Caminando por calles de la Capital Paisa, en el día o la noche, hay el deber de estar bien preocupados, pues no sabemos dónde y cuándo se nos ha de acercar cualquier antisocial, especialmente los popularmente llamados “atracadores”, (asaltadores con propósito de robar) que no sólo nos pueden desvalijar (despojar a uno del dinero o bienes mediante robo, engaño, juego…), que también de asesinos a sueldo, según antecedentes… También “tenemos pandilleros” que cuando uno menos piensa, lo maltratan, hieren o matan, aunque sin antecedentes conocidos.

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Que “me robaron la cartera en la que guardaba unos pesos”; que uno me atajó para que otro metiera las manos en los bolsillos; que “un hijo de tantas” me puso zancadillas y me tumbó; que mientras viajaba en un taxi, al bajarme me golpearon y quitaron el reloj; que cuando entraba a la plaza de mercado me dejaron sin con que llevar nada a la casa; que a mi viejita (mi madre) la tumbaron cuando salía de la tienda y la dejaron “sin bastimento” para los hijos que van a la escuela; que estando “medio ebrio” se aprovecharon de mí y dejaron cojo; que ya es “hasta riesgoso” ir a la iglesia solo, porque lo pueden atracar en media plaza del pueblo; que ya es común oir hablar de “atentados” en cualquier lugar de las ciudades; que ya es riesgoso ir a comprar flores para adornar la casa porque lo pueden tumbar y quitar las matas; que entrar y salir de una entidad bancaria es riesgoso para cualquiera persona, pues el ladrón cree que quien entra o sale, lleva muchos pesos en sus bolsillos o faltriquera y entonces, creen hallar en ellos la ocasión de “hacerse” a buen “montón” de billetes; y de anotar es que, tienen sus “compínches” en lugares estratégicos para “el momento y lugar convenidos” y claro, consumar “el atraco”.

También en buses, el Metro, el tranvía y el ferrocarril, son campos de “trabajo” de los ladrones de marras. Les importa higas dejarse identificar en cualquier parte, aunque tengan que correr una vez cometido el delito o la punible conducta.

Y es de conjeturar que hasta mensajeros y trabajadoras del servicio doméstico, sean blanco de estos parásitos, pulpos del haber ajeno, tengan en mientes atracarlos, si es que dan oportunidad desprevenida o involuntaria coyuntura.

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A las autoridades competentes, policivas principalmente, debe incomodar tanto desorientado social en ciudades y pueblos de esta patria adolorida. ¿Cuándo podremos dejar residencias, centros comerciales, turísticos y de concurrencia ciudadana, sin el temor de que truhanes “amigos de lo ajeno”, busquen apoderarse ilegalmente de bienes muebles, preferencialmente, por antisociales de “mala calaña”, en urbes de diferente calado?

¡Quiera Dios que en urbanizaciones pequeñas, corregimientos y veredas, el flagelo de los ladrones no llegue ni ponga gentes de condiciones económicas exangües, en planos lamentables de supervivencia.