Cuando Humboldt decidió internarse en la Nueva Granada

Autor: Adrian Marcelo Buitrago Gallego
23 julio de 2019 - 07:20 AM

El paso de la expedición de Humboldt es un hito en la historia de la ciencia en Colombia. 250 años después de su nacimiento, vale la pena recordar su recorrido por este territorio.

Medellín, Antioquia

En 1801, Alexander von Humboldt llegó a territorio colombiano en medio de una tormenta. Los vientos agitados del Caribe lo llevaron a la desembocadura del Sinú y luego avanzó hasta las costas de Cartagena. Desde allí inició su recorrido hacia Perú, cruzando la Nueva Granada por los Andes, un viaje que no tenía contemplado en su itinerario.

Alexander von Humboldt, acompañado del médico y botánico Aimé Bonpland, realizó una exploración científica, entre 1799 y 1804, de lo que hoy es Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Cuba, México y Estados Unidos.

Lea: ¿Por qué celebrar los 250 años de Alexander von Humboldt?

“A pesar de nuestro incipiente desarrollo científico, el prusiano pudo establecer algún diálogo gracias al ambiente de estudio e investigación que había propiciado la Real Expedición Botánica, dirigida por José Celestino Mutis. Tanto Bonpland como Humboldt tuvieron un intercambio botánico en Santafé de Bogotá, de igual a igual, con Mutis. Además, el gran conocimiento de Francisco José de Caldas sobre la geografía, el clima y la vegetación de la Nueva Granada debió ser de utilidad para el prusiano”, comenta el ingeniero Darío Valencia Restrepo, exvicerector de la Universidad Nacional, sede Medellín, y de la Universidad de Antioquia.

Humboldt Colombia web

Mapa de regiones equinocciales, Humboldt.

La expedición

De sus primeras impresiones sobre el territorio colonial, durante su estancia en Turbaco, se lee en sus diarios repudio a ciertas actitudes y prácticas de los españoles colonizadores: “Los recién llegados aprendieron a construir las casas de los indios, aprendieron su cocina (…) Ellos impidieron con la intolerancia religiosa y las leyes, el progreso espiritual de la cultura, la espontaneidad del indio, ellos impidieron que, entre ellos mismos, una antigua y culta sociedad inca hubiera despertado a las demás de su sopor por medio de guerras, y ellos mismos, los españoles, no compartieron absolutamente nada de su propia cultura europea, ya de todas maneras reducida”.

El académico mantuvo una postura crítica frente a prácticas como la imposición de leyes europeas a los nativos y el esclavismo, pero su trabajo se centró principalmente en entender ese nuevo mundo de manera científica.

Por el Magdalena subió hacia Santa Fe, pasando por Mompox y Honda. Al llegar a la capital del virreinato se sorprendió al ver una planicie de tal magnitud a la altura de los Pirineos, pero lo que más admiración le generó fue el trabajo de Mutis y Caldas, la biblioteca del sabio y los logros de la Expedición Botánica. En sus diarios se lee en repetidas ocasiones el respeto y buena estima que sentía Humboldt por lo preciso de los trabajos del joven Caldas y la venerable obra de Mutis.

Tras permanecer un tiempo en la capital del virreinato, el expedicionario siguió hacia el sur, visitando numerosos lugares del actual territorio colombiano, midiendo y registrando todo aquello que encontró a su paso.

“El territorio colombiano fue el escenario donde se descorrieron varios velos, tras lo cual Humboldt pudo comprender completamente algunos fenómenos naturales, por entonces desconocidos. Fue en Colombia donde adquirió una visión integral de la naturaleza y donde mejor comprendió la grandeza de la flora tropical”, escribió el biólogo Santiago Díaz en el documento El viaje de Humboldt en Colombia y su relación con Mutis y Caldas.

“A su regreso a Europa, gracias al enorme número de publicaciones, conferencias y reuniones que se extendieron hasta los casi 90 años de edad del prusiano, pudo por fin la gente del Viejo Continente tener un conocimiento serio e ilustrado de los habitantes y los territorios del Nuevo Mundo. Esto último fue de la mayor importancia porque muchos en Europa carecían de información verídica, tenían ideas equivocadas sobre la naturaleza tropical y despreciaban a sus aborígenes”, concluye Valencia.

 

Si Humboldt viniera nuevamente a Colombia, lloraría

Hace 200 años, Alexander von Humboldt alabó la navegabilidad y profundidad del río Magdalena. Hoy, medio seco, los barcos no pueden cruzar por él. La geografía colombiana ha cambiado bastante desde que el prusiano viniera en 1801: los grandes ríos se están secando, del bosque seco del Caribe no queda gran cosa, el Amazonas agoniza con 10 hectáreas desapareciendo cada hora, sólo quedan la mitad de los páramos y estos se derriten cada vez más rápido.

“Si Humboldt viniera a Colombia, probablemente lloraría. Lloraría porque el nivel de destrucción ambiental que hemos visto en estos 200 años es terrible, apenas estamos tomando conciencia del desastre causado con la desecación de los humedales, la deforestación y la destrucción del bosque seco del Caribe, la erosión por la deforestación de los bosques secos andinos y más recientemente la expansión de la frontera agropecuaria hacia páramos, selvas y llanuras”, señala Brigitte Baptiste, directora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, y agrega que, sin lugar a dudas, “Humboldt diría que Colombia es un país insensato”.

 

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