En su afán por mostrar que no se deja de nadie, el cuasi dictador no tuvo la menor consideración con su pueblo, el principal afectado por la determinación.
La relación bilateral entre Venezuela y Panamá, que desde 2014 se ha movido en aguas turbulentas a raíz del apoyo del entonces presidente panameño Ricardo Martinelli a la idea de que la OEA se ocupara de la crisis venezolana, volvió a agravarse esta semana a raíz de la decisión del Gobierno de Nicolás Maduro de suspender las relaciones económicas con altos funcionaros y empresas del país centroamericano, una movida que se puede entender como represalia a la publicación en ese país de una lista de 55 ciudadanos venezolanos políticamente expuestos, entre ellos el presidente Nicolás Maduro, por representar un "alto riesgo en materia de blanqueo de capitales, financiamiento del terrorismo y financiamiento de la proliferación de armas de destrucción masiva".
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Esta nueva tensión es la peor desde que en 2014 Maduro rompiera de manera unilateral las relaciones diplomáticas y comerciales con Panamá, decisión de la que se retractó el gobierno venezolano tras la asunción al poder de Juan Carlos Varela, en julio del mismo año. Sin embargo, las cosas entre ambas naciones, según la prensa internacional, nunca pasaron de ser cordiales en la forma y frágiles en el fondo, lo que quedó en evidencia con este nuevo episodio, en el que el Gobierno de Nicolás Maduro, argumentando una medida de reciprocidad, suspendió por 90 días prorrogables las relaciones comerciales con altos funcionarios y empresas panameñas, entre ellas el presidente Varela y la Compañía Panameña de Aviación (Copa Airlines), y ordenó suspender toda relación económica, comercial y financiera.
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Aunque acciones como estas, en las que ambos estados se muestran los dientes, no suelen trascender el terreno diplomático, la suspensión de la licencia a Copa afecta directamente a ciudadanos panameños, venezolanos y de otras nacionalidades, quienes tienen cada vez menos alternativas para viajar a Venezuela. Por cuenta de Maduro, ese país se auto inflige así un duro golpe al profundizar su aislamiento internacional, pues ya son quince las aerolíneas que desde 2013, según el diario El Nacional, han dejado de volar desde y hacia ese destino, entre ellas Avianca, Delta Airlines, United Airlines, Dynamic Airways, Aerolíneas Argentinas, Air Canada, Alitalia, la brasileña Gol, Tiara Air (Aruba), Lufthansa, Aeroméxico, Insel Air (Curazao), Latam y la ecuatoriana Tame, que cerró operaciones el pasado 3 de febrero.
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Mientras estas aerolíneas han tomado sus decisiones a partir de las dificultades para el manejo de divisas, la cada vez menor demanda de tiquetes y el empeoramiento de las condiciones de operación de los aeropuertos venezolanos, a Copa, que pasa por ser una de las empresas que mayor conectividad ofrece en el continente, le cerró las puertas una decisión política que obligó a la empresa a diseñar, de manera urgente, un plan de compensación para los pasajeros que tenían tiquetes comprados para los próximos tres meses, que incluye el reembolso sin penalidades de los valores en efectivo o el cambio de destinos sin costos adicionales.
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En su afán por mostrar que no se deja de nadie, el cuasi dictador no tuvo la menor consideración con su pueblo, el principal afectado por la determinación, como lo evidenció la multitud de ciudadanos que se agolparon este viernes en el aeropuerto internacional de Maiquetía en busca de una solución a la situación creada. Una muestra más de que su empecinamiento en negar la crisis humanitaria, que mueve diariamente a cientos de personas a buscar caminos para abandonar el país, es directamente proporcional a la obstinación con la que se enfrenta a cada país que, como Panamá, Colombia o Perú, entre otros, critican abiertamente sus acciones, desconocen la legitimidad de la Asamblea Nacional Constituyente y han declarado que no reconocerán los resultados de las elecciones presidenciales anticipadas, previstas para el próximo 20 de mayo.
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Vemos con beneplácito que, pese a las previsibles consecuencias, Panamá haya tomado la iniciativa de asumir una posición firme frente a Venezuela, para demostrar su inconformidad con la destrucción de la democracia en ese país. Actitud similar a la tomada por Perú, y que aplaudimos también, de retirar la invitación a Nicolás Maduro para la próxima Cumbre de las Américas. Aunque más que represalias lo que se necesita es encontrar el camino para la restitución del estado de derecho en el vecino país, acciones como estas por lo menos aumentan la presión sobre el régimen y atraen nuevas voces entre la comunidad internacional contra la crisis política. Esperamos que el aislamiento presente al que son sometidos nuestros hermanos venezolanos termine pronto