En el período del año en el que las instituciones de salud necesitan acopiar mayores cantidades de sangre, la Cruz Roja, eje del sistema, ha lamentado que la cantidad de donantes voluntarios se haya reducido en casi la mitad frente a años previos. Recibimos su queja como un llamado a millones de personas para que en Navidad ofrezcan el mejor de los regalos, vida.

Vea sobre las donaciones de sangre

Por la mayor accidentalidad de diciembre, asociada al abuso de la pólvora, el aumento de accidentes viales y las fiestas acompañadas de licor que desencadenan en tragedias, las instituciones de salud tienen gran necesidad de almacenamiento de sangre. Cuando cuentan con ella, consiguen salvar vidas, se estima que tres o cuatro por cada donante. Este beneficio habría de ser suficiente motivo. Para muchas personas hay otro igualmente valioso, la donación no sólo cuida la vida del receptor, lo hace también con la del donante, que puede ser diagnosticado tempranamente por enfermedades que no conocía, así como consigue renovar su torrente sanguíneo.

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Quien dona sangre para que nutra los necesitados bancos de la región tiene la inmensa satisfacción de realizar la virtud de la solidaridad en su más bella expresión, pues está ofreciendo salvar vidas que no conoce y no va a conocer, que es una gran forma de realizar lo humano de cada individuo. Esta satisfacción moral es tan importante como el cuidado de la propia salud que ocurre en la donación.

De acuerdo con los expertos, son muy pocas las personas incapacitadas para donar vida. Algunas de ellas están inhabilitadas sólo temporalmente, dado que visitan zonas palúdicas. Que esta notificación sea un llamado a quienes se preparan para vacaciones en las costas o las sabanas más bajas, para que antes de iniciar su viaje incluyan una visita a alguno de los bancos de sangre de las instituciones hospitalarias o de la Cruz Roja.