Prenden las alertas sobre la vulnerabilidad que existe en los territorios.
En el 2017 tendremos que arreglar la pista, para que aterrice el posconflicto. La firma del acuerdo de paz, y la expectativa del post acuerdo, prenden las alertas sobre la vulnerabilidad que existe en los territorios para desarrollar lo acordado en La Habana.
A este respecto, la Fundación Pares encontró que en 87 municipios de Colombia el riesgo de que se reinicie el conflicto armado es extremo dada la frágil presencia institucional, la existencia de amplias zonas rurales sin vías de acceso y los altos niveles de pobreza. En concreto, mencionan zonas como la Costa Pacífica, el corredor que va del sur de Córdoba al Catatumbo, pasando por el sur de Bolívar, y las zonas de colonización más recientes en el oriente desde Putumayo hasta Vichada.
Por eso, para poder aterrizar efectivamente el sueño de paz, es necesario invertir en los tres (3) pilares fundamentales para cualquier transición exitosa: institucionalidad, seguridad y participación. La institucionalidad es el principal ingrediente para recuperar la confianza perdida entre los ciudadanos y el Estado, y para poder tramitar las necesidades de los colombianos en los territorios o superar su vulnerabilidad.
Una institucionalidad débil o inexistente se convierte en el caldo de cultivo de amenazas, actividades ilícitas y de nuevas formas de violencia. El vacío estatal permite que se atente principalmente contra los nacientes líderes y defensores de derechos humanos, pero, sobre todo, pone en riesgo la implementación de lo acordado.
Por su parte, el pilar de la seguridad es la condición de posibilidad para transitar el posconflicto resolviendo el problema de los grupos ilegales armados, que en todas sus formas desestablilizan territorios y poblaciones. Como lo ha dicho el investigador Ariel Ávila, la existencia de grupos privados de seguridad que son utilizados por sectores legales para mantener o maximizar recursos políticos, públicos o económicos, se convierte en unos de los riesgos más latentes de este proceso de paz.
Por eso, es necesario que desde la autoridad se identifiquen las amenazas y se definan de manera oportuna medidas y medios de protección, especialmente en el caso de los defensores de derechos humanos, periodistas, líderes sindicales, docentes en zona de conflicto, minorías políticas o sociales, victimas y desplazados por el conflicto armado, niños y niñas y reclamantes de tierras.
Finalmente hay que mencionar el pilar de la participación. Es decir, hacer una política cambiando las armas por una confrontación de ideas, que pueda acceder al poder y tenga garantizada entre otras cosas, una financiación transparente y equitativa, un sistema electoral sin fraude, y con resultados legítimos. Solo así quedará lista la pista para que despegue la paz.