Traía en su equipaje la concepción del nuevo hombre americano, del de la integración de países hermanos
¡Feliz y agradecida la memoria del doctor Carlos Alberto Zuluaga, que le llevó a rendir homenaje a uno de los antioqueños más ilustres: el doctor Jorge Valencia Jaramillo! En efecto, hace algunos días algunos de sus amigos de siempre los acompañamos, al oferente y al homenajeado, en un sentido acto en el que el Concejo de la ciudad entregaba al exalcalde la distinción Juan del Corral en grado sumo. El doctor Valencia Jaramillo tiene suficientes méritos para recibir los homenajes que reserva la Patria a sus mejores ciudadanos. Pero el que decretara el Concejo tiene especial significado porque resalta uno de sus más destacados empeños, aunque puede haberlos más importantes para algunos, que fue su paso por la dirección de la ciudad.
Ya se ha retirado del servicio público; ya está en el nirvana de los años de paz y poesía, cenit de las almas que, como la de él, tienen las alas de la imaginación, para volar por encima de todas las miserias. En su bello discurso, el gobernador de Antioquia lo describió como un hombre feliz que escribe versos trágicos. Tal vez el gobernador se refería al talante amablemente imperturbable del doctor Valencia; seguramente aludía a sus maneras finas y educadas, y a la infaltable sonrisa que acompaña el abrazo. Pero lo hemos visto preocupado por los problemas del país, vencido por las artimañas de los políticos locales, destrozado por la muerte de un amigo, cabizbajo ante las huidas y las traiciones. Y con la educación de la buena cuna, siempre guarda una sonrisa que protege el corazón.
Un año le bastó para dar catedra de cómo se maneja una ciudad, de cómo se hace un modelo de administración pública. Traía en su equipaje la concepción del nuevo hombre americano, del de la integración de países hermanos, con lo que interpretaba el pensamiento de otro ilustre antioqueño, y se adelantaba al muy socorrido efecto actual de la globalización. El pacto andino fue la actualización del pensamiento de nuestro Libertador que soñó con el desarrollo armónico y sostenido de lo que habían sido las maltratadas y explotadas colonias españolas en nuestro continente. Un economista de la Escuela de Economía de la Universidad de Antioquia, con ideas y praxis liberales, entiende las libertades y derechos de la gente, y las traduce en caminos de oren y bienestar.
En otros tiempos, una condecoración del Concejo, era acto de todos los concejales. En este caso solo el proponente y, todo hay que decirlo, el presidente del Concejo se hicieron presentes. Es admirable la memoria de quien, siendo muy joven, era funcionario del cabildo cuando Valencia era Alcalde, y propone reconocer públicamente su enorme legado. Valdría la pena recuperar ese plan de desarrollo que sirvió de faro para administraciones posteriores. Ahora, ha renunciado a la vitrina de la vida pública; ya no escribe discursos, ni elabora indicadores; ha archivado su diploma de economista y solo es poeta. Y en un rapto sublime dice “El tiempo o la muerte/ o lo que parece que perdura/ o esas imposibles y misteriosas realidades/ solo una cosa son:/ el instante del instante/ en que se nace y se muere”.