa y no tener que lidiar con la situación de los derechos humanos. Andan de civil en motocicleta o vehículos de tipo gubernamental, sin ningún tipo de distintivo. Ahora están atacando a la población para sembrar el terrorismo. Estamos tratando de controlarlos porque es increíble ver veinte, cincuenta ciudadanos de estos, custodiados por los grupos de seguridad mientras hacen su vandalismo. Tenemos el temor que cuando la situación política de este país cambie, esta gente pase a la clandestinidad y tengamos que lidiar con ellos como pasó en Colombia. 

¿Han podido estar en contacto con organizaciones internacionales y obtener ayuda?
Realmente hay mucha gente que ha estado en contacto con ONG internacionales, con gente de la ONU y bastantes organizaciones humanitarias. Pero no se ha podido hacer efectiva ninguna ayuda, puesto que sus parámetros de espera para asumir que la crisis es tal en su magnitud, que amerite su intervención, nos ha tenido prácticamente solos en esta situación. Los gremios se han organizado: tanto productores agropecuarios como industriales. El país está bloqueado y la distribución de alimentos se ha mermado muchísimo, por lo que nosotros estamos tratando, entre civiles, de coordinar paliativos para mantener un poco el flujo puesto que ya no tenemos transporte público desde hace una semana. Hasta el momento se ha respetado el tránsito de mercancías pero por la misma inseguridad, la gente lo está pensando antes de arriesgarse a mover mercancía.  En todo el país, pero sobre todo en la provincia, el hecho de salir de la casa por víveres implica el riesgo de la integridad física y la vida de uno en alto grado. 

A su modo de ver, ¿Cuál es el aspecto en el que los medios no han insistido lo suficiente?¿Qué es lo que quiere usted alertar? 
Quisiera alertar a todos los que puedan oírnos, que la crisis no es sólo política: es sanitaria, alimenticia, de convivencia… Nuestra situación actual nos está arrinconando por todas partes. Los niveles delincuenciales se han disparado de una manera exorbitante. En este momento no podemos decir que tenemos una hora de tranquilidad, porque estamos pendientes de todo lo que sucede a nuestro alrededor. Creo que uno no se prepara para asumir esta situación que te pone los pelos de punta. En la noche, cuando oigo ruidos de vehículos me levanto bastante nervioso porque no sé qué puede suceder. La gente está durmiendo lejos de las ventanas. Es una situación que quizás solo la habíamos apreciado en documentales, películas, situaciones que no habíamos tenido que vivir en carne propia. Quiero decirle a la gente que Venezuela está muy dispuesta a levantarse, pero no podemos solos porque sencillamente somos un pueblo pacífico, que no tiene forma física de repeler esta situación, pero estamos ahí aguantando. Deben tener el ojo puesto porque aquí se va a necesitar mucha ayuda. Ya no es una lucha política, es una lucha de supervivencia cada día. Nuestra situación aquí es muy deprimente.