El "Día del Sol" será una nueva oportunidad del régimen comunista norcoreano para recordar al mundo no sólo su fuerza militar, si no también el fervor a una dinastía que se mantiene más de siete décadas después.
En medio de una gran tensión bélica en la región, Corea del Norte optó este miércoles por volcarse en las festividades por el centenario de su fundador, Kim Il-sung, enalteciendo su figura y la de toda la dinastía Kim.
Los preparativos para el desfile militar de mañana sábado continuaron en Pyongyang con los alrededores de la plaza Kim Il-sung completamente cerrados, mientras los ciudadanos ensayaban para la parte civil del evento, que una vez más servirá para mostrar lealtad y respeto al líder Kim Jong-un.
Los ojos de la comunidad internacional estarán muy pendientes del desarrollo armamentístico que Pyongyang podría mostrar mientras se sigue sin descartar que el régimen lleve a cabo una nueva prueba nuclear coincidiendo con el 105 aniversario del nacimiento del llamado "presidente eterno".
Rusia y China, aliados históricos de Corea del Norte, pidieron este viernes contención a todas las partes ante la escalada que se vive estos días en la región y Pekín llegó a decir que "si hay una guerra, el resultado será una situación en la que todos perderán y nadie resultará ganador".
En la estación de metro de Panhung, en el centro de la capital norcoreana, un hombre de unos 60 años leía en un mostrador en el Rodong (periódico oficial del Partido de los Trabajadores) una noticia sobre el mariscal Kim Jong-un pasando revista a sus tropas. "Tenemos fe en que si hubiera una guerra la ganaríamos. Yo lucharía por mi país", contó convencido.
Ri Chong Rhin, un trabajador de una fabrica de alimentos de 33 años, tampoco mostró ninguna inquietud por la situación que ha llevado a Estados Unidos a insinuar un ataque preventivo ante los continuos lanzamientos de misiles de Corea del Norte. "¿Miedo?, No soy un niño. Me siento muy seguro en mi país", explicó Ri a Efe y reconoció que, para él, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump es igual que sus predecesores. Todos son lo mismo, aseguró, y utilizó un refrán que puede traducirse por "de tal palo tal astilla".
El régimen norcoreano volvió este viernes a criticar con dureza a Estados Unidos por desplegar el portaaviones nuclear Carl Vinson a la península coreana en respuesta a sus continuos lanzamientos de misiles, lo que lleva a "una peligrosa situación en la que puede estallar una guerra termonuclear en cualquier momento".
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"Estados Unidos ha introducido en la península coreana, el punto más caliente del mundo, activos nucleares masivos, amenazando seriamente la paz y la seguridad de la península y llevando la situación al borde de la guerra", apuntó el Ministerio de Exteriores norcoreano en un comunicado.
A pesar de todo, Pyongyang vivió este viernes una jornada dedicada a rendir homenaje a Kim Il-sung, abuelo del actual líder, en la víspera del denominado "Día del Sol".
Yong hi, una mujer de 45 años que participa en los festejos de la mayor celebración del país, aseguró a Efe que se siente "orgullosa y alegre porque estar en el desfile le permitirá ver de cerca a Kim Jong-un".
En el teatro del Palacio de los Niños de Pyongyang, un centro de actividades extraescolares de más de 100.000 metros cuadrados, un espectáculo con motivo del "Día del Sol" reunió a multitud de turistas y delegaciones extranjeras.
Una actuación de variedades colorista y perfectamente sincronizada interpretada exclusivamente por virtuosos niños que cantaban, bailaban y realizaban juegos de magia, en honor a la patria y la dinastía Kim.
"Todo lo que hace el gobierno norcoreano está dirigido a potenciar el mandato de los Kim. Al celebrar días festivos conectados con el fundador, Kim Jong-un pretende reforzar su legitimidad como descendiente de sangre de su gran predecesor", explicó a Efe el experto de la Universidad surcoreana de Busan, Robert Kelly.
Por su parte, Yolsu, un azafato de 26 años que luce como todos los adultos del país una insignia en la solapa con la imagen del padre o el abuelo de Kim Jong-un concluyó que "los norcoreanos no tenemos dioses. Nuestros líderes son nuestra religión".