El Censo mostrará un país muy distinto económica y socialmente al que creíamos conocer.
El Dane ha hecho la primera entrega de resultados del CENSO. De acuerdo al director Oviedo a septiembre 28 somos 41.9 millones de colombianos. Con una cobertura geográfica superior al 97%. Esto quiere decir que a menos que la densidad poblacional de ese tres por ciento restante sea muy alta, la cifra final estará muy cercana a los 42 millones.
Este dato suena anecdótico, pero la verdad es que tiene implicaciones muy serias. Por ejemplo, se sabe que el número de afiliados al sistema de salud esta alrededor de los 44.5 millones de colombianos. Si somos 42 millones, esto quiere decir que el sistema de salud esta pagando por 2.5 millones de personas que no existen. Eso es gravísimo porque termina siendo un desfalco de 2.1 billones de pesos anuales a valores de 2018.
De otra parte, algunos recursos de educación y de otros sectores de la protección social se han girado a las entidades territoriales basados en las proyecciones de población del Dane. De nuevo, esto quiere decir que el fisco ha girado recursos en exceso. Muchas de las dolorosas reformas tributarias se habrían podido evitar si los cálculos de transferencias hubieran sido hechos con datos poblacionales mas precisos.
Ahora bien, si somos 42 millones de colombianos, el PIB per cápita de 2017 pasaría de ser 18.9 millones a ser 22 millones de pesos. Eso nos ubicaría por ejemplo en un índice de desarrollo humano mucho mas alto que el que tenemos y pasaríamos a ser un país mucho mejor en el escenario mundial. Esto también afectaría las cifras del mercado laboral, el Dane tendrá que recalcular todas las cifras de empleo y desempleo. Habrá muchas sorpresas.
Ahí no acaban los efectos. Se estima que en Colombia la incidencia de la pobreza monetaria en 2017 fue de 26.9%. Pero si somos menos colombianos, entonces la cifra debe cambiar, y muy seguramente develará que la pobreza es mucho mas alta. Y así podríamos seguir, hay implicaciones en materia electoral, tributaria, de prevalencia e incidencia de enfermedades, etcétera.
Yo creo y siempre he creído en la seriedad del Dane. Pero el reto que se viene es mayúsculo. A decir verdad, muchos de los indicadores económicos que conocemos y que hemos analizado desde 2005 perderán validez, una vez recalculados, van a mostrar que somos un país muy distinto económica y socialmente al que creíamos conocer.