El coronavirus, que está arrasando con viejos, amenaza llevarse en su recorrido al neoliberalismo.
El coronavirus o covid-19, la pandemia que azota al mundo; Dan Patrick, vicegobernador de Texas; Taro Aso, exministro de finanzas japonés y Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo y seguramente los más encopetados defensores del neoliberalismo coinciden en lo mismo: atacar, exterminar a los viejos o lo que hoy llamamos sofisticadamente, la tercera edad.
En un listado elaborado por el Departamento de Salud y Asistencia Social del Reino Unido, donde consigna la población más vulnerable frente al coronavirus, en primer lugar indicó a los mayores de setenta años, independientemente de sus condiciones médicas. Pero no es la caprichosa decisión de una oficina del Reino Unido la que incluyó esta población como la más débil frente a la pandemia. Desde la Organización Mundial de la Salud, hasta la más discreta dependencia sanitaria, así lo han expresado en todo el mundo.
El vicegobernador de Texas, Dan Patrick, no dudó en afirmar que era necesario levantar las restricciones para salvar la economía y cuando le preguntaron “¿Y qué pasa con los que morirán, especialmente las personas mayores?” no tuvo empacho o reato en responder, “los que tenemos 70 años o más nos cuidaremos nosotros mismos. Pero no sacrifiquemos al país”. Finalmente dejó claro que estaba dispuesto a morir para reactivar la economía. La inmolación por la causa. Evidente, el señor vicegobernador tiene cómo protegerse y mantenerse aislado para que el virus no toque con él, lo grave, lo preocupante son los viejos abandonados a su suerte en la calle o a lo mejor en un refugio para ancianos o teniendo que convivir con una numerosa familia, obligada en parte a trabajar para llevar comida a la casa y de vuelta traer también la enfermedad. Verdaderamente puro neoliberalismo salvaje e indolente.
A Christina Legarde, quien hasta septiembre del año pasado fue la presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI) y a partir de esa fecha oficia como presidenta del Banco Central Europeo, le han adjudicado la frase de que: “Los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global. Tenemos que hacer algo y ya”. No existe seguridad de la afirmación, no obstante el blog LeyDominical asegura que las supuestas declaraciones son de 2012. Ese mismo año el Fondo Monetario Internacional alertó sobre las implicaciones financieras potencialmente muy grandes del riesgo de longevidad; es decir, “el riesgo de que la gente viva más de lo esperado” (Ver Informe sobre la estabilidad financiera mundial- 2012).
En el mes de enero de 2013 el ministro de Finanzas japonés, Taro Aso, pidió a los ancianos del país que se “den prisa en morir” para que de esta manera el Estado no tenga que pagar su atención médica. Hoy Taro Aso es amen de ministro de Finanzas, viceprimer ministro del gobierno japonés. Es decir, lo premiaron por su propuesta, no obstante que Japón, con una población superior a los ciento treinta millones de habitantes, tenga un tercio de su población mayor de sesenta años.
La primera paradoja de las propuestas de Dan Patrick, Taro Aso y la Legarde es que ellos mismos son unos vejetes llamados a encabezar la fila de los que debemos partir por instrucciones del neoliberalismo. La segunda paradoja es que el coronavirus, que está arrasando con viejos, amenaza llevarse en su recorrido al neoliberalismo.