Si los principales cambios culturales se producen en el orden del cuerpo podríamos afirmar que hay muchos rituales que ordenan nuestra cotidianidad y van a cambiar de manera deliberada
La pandemia ha puesto de presente nuestra vulnerabilidad y habría que interrogarla y preguntarnos si el confinamiento tiene resultados diferentes a la sensación de derrota e impotencia. Mucha gente ha opinado que por ninguna razón podemos esperar cambios de fondo provenientes de nuestra naturaleza humana y quizás tienen parte de razón, la información genética no se modifica tan fácilmente; pero yo sí creo que los confinamientos tienen resultados y producen cambios conductuales. ¿No es acaso la escuela una forma de confinamiento y también las vocaciones religiosas en conventos y monasterios? En las sociedades sin escritura el camino del chamán busca generar y efectivamente producen cambios conductuales de fondo. Tal vez la técnica más utilizada en la evolución humana tiene que ver con el aislamiento, la confinación, el cambio intempestivo o ritual de lugar.
Opino que de esta combinación obligatoria van a salir cambios que ya son visibles. Con sorpresa, estando en una cola con distancias prudenciales para acceder a un cajero, una amiga se lanza a abrazarme como siempre lo hacemos y yo no puedo evitarlo y me pregunto sobre cuáles son los niveles de su información. Yo ya si tengo prevención sobre los contactos físicos, la exposición a estornudos y todas las formas del contacto corporal que puedan facilitar la contaminación. Y observo que eso está sucediendo a mi alrededor.
El confinamiento obligatorio es una forma de responder a la contaminación generalizada y ahí algunos leen mecanismos del poder central para neutralizar las libertades y hasta conculcarlas. Pero por otro lado podemos esperar el surgimiento de nuevas sensibilidades frente a la naturaleza, la ampliación de la conciencia del daño que le hemos inferido al planeta y lo delicada e importante que es la asepsia para nuestro cuerpo y para la vida social.
Cambios de fondo no son fácilmente predecibles pero el beso, el abrazo y el estrechón de manos están sometidos a presiones enormes; hemos perdido nuestra sensación de omnipotencia pero tampoco podemos afirmar que se imponga un nuevo orden social. Son algo paranoicos quienes afirman que ha llegado el momento para que se instaure lo que la propia Iglesia Católica está proponiendo: un orden mundial con una sola dirigencia y la obediencia de los demás. No se trata exclusivamente de problemas de orden, se trata de saber si hay cambio cultural sustantivo no adjetivo y más que todo activo y duradero.
Si los principales cambios culturales se producen en el orden del cuerpo podríamos afirmar que hay muchos rituales que ordenan nuestra cotidianidad y van a cambiar de manera deliberada. No éramos conscientes de cuántas veces al día nos llevamos las manos al rostro hasta que nos han dicho del riesgo que entraña, tampoco nos habían informado de los riesgos de salir a la calle. Pudiera ser que sobre la sexualidad se tejiera un nuevo manto y ahí entraríamos a constatar cambios culturales que trajeron en su momento los anticonceptivos eficientes. Y esta pandemia dejará su huella en los tratos corporales, en las formas de relación y circulación y en la propia percepción del cuerpo.