¿Qué va a pasar con las universidades que no comprendan los desafíos de la educación? ¿seguiremos formando con modelos educativos que simplemente no se adaptan a las personas hoy?
Los últimos estudios de los investigadores más serios en educación, en la mayoría de sus escritos y conferencias, usan la tesis de “retornar a las características fundamentales de la educación sin tradicionalismos”, como parte del paisaje que las instituciones deben adoptar para poder garantizar pertinencia y futuro. Hace unos años leí en algún lugar una metáfora que puede iluminar y dar sentido a esa tesis: “en un monasterio benedictino, todas las mañanas mientras los monjes oraban, un gato al escuchar el canto de los religiosos se metía a la capilla en medio de ellos, comenzaba a maullar. La escena era realmente incómoda para los monjes, ya que el gato les hacía perder la concentración. El abad, para evitar que el gato incomodara a los religiosos en el rezo, mandaba al menor de ellos para que, antes de los momentos de oración, cogiera al gato y lo amarrara en un lugar aislado, luego, cuando terminaran podría soltarlo. Día a día el menor de los monjes se disponía a hacer la tarea. Inclusive, ya era muy común entre ellos que cada que ingresaba al monasterio un hermano menor, éste debería aprender la tarea de coger y amarrar al gato mientras ellos oraban. Pasaron muchos monjes menores haciendo esta tarea hasta que el gato murió. Con la llegada de un nuevo gato al monasterio, los monjes seguían mandando al menor, cada que iba a iniciar la oración, a coger y amarrar al gato, así éste ya no molestara”.
Esta corta historia muestra lo que la tesis enunciada quiere decir. Muchas veces hacemos cosas y las incluimos como un activo importante de nuestras tradiciones, aunque estas no tengan mucho sentido. Nuestras instituciones están cargadas de este tipo de “tradicionalismos”. Procesos, leyes, normas que en algún momento se hicieron para resolver un tema inmediato y cuando éste desapareció, simplemente lo seguimos haciendo con la disculpa de la prevención o simplemente porque se nos hizo costumbre. ¿Cuántas cosas innecesarias hacemos en nuestras universidades? ¿Cuántas cosas que no tienen sentido ni agregan valor a las instituciones? Pues bien, habría que entrar en la lógica de rediseñar y ajustar los procesos en virtud de acabar con los tradicionalismos que hacen rígidas, pesadas y paquidérmicas nuestras instituciones. Deberíamos cambiar ese lenguaje coercitivo que si no hacemos esto o aquello el Ministerio nos va a castigar o que las cosas simplemente no pueden ser así solo porque acá nunca les hemos hecho así. En un universo cambiante, la capacidad de adaptación se convierte en la habilidad más importante para las instituciones.
La cuarta revolución industrial nos está mostrando unos desafíos muy grandes, unos cambios muy profundos y un retorno a lo realmente fundamental. ¿Será, que si seguimos como vamos con nuestros tradicionalismos, podremos adaptarnos completamente? ¿qué va a pasar con las universidades que no comprendan los desafíos de la educación? ¿seguiremos formando con modelos educativos que simplemente no se adaptan a las personas hoy? Bueno, de la capacidad que tengamos por transformar nuestros entornos, nuestras formas, de revisar nuestros comportamientos internos y de entender que el liderazgo no es una confrontación entre los tradicionalismos y lo que hoy hay que hacer, entonces nuestras relaciones con el entorno serán más cálidas, mucho más arriesgadas y desafiantes. Una universidad de calidad no puede existir simplemente para acreditarse, esta debe ser una condición básica y debe dejar de ser una meta para convertirse en un medio. No puede ser que hoy se tome más en serio la formación profesional de aplicaciones que han surgido, solo porque las universidades no tuvieron el valor de comprenderse en el contexto. Cuánto rigor académico e investigaciones serias se nos están yendo de los contenidos programáticos de los programas, solo porque ahora todo lo encontramos en moocs o en diversas plataformas donde la lectura crítica no es algo fundamental. Estamos pasando por un momento coyunturalmente álgido, si no se hace nada, la cuenta de cobro será muy grande y cuando nos demos cuenta, años luz se habrá avanzado y será muy difícil retomar el rumbo. No sigamos amarrando gatos cuando estos ya no maúllan.